Hay una cierta calma en el ambiente, como una especie de agotamiento que se mezcla con la línea medio nublada del horizonte hasta derrumbar el sentimiento. En la cafetería de enfrente el bullicio mañanero ha dado paso al arrastre de sillas y mesas en una obligada limpieza de su terraza. Tomo aire, como si con ello quisiera salir de esta calma chicha de la mañana. La gata sigue trasteando indiferente al mundo y a sus ruidos.
Esas mañanas de agosto, medio en derrumbe entre la calima, el peso del cuerpo... que suerte ser esa gata que juguetea indiferente a si el mundo gira hoy o no... y que bien sabes transmitirlo.
ResponderEliminarun fuerte abrazo Tino, me encantó el ratito de ayer ya quedamos pendiente la proxima para final de mes, y gracias por el libro una vez más.