Siempre hay un final comienzo de otro momento,
un proceso infinito de arrastre sin remedio.
La luz sigue a la noche, la sombra al caos.
Eterno movimiento de formas con nombre impropio.
Nudos sin descifrar que escapan de la sin razón.
Y la risa cambió
el semblante mortecino de la tierra
dándole rostro a la tarde.
Somos parte de la renovación continua, qué duda cabe.
ResponderEliminarHas captado con mucha sensibilidad y belleza lo evidente y he disfrutado el poema. Gracias Tino.
Por diversas razones, ando alejada de Internet, pero no mo olvido de ti. Yo también deseo poder venir más por esta tu casa.
Un abrazo.
Gracias Luisa por tu paso. Gracias por el comentario. Un abrazote. Tino
ResponderEliminarUn placer saludarte el otro día en el mba.
ResponderEliminarHace tiempo que no te comento, que es sinónimo de no seguimiento..jejej..
Este poema es máxima esencia estrujada,
Enhorabuena.
Un abrazo.