lunes, 26 de diciembre de 2016

Días “raros”.


Hoy es un día raro, de esos que no sabes qué hacer fuera de quitarte la modorrez de la noche anterior. Sí, los días raros son esos días de fiestas postizas en la que parece que el tiempo se para.  Un día que no sabes qué hacer porque todo está fuera de la rutina. Nos tendrían que enseñar cómo gestionar estos días “raros”. Menos mal que los que tenemos duendes pequeños en casa el día “raro” se convierte en un día especialmente cansón. Y gracias al cansancio la vida recobra ese punto de humanidad que el día raro aplana. Y si te dispones a salir mejor no hacerlo porque las calles vacías dan una sensación de absoluta soledad, como si todo el mundo hubiera sido aducido por extraterrestres. En realidad, no sé si me molestan los días raros, estos que parecen estar fuera del tiempo. Me fastidia no entender la rareza del día pero no todo hay que comprenderlo. Mejor dejar las cosas como están y sufrir lo raro de un día que está cogido con pinzas.


Lunes, 26 de diciembre de 201626 

martes, 6 de diciembre de 2016

La importancia de observar en Rodrigo Garrido.

         

    No es fácil encontrar un poemario que exprese, en pocos versos, aspectos importantes sobre la vida y el tiempo. Sin embargo, el libro de Rodrigo Garrido Paniagua, La primera vez que vi un animal murto, editado por Difácil, lo consigue.
               El poemario es un conjunto muy bien formado.
               Desde  la portada se descubren  notas de atención sobre lo bello y la vida. En ella aparecen dos elementos, la ilustración y el título de la obra, que hacen que el lector avisado pueda intuir la intencionalidad de esta creación de Rodrigo Garrido. Desde este frontispicio se aprecia un diálogo entre lo eterno y lo efímero, entre la vida y la muerte, donde la temporalidad juega un papel importante.
               Al detenernos en el dibujo de José María García, observamos a King Kong en lo alto del Empire State. Este obedece a unos versos del libro: “Su corazón late/ tan acelerado/ como una luz más de la ciudad.” (pg.18).  Un guiño al amor imposible, a la derrota de la bestia ante la belleza deseada. Con esta imagen de portada, el artista complementa lo que es el contenido del propio poemario.  Por otro lado, el título La primera vez que vi un animal murto, sacado de unos versos de la página 24, nos habla -como el dibujo de portada- de la sensación que se tiene ante los retazos de la vida que se va.
               Si vamos del continente al contenido de la obra y nos adentramos en ella, encontramos que en cada una de las cuatro partes en las que se divide, Rodrigo Garrido marca un fragmento de una historia íntima, la del yo literario que enfrenta la vida y el tiempo, como arriba indico.

               El primer capítulo aborda la intimidad del propio ser anotando el cómo PERDER LA INTIMIDAD. En este bloque de poemas el yo literario lleva al lector profundizar en lo atemporal y eterno ante el tiempo y la realidad (es) que perdemos. Esto supone una pérdida de inocencia o de intimidad como el poeta dice: abrir los ojos/hacia dentro/ es perder la intimidad. (pg. 11).
               De entrada, la intimidad se pierde cuando tomamos conciencia del extrañarnos ante lo que nos rodea, esto que a veces es como no querer saber lo que ocurre, como si se mirase en un espejo, donde basta con la imagen doblada de uno mismo (pg. 11). Por esto, el yo literario subraya: siempre dudé pronunciar/ de mí lo real/ porque la palabra propia/ duele. Es así, surge el dolor ante el temor de lo que no se acepta. Sin embargo, este temor se amortigua cuando el poeta advierte que como polvo en suspensión, descenderá/lento/ sobre lo escrito (pg. 13). Esta expresión subraya la escritura como una forma de terapia que ayuda a sobreponerse del disgusto provocado por la realidad descarnada.  En este punto del poema, como en muchos otros, el  poeta juega con la estética de los versos para hacer evidente ese descenso a la página en blanco donde la creación da forma a esos trazos de pérdidas de intimidad.

