miércoles, 26 de octubre de 2011

El juego de las palabras



El juego de las palabras, sólo él

fue capaz de alargar la memoria.

No hubo abrazos solo verbos

llenando las ausencias.


La luz flotó en el aire, envolviendo la risa

y la distancia. Al fondo, las dudas

atizaban el infierno de un dilema.


Otro día, otra herida repleta

de palabras. Llueve.


La lluvia atrapa las mentiras de la calle.

Hace frío pero no en las palabras

que se deslizan por los rincones

salvando la tarde.

domingo, 23 de octubre de 2011

Una página por escribir


Cuando la línea de la tarde robó

versos a la noche; cuando los labios

señalaron la marca del instinto y la piel

comenzaba a recobrar la memoria,

el deseo se hizo gesto. No hubo miradas

solo el abismo de la carne,

el suspiro

de una página por escribir.


lunes, 17 de octubre de 2011

Rota la carne


Rota la carne sobre la carne, reclama

el perdón. Después hizo silencio para sobrevivir

vislumbrando trozos de cielo, escapar

de monocordes manías.


El dolor se le hizo viento, noche,

a punto de abortar el deseo.

Hay vientos que llevan palabras

y palabras que navegan en la tarde.


No hay vuelta atrás al recomponer

el sonido de la carne con la piedad

de la luz, sin impedir que la voz

se volviera brisa en la calma

del barro.


jueves, 6 de octubre de 2011

Un día cualquiera


Lo que hacía falta para completar este calor

que llena la sala
era el ladrido de un perro , el rasguño de los folios,
y el sonido frío de un bolígrafo al caer.

El perro sigue ladrando

Los sonidos se acompasan a la protesta animal.

El calor provoca vómitos.
Todo se reorganiza en el caos atómico
de este mediodía a punto de dar la una.

El perro calla y los niños siguen
completando la categoría de los tonos:
Voces aflautadas y broncas
se cuelan por el aula en silencio. Huele
a sudor y a corrección de faltas.

Este es un día más
en ese orden de cosas que hace
que la vida duela; un día cualquiera
con notas de exámenes;
visión platónica y otros libros
que ayudan a la digestión
del café de la media mañana, ese solemne café
endulzado con conversaciones,
siempre las mismas,
de niños y guardias de recreo.

Por los pasillos, ojos, pies, manos, sueños,
deseos, pensamientos, sombras, holas,
ganas de irse, besos. La vida,
en un carro del supermercado.

El calor aburre, los niños gritan, el perro se calla,
el sudor aumenta y el pensamiento revuelve
dolores pasados. Heráclito se hace presente
guiñando un ojo a los rincones.


Andar. Nada parece lo que es.
Imágenes de historias agradables
para superar este caos que me parte en dos
el tiempo, este traje oscuro que me hace sucumbir
ante lo más fácil.





MIS VISITAS AL MUNDO

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Tiene Lisboa sonidos de agosto