No tenía derecho a nada
sólo a ser vuelo en la sombra,
espera ansiosa
que frena los segundos.
Cuando se pierde el olor
de los abrazos, los rostros terminan
por hundirse en la trama azul
de la memoria.
Su oficio, buscar con calma
en la piel de los silencios
para leer
el signo torpe de las horas.
Fecundaba los surcos con recuerdos
limpiando de abrojos la emoción,
pequeñas sílabas de un verso.
Me encantó.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por pasar Carlos.Otro abrazo.
ResponderEliminar¿Has oido aquello de que el silencio suena?.
ResponderEliminarPues el silencio de tu poema suena vagando entre el ruido torpe de las horas.
Secuencias claras y concisas en el poema.
¡Enhorabuena!.