Cuando tu ausencia arrasa los espacios,
el mirar se vuelve átono
y la caricia, ese soporte de naufragios,
se convierte en huella indeleble de la piel herida.
Cuando tu silencio apaga las formas
y la espera grita en la nada,
tu palabra aparece como brisa
que cambia lo incierto en fortaleza.
Cuando los días sin ti se multiplican,
la distancia mantiene la memoria
y todo se serena
cuando acepto perder.
Cuando tú ausencia se vuelve
ácido dolor del alma,
el verso no es más que un silencio
y el poema el rostro del vacío
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