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1
Miro el horizonte y te descubro
en la amabilidad de ese atardecer
que desborda el Alentejo.
Así, te encuentro generosa
como el agua de este río
que inunda la ciudad y arrastra
el tedio de los días. Así,
amante.
Cuánto amor que fue regazo, cuántos
dolores señalan tu figura y trazan
la melodía de tus versos.
Tendría que ser raíz para entender
tu fortaleza ahora vuelo, brisa
que mece nuestra memoria
y balbucea madrugadas.
2
No te busco en las alturas
porque estás anclada
en el verso de tus calles,
en la palabra que empuja
solidaria
el grito rebelde por lo justo.
Bendigo a la vida que te tiene
y al recuerdo
vestido de sonrisa. Bendigo ese deseo
de compartir
la intimidad de lo sencillo.
No estás y se hace el silencio
que no es ahogo del alma,
ni es parte del olvido,
ni tampoco eco de ausencias,
sino el simple contemplar
de tu huella en cada uno.