               Perder la intimidad es, también,  descubrir la variabilidad del yo, este yo que afirma los espacios construidos para terminar diciendo que, al igual que un niño que señala / quisiera volver a ignorar el verbo. (pg. 16). Junto a esto se anota lo efímero de lo aparentemente sublime. Lo pasajero está en todo menos en la mirada porque “la belleza/ no se encuentra en lo observado”. Un versos genial, este último, que separa -a modo platónico- la idea de belleza de su correspondencia en el mundo aparente. Lo real es lo infinito y ahí, en esta abstracción absoluta, el poeta trasmite la sensación de estar a salvo de la muerte. Así, en ese espacio de lo bello es donde el yo literario se siente “un hombre que sueña/ con algo inalcanzable/ y que duele” (pg.18). Duele porque fenece.

               A propósito del morir importa la pregunta que el poeta se hace a modo de incipiente reflexión: ¿será la perdida /lo que me impide afrontar/ la visión de lo inerte?  Porque lo que no se mueve, el vacío, es una realidad de la que se huye. No hay dudas,  es en la búsqueda de lo eterno donde el yo se encuentra con lo efímero, con el espacio que no le corresponde y rechaza y que ineludiblemente tiene que aceptar. Aun así, “se olvidan momentos trascendentales/ como si con ello aplazáramos un veredicto” (pg. 24).

               El segundo capítulo, PRONUNCIAR LO QUE SE TEME, es una continuación temática del primero.  Este comienza con una confesión valiente hecha por el propio poeta diciendo no saber todo y especialmente de “la escena que nos acompañará a la muerte” (pg. 27). Esta incapacidad es la que le lleve a la actitud creadora que –aunque tarde- le hace disfrutar de los días felices y con esa actitud positiva comenta “uso aquí los versos// anticipo el instante,/ fantaseo con la posibilidad poética de contener el infinito”. (ibd.) Otra vez la preocupación de agarrarse a lo eterno como la condición sin la cual es difícil seguir.       
               Hay que hacer girar la vida, “en sentido contrario al de las nubes” y atreverse a observar “la secreta profundidad del hombre” y preguntarse aunque este hecho suponga un peso (pg. 29). Preguntar es pronunciar, evidenciar, acercar el tiempo. El poeta se reconoce “tiempo en minúsculas” y es a través de esto como se advierte el vértigo y la prisa a la que intenta darle sentido (pg. 30).
               En esta línea temática de la temporalidad el poeta construye dos metarrelatos el de la vida y el de la muerte.
               La vida es asimilada a la felicidad diciendo que el ser humano, desea la felicidad –continua- su plenitud hay que buscarla (pg. 31). Esa felicidad de la carne, que en versos finales, dirá el poeta,  “apenas nos roza con sus labios inocentes” (pg. 64). Junto a lo vital deseado aparece el temor a perderlo, y esto mismo que nos hace infelices hay que pronunciarlo, por ello-dice el poeta- que “toda nuestra herencia / se reduce a esta sala de espera/ en la que enumerar motivos para la vida” (ibd.). Enumerar es pronunciar de forma exhaustiva.
