Esperaba siempre
con la mirada puesta en el reloj
y terminó por hipnotizar los sentimientos,
arrancar las bisagras de la puerta,
sonreír, dejando que la ausencia
enredara en los cajones.
Cada día dibujaba rostros
con pedazos de esperas,
azules o verdes, era igual,
solo le importaba el color
del silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario