Habló desde la esquina de la luz más oscura
y supe que sonaba a cascabeles.
Me aproximé a su voz para encontrar mi lengua
y, en silencio, escuché caer el agua.
Llovía cerca de las sílabas,
-tal vez ya somos líquido,
tal vez sólo nos falte alentar la saliva
y dejar que nos beba-.
Que nos mojen las noches y sus peces.
Que despierte el extraño que duerme en nuestra boca.
Poema de Carmen Iglesia
Gracias, Tino, me emociona y mucho encontrarme este poema aquí. Te mando un besote gordo.
ResponderEliminarCarmen ya te pedí permiso para hacerlo. Me encantó traer tus letras a este pobre blog. Un abrazo amiga.
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