Después de perdida
la cuenta de las horas,descubrí
que los sueños tenían el recuerdo
de tu mirada.
La forma de tu rostro se perdió
en el barullo de la calle
dejándome tu nombre
con ese olor a soledad
que dibujan los desiertos.
Perdido en mil tareas
la piel de los versos
reclamó
el canto de las voces, de los llantos
agolpados en mis manos.
Después, en el silencio de la noche,
llegó el delirio de tu hambre
palpando los rincones del deseo
y en un cuerpo a cuerpo, me sedujiste
hasta detener el tiempo
en la sorpresa de tu risa.
3 comentarios:
excelente
Lindo!
Lindo!
Lindo!
Abrs.
Comprendo su pesar.Ánimo.
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