domingo, 16 de septiembre de 2018

Diez motivos para creer y no es un decálogo.




Creo en el ser humano a pesar de la maldad que anida en lo profundo de él;  en su inocencia a punto de despertar al saber de las cosas; en su bondad no-narcisista capaz de perdonar lo peor. 
Creo en la utopía, escrita en el alma humana que empuja a lo excelente más allá de la mezquindad egoísta que inventa conflictos.  
Creo en los gestos que preceden a las palabras; en la palabra sincera que, como fuego, despeja la mentira; y en el silencio oportuno que aquieta la razón.

Creo en este barro del que estoy hecho y desde donde crezco; en la fragilidad que me despierta a la fortaleza en medio de las contradicciones. 
Creo en la valentía de  empezar desde cero por encima de los engaños, las pérdidas y el infierno de algunos momentos. 
Creo firmemente en la carrera que me ha tocado vivir donde siempre gano al aceptar perder.

Creo en el ser que no aspira más que a lo humano, a ese misterio envuelto de paradojas donde cohabitan las torpezas y los aciertos, la oscuridad y luz. 
Creo en lo imperfecto y finito que moldea este cuerpo de dios menor del que estoy hecho
Creo que soy más amante que héroe y aprendo del fracaso. 
Creo en mí y ya es bastante.

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