               En el reverso de la misma moneda la muerte, una realidad  presente en todo momento y  de la que el poeta dice “que, /… / siempre estuvo a la misma distancia” (pg. 32). Con este hecho de la muerte se vuelve el temor de la fragilidad. Para evitar que esta levedad del ser haga daño  hay que pronunciarla, porque al verbalizar el dolor el ser  torna conciencia de él y lo acepta como parte de sí mismo. El autor dirá, constatando este hecho: “NOS ABRAZA LA ENFERMEDAD/ COMO UN BOSQUE AMARILLO. A pesar de todo, seguirá reflexionando, “me cuesta aceptar que la muerte/ sea nuestra invitada a cada paso” (pg. 34). Magnifico guiño al tempus fugit de los clásicos (Virgilio). Estas expresiones son cuestionadas al decir:  “¿cómo ganar el tiempo?/ ¿Cómo estrenar la ciudad cada día?”.
               Escribir sobre la vida y la muerte no es más que hacer hincapié sobre  el hecho mismo del existir. Basta mirar los poemas finales de esta segunda parte para comprobarlo. Un existir ante el que se tiembla. Merece leer estos versos que nos vuelven a retrotraer a los clásicos:
Es lo excepcional,
                              la vida,
un paréntesis caprichoso
que nos salva
                              brevemente.
del largo anonimato de la ausencia  (pg. 37).
Pensar la existencia es también una forma de pronunciarla, de hacerla evidente sabiendo de su levedad porque “pensar en la existencia/ provoca un vértigo de gloria en ruinas” (pg.39)
               El tercer capítulo. PATRIMONIO EN LLAMAS, se abre con un poema que subraya aquellos lugares donde la emoción crece como un lenguaje diferente, y hace llorar. Espacios que, como dice el poeta, nos escogieron: “yo nunca elegí/ ser hijo de estas fronteras/pero la costumbre/nos hace amar un tiempo y un espacio.” (pg. 43). Este patrimonio  es la propia memoria que el poeta explana en los versos tomando ahora, como metarrelato,  los cuadros de Hopper, el pintor del silencio y de la soledad.  “Espacios donde llegar a pensar el tiempo”, porque “en los cuadros de Hopper/ permanece el tiempo.” Interesante como el poeta indica que es el tiempo de lo vivido, de la memoria, de la que  se siente culpable. Esta memoria (tiempo pasado), su peso-dice- “me hará mirar, / cada vez más y más/ hacia abajo” (pg. 53). La memoria, el tiempo recordado lo siente arder, consumirse con la expresión “hacia abajo”.
               Por otro lado, el poeta es consciente que la memoria, se consuma o no, arda o permanezca incólume es algo connatural al ser humano. Este no pierde la costumbre de mirar hacia atrás haciéndose consciente que “no es basura/ aquello que persiste en la memoria”, “hermosos tiempos vencidos /donde una vez fuimos dioses para siempre” (pg. 54).
               La memoria como tiempo vivido es protagonista de la mayoría de los versos de esta tercera parte. Tiempo-memoria- que remiten al deseo imaginado:
               “acuden/ para envejecer, /tiempos que uno siempre duda haber vivido” (pg.49). Tiempo y vida: “El tiempo no solo habita en el interior de los bosques/ escribí una vez” (pg. 53).
               En el centro de esta  preocupación por los elementos espacio-temporales el poeta coloca una nota característica del ser humano en evolución como es la de observar: “quisiera haber sido, / por ejemplo, /un mirlo que observa el mundo” (pg-.45). Este hecho de la observación es lo que provoca la extrañeza en los versos del primer capítulo.
               Se  cierra este apartado del tiempo y la memoria con  unos versos elocuentes que merecen ser traídos  a estas líneas:
Envejecemos a cada golpe de palabra
porque
               la palabra es el fuego
que consume la misma realidad que crea.

