sábado, 30 de abril de 2011

Después de la tempestad...



Gris, tremendamente gris. El cielo este sábado de primavera. El balcón. A cielo descubierto. El balcón de enfrente, donde alguien limpia las plantas. El cielo, que se hunde en mis ojos y permanece en mis sueños. Los oídos que se tapan para impedir que los ruidos hagan daño. Los oídos, atentos al verbo preciso que habla de amor. El cielo, gris ceniza, y las sílabas que deletrean su nombre desde la altura del balcón y la llama. Y los oídos se abren para dejar que el eco traiga la respuesta. Tizna, este gris, como el carbón del brasero antes de encenderlo.

2 comentarios:

Suso dijo...

Ahora mismo nuestro cielo gris se está desahogando con furia sobre los tejados, llueve en nuestra ciudad, pero estos días grises tiene su gracia...
un gran abrazo

María Blázquez dijo...

Los días grises hacen que se agolpen en nuestra pluma palabras y palabras de color plata al ser mojadas por la lluvia.
Preciosa estampa la que describes.

Un abrazo.

MIS VISITAS AL MUNDO

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Tiene Lisboa sonidos de agosto