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Acudió al reclamo de la voz
y la puerta estaba rendida
a la derrota del silencio. Y el silencio fue
la huella del ángel.
Creía haber encontrado la luz
y su rostro tenía luces artificiales,
besos
en un cruce de caminos.
Cuando las palabras fueron
la sangre de la altura
la oscuridad permaneció
en el revés de las palabras.
Descendió a la morada de los vivos.
y la voz se deshizo en el abismo de los días,
las alas,
en la cicatriz de la brisa.
Brisa... eso mismo sentí al final de la lectura.
ResponderEliminarBellísimo Tino.
Un abrazo.
Gracias Mamen por tu generosidad y tu comentario. Un abrazote.
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