Aunque se ignoren
               de los espejos
sus zarpazos,
un temblor de humo permanece:
Todo lo que arranqué para mi memoria
               (pg. 56)

               Hay que aplaudir estos versos finales  porque, cada uno de ellos,  nos lleva al centro de la existencia misma,  a la memoria de lo que uno es, a ese existir que nos hace conscientes de la fragilidad y como se apunta  en el capítulo anterior, “provoca un vértigo de gloria en ruina” (pg. 39).
               El último capítulo, TODO LO QUE VEO ME SOBREVIVIRÁ, completa este diálogo  vida-tiempo que el poeta ha ido entrelazando en la emoción de los versos. La vida como el soporte y el tiempo como el genio que la transforma.
               En el primer poema el yo literario aparece como un yo solidario que comparte intervalos especiales y diferentes con los demás. “No lo sabíamos / pero habíamos de coincidir/ todos/ en este preciso intervalo” (pg. 60). Un yo que tratará de observar, de ver cosas con apariencia simple, intrascendente: Una piel de naranja sobre el asfalto gris, porque este “puede ser un fragmento/ de atardecer precoz/ // pero también /un ala/incendiada de Ícaro” (pg.62); O una inocente miga de pan, porque esta puede hacernos descubrir “primero, /la oscura inmediatez/// y rápidamente la prisa en cada paso” (pg.63).
               Otra vez se vuelve a insistir en la temporalidad al decir: atardecer precoz, la prisa en cada paso, marcando el momento de la observación.  En los versos finales el poeta volverá a las consideraciones clásicas del tempus fugit, diciendo que “el tiempo es un amante rápido y descorazonador” (pg. 64); u otros versos en los que se subraya “que lo fugaz que nos habita sea la vida apetecible”. (pg. 67).
               En este contexto el yo literario apunta a un estado de coherencia y de honestidad vital en LO QUE ME QUEDA DE VIDA, dice:
La paciencia
               conque la gravead
vence a las manzanas,
y dentro de mí
ese impulso desconocido
que me hace huir
               y huir
de todo aquello que se pudre. (pg. 66)
               Mirada, observación, y tiempo se mezclan ante “ese instante oscuro/ y para siempre,/ algo irrepetible/ que lastime lo enfermo de la vida” (pg.69). Porque, dice el poeta, “mis ojos observan / su porción de mundo/ convencidos de lo excepcional, // como si la vida dependiera de un descuido” (ibíd.)
               Terminará esta última parte con imágenes que hablan de la vida y que a su vez  nos llevan al símbolo de lo materno: así, la luna, que dice “está llena / de la esperanza del náufrago” (pg. 70); o la imagen de los pecho, que muerde “para ser inmortal” (pg.71) Esta última imagen recuerdan las pinturas renacentistas de la galactofusa –de la madre nutricional, acentuando la vida. Sobre esta última el poeta volverá con unos versos que hablan de la vía láctea cuando expresa: “de los senos del cielo/ brota/ una galaxia blanca” (ibid.).
               Esta vida diseñada entre versos el poeta termina de dibujándola como una realidad que lleva a emocionar cuando se es consciente de tenerla y de apreciarla por encima de la muerte. Tan es así que ante esta vida-efímera pero real- el yo grita  “como si fuera el único habitante de la Tierra” hasta romper “el silencio” (pg.75).


               Maravilloso recorrido, el de este poemario, por los entresijos del ser humano. Versos que emocionan y que hay que releer como el que retiene en la boca el sabor de una buena comida. Poemas que enganchan y hacen que el lector se sienta identificado con lo que se expresa porque hablan de la condición propio del ser: la vida, la muerte, la memoria,  y el tiempo que pasa. 

viernes, 25 de noviembre de 2016

Vuelo de papel




Atravesó el ángulo oscuro del salón 
rompiendo la barrera del silencio. 
En su mano un avión de papel 
y en su rostro la sorpresa inocente 
que le hacía imaginar infinitos espacios.

martes, 1 de noviembre de 2016

Nuevo acontecer de situaciones.



Hace unos meses has comenzado a despertar a las manías del sistema, a las madrugadas infames que desvelan tu sueño de duendes y aventuras. Te resistes y haces que nos preguntemos ante este dejar que todo esto suceda como si fuera lo mejor. 

Caminas a trompicones en esta selva del asfalto para alcanzar otros espacios que hemos elegido por ti. Lloras y ríes sin saber por qué dejando una estela de amarga situación. Y entre idas y venidas, entre preguntas sin respuestas, vemos el cambio frente a ese no querer domesticar tus impulsos, una la lucha ante el sí que te saca de tus nosQué difícil es pensar por los tres, al mismo tiempo; por ti para que aceptes la “orden” y por nosotros en la tremenda seguridad de darla. 

Pasan los días en este nuevo acontecer de situaciones diferentes, de emociones contenidas, de deseos prematuros, de navidades por venir, de nuevas palabras que aprendes para comunicar tu firme deseo de decir quién eres en ese espacio propio donde tú te sientes crecer aprendiendo a saber expresarlo. 

domingo, 23 de octubre de 2016

LA LIBERTAD DEL VERSO



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Ahora, no hay negro o blanco sino el color del verso, que brota en cada rincón de esos sigilos agónicos, en cada espacio vacío, en cada espera. Sí, ahora hay voces, no ruidos, en esta sinfonía donde vivir aparenta ser un presente de horizontes, más que de fronteras. Estoy aquí, intentando aprender lo necesario para no encerrar el verso en un impenitente siempre-volver.

PODAR VERSOS



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La música de un verso es la emoción contenida del poeta después de haber podado parte de sus palabras. ¿Por qué estremecerse al cortar las ramas del primer poema? En ese menos es donde se revela el equilibrio de la estrofa, donde crece la armonía capaz de establecer un diálogo mágico con quien la lee.

COMO EL OLIVO EL POEMA.




2
Como el olivo, un buen poema resiste los embates del tiempo, mantiene su alma por encima de las estructuras, deja que quien lo contemple se vuelva más compasivo más allá de cualquier egoísmo absurdo. Como las hojas del olivo, los versos de ese poema se vuelven ancianos manteniendo su juventud, capaz de emocionar con sus palabras a quien tiene el valor de pararse a leerlo. Como el olivo, así el poema,y sus versos se trasplantan en el ánima de quien supo releerlo.


EL SILENCIO Y EL POEMA.


1

Cuando el verso se hunde en el aplauso y el eco de la lluvia arrastra la emoción del poema, ¿quién contará la historia del poeta? Sólo el silencio, y no el olvido, le harán crecer fuera de parafernalias miles.



lunes, 5 de septiembre de 2016

Agradecida por la sensación de paz.




A mediados de agosto recibía una carta de María Blázquez, gran escritora y mejor amiga. En la carta, que transcribo en su totalidad, me expresa su opinión sobre el reciente poemario El nombre secreto del agua, editado por Vitruvio.

Agradezco estas palabras que, viniendo de alguien tan exigente como María, hacen que siga en este empeño de ordenar vocablos y formar versos.

Quiero compartir estas palabras en este espacio de HABITÁCULOS donde, de vez en cuando, dejo aquello que pueda interesar y, sobre todo, ayudar.

No sé cuántos lectores ha leído el poemario, pienso que muchos; pues bien, si alguno quiere compartir su opinión sobre él agradecido de recibirlo.


Querido Tino, ya he leído “El nombre secreto del agua”. No sé cuál será su nombre, pero el color de tu libro es el verde; verde y transparente en todas sus hojas, sus poemas, en cada verso, o verde o transparente.

Me ha gustado, he terminado de leerlo agradecida por la sensación de paz que me iban regalando los versos y esa forma en la que los has escrito. La estructura me ha encantado, girando en torno a esa maravillosa cita de Heráclito. Se distingue perfectamente el alma de cada parte: Todo fluye/ todo cambia/ nada permanece. Quizá sea la primera parte la que más me ha gustado, supongo que por el sosiego que me ha transmitido.

Dentro de guardar tu esencia tan espiritual, me ha mostrado una poesía cercana, un yo poético sereno, maduro, que contempla la vida (ese agua, esos ríos...) desde esa paz de la que te hablaba antes. El lector lo agradece, pues le haces partícipe de ella.

He subrayado numerosos versos que me han resultado especialmente evocadores, te pongo algún ejemplo:

“Nunca tuve tan cerca los muros de esta casa
de mi cuerpo (...) Nunca, como ahora,
me fue tan tierna el agua.”

“Inmensa, esta serenidad que mana.”

“...este vértigo de la luz que viste las formas de mi ser/”

“Espero, siempre espero,
en el quicio de lo posible...”

Es difícil transmitir todo por este medio, lo mejor es el bis a bis, pero, como es complicado, no quería dejar de expresarte, al menos de esta forma, mis sensaciones tras la lectura de tu poemario.

Enhorabuena, amigo mío. Disfruta de tu obra, de la ternura del agua y de su serenidad.

Un abrazo fuerte.


lunes, 29 de agosto de 2016

Vivir cediendo para crecer.




Era de noche cuando dejó el chupe al raso de la terraza, de noche y sin luna. Quiso que el quitamiedos, al que se agarraba mientras dormía, desapareciera de su vida. Ya eres mayor, le repetíamos mientras, con indecisión, colocaba el chupete en un recipiente de la mesa del balcón. Estaba medio convencido que el chupete tenía que volver con sus papás-chupetes en la luna; un cuento mágico que estaba haciendo su impacto en el centro de sus emociones. Y se fue a dormir mirando para atrás, por si acaso no sucedía el viaje lunar. Vino después la mañana, y comprobó que no estaba, en la terraza, ese tesoro preciado que había dejado  con cierto dolor. Sin lugar a dudas, era su primer arranque de generosidad, su puesta de largo en esto de vivir cediendo para crecer. Al mediodía le llegó un mensaje, sobre una cartulina naranja y una estrella-lazo de color rojo: Gracias Rodrigo- decía- por devolvernos a nuestro peque. Mientras le leíamos la misiva nos miró sin preguntar por ese resto de bebé que tanto apreció. Ya era mayor  y así lo hizo saber a media humanidad. 




viernes, 5 de agosto de 2016

Creces.




En medio de este mes de agosto, a punto de cumplir tus tres años, te veo crecer. 

Creces, hasta en tu forma de decir. Escuchas y repites lo que entiendes, como si el mundo se resumiera en esas palabras. 

Creces, sí y aunque no sabes de lo ancho o lo profundo, sí de lo que quieres hacer solo; sin ayuda de nadie. La independencia, tu medio de expresión, rompe con cualquier paternalismo estúpido que nos exige. 

Creces, con esa normalidad de los niños de tu edad. Te levantas exigiendo el abrazo, te acuestas arropado en él. Al enfado le sigue la risa y a la risa la broma. No sabes manejar los imperativos mezclados con un –“por favor”- interesado. No tienes penas, aunque llores pretendiendo conseguir el capricho del momento que nos hace preguntarnos por los nuestros. 

Creces y apuntas maneras de mando. Difícil conseguir tu favor si la orden se te impone; saltas con la tozudez de un animal, hasta quebrar las normas establecidas. Llegarás a comprender que mandar se manda obedeciendo a lo mejor para los otros. No te falta corazón para aprender esta medida solidaria de saber estar con todos. 

Creces y nos haces crecer a la par. Eres un espejo donde mirarnos y descubrir errores y aciertos, multiplicados en tu forma de actuar que nos hace seguir, aprendiendo desde  cero. 

jueves, 28 de julio de 2016

Saber cagar y reconocer lo cagado





A Rodrigo, a punto de cumplir tres años, le estamos acostumbrando a ser autónomo en esto de hacer sus necesidades fisiológicas. Por el momento hay que ayudarle. Está bien salir del paso en esto de controlar los esfínteres sobre todo porque pertenece al ámbito del crecimiento personal en sociedad.  Aunque resulten prosaico, que Rodrigo sepa hacer pi-pi y ca-ca, como necesidad mayor, salva del naufragio. Sí, del desastre de orinar o defecar a cualquiera sin previo aviso. Y aunque sea  inoportuna la demanda, da igual que ésta sea en medio de un concierto o del almuerzo, importa que la haga.


Este hablar de lo cotidiano más simple nos acerca al animal con ganas de pensar y de hacer bien las cosas. Es el precio de vivir en sociedad. Hoy pide ca-ca, mañana tendrá que enfrentar otras mierdas que no serán suyas; y  puede que huelan más. Y aunque nunca comprendí que la mierda diera suerte, ahora entiendo que es una lotería esto de saber cagar y reconocer lo cagado.

La aventura de pedir pi-pi.



Nunca comprendí que la mierda diera suerte. Ahora entiendo que es una lotería que el pi-pi y la ca-ca, aunque resulten prosaico, se pidan como la necesidad mayor que salva del naufragio. Sí, del desastre de orinar o defecar a todos sin previo aviso. Y aunque sea  inoportuna la demanda, da igual que esta sea en medio de un concierto de Jazz o del almuerzo, importa que se haga. Este decir de lo cotidiano  nos acerca a lo más primigenio del animal con ganas de pensar y de hacer bien las cosas. Es el precio de vivir en sociedad. Hoy, Rodrigo, apunto de cumplir tres años,se acostumbra a  pedir ayuda ante la necesidad fisiológica, mañana tendrá que enfrentar otras mierdas que no son suyas y estas puede que huelan más. Está bien salir del paso en esto de la porquería pero mejor enfrentarla.

miércoles, 13 de julio de 2016

TODO FLUYE.




Hace unos días Efi Cubero colgaba en mi muro de facebook este comentario sobre el poemario El nombre secreto del agua.:

"Tres partes para un río que avanza en armoniosa soledad buscando "al ser del verbo, con el anhelo/ de darle nombre al agua" y comienza suave, en borbotó de vida para abrirse desde esa luz concreta a la voz expansiva. Tres heridas de agua sobre el tiempo a la búsqueda siempre de ese enigma que nombra la intimidad del mundo. El agua es una excusa para ahondar en sí mismo, en el ser y su esencia, en un secreto que nos llega de lejos desde esa urdimbre que atraviesa tiempos enlazando pasado con futuro pero hallando conciencia en el presente. Y todo, al ser nombrado, matiza los lugares por donde avanza el sueño, la propia realidad rehecha y recreada por la fresca palabra. 

Anhelo de excavar y hallar de nuevo la veta primigenia, algo grande y distinto que, siendo tan terreno, nos devuelva aquel alma de señalar lo audible del silencio. Solos en el origen que designa un sentido, desdoblando los mapas, midiendo las volutas que pronuncian lo sencillo y complejo, profundizar ensueños, constatar realidades, y leer este libro de Faustino Lobato Delgado, que acaba de llegar y recomiendo, y que estoy disfrutando, navegando por él y recorriendo márgenes que sabemos huidizos...Como el agua.


Gracias, mi querido Faustino, por el regalo impagable de este libro. Un abrazo."

Vaya desde este espacio mi agradecimiento a Efi por estas palabras. Y otro abrazo.

lunes, 11 de julio de 2016

Como un verbo en el revés del silencio.



Miras y ordenas con rapidez, mientras los verbos se atascan en tus labios con frases que quieren decirlo todo, sin llegar a completar nada. Es tanta la emoción de contar, hasta el mínimo detalle, que te faltan adverbios para los sueños y artículos, para atar tu realidad. 

Cómo saltas mientras narras y te haces entender: Es la playa y las olas y los nuevos amigos, citados por orden; son los últimos dibujos animados de la cadena Baby.Tv; y los cumple años de los primos, a los que te adelantas al apagar las velas. No pasas de los tres años y coloquias como si tuvieras cuatro. 

Rodrigo, no sé qué será de los dos sé lo que somos en este momento, dos seres creciendo en ángulos dispares; tú para subir y yo para bajar. Cómo expresar con palabras lo que siento al contemplarte. Estás en este punto donde todo se confunde y la broma supera el juego y el juego da paso a la norma y la norma señala el doloroso norte. 

Gritas y parloteas, ríes y lloras, dices "no" cuando quieres decir "sí", y todo se vuelve una masa donde, a veces, tenemos algo que callar para dejar que tú manifiestes tu ser único. Gracias hijo por estar aquí y porque nos haces ser, porque  eres como un verbo en el revés del silencio. 

viernes, 8 de julio de 2016

Como suceden los árboles, de Maribel Tena.

          
 Como suceden los árboles, último poemario de la escritora Maribel Tena, mi compañera y amiga. El título, corresponde a los versos de una de las estrofas finales del poema de contraportada: Si sucedemos/ como suceden los árboles. Este sintetiza lo que el libro desarrolla.

               El poemario, editado por La Penúltima-editorial, vio la luz este mayo de 2016 y en la ciudad de Valladolid. Estas notas de crédito son significativas ya que  contextualizan formalmente el poemario de Maribel Tena en plena primavera y en la ciudad del mejor castellano hablado, Por otro lado, hay que resaltar de esta edición su cuidada manera de envolver los versos de esta poeta villanovense  que siempre nos sorprende.

               El poemario consta de tres partes definidas que van desarrollando este suceder de los árboles, 1) Raíces verticales (pág., 9); 2) El perímetro del incendio (pág. 31); 3) Aspiración del fruto (pág. 51).  En la primera parte los versos nos hablan de la realidad más próxima, esa que está en el propio crecimiento de nuestro ser y fundamenta lo que somos, un permanente despertar que se hace lección;  en la siguiente, los poemas cobran una gran intensidad al desarrollar esa meseta de lo cotidiano donde vivir se convierte en una necesidad solemne que nos devuelve contraluces  habitando lugares insólitos y sin dejar de domesticar nuestra existencia; y en la última, los versos se hacen puntos de reflexión que nos llevan a los anhelos universales que no dejan de ser voces vivas que empujan al valiente seguir y adentrarse sin resistencia alguna.


               Para acercarnos a este poemario, y con todos mis respetos a su autora, seguiré un método de análisis que permmita ver cómo es la arquitectura literaria e intencional del autor. Este métodoconsiste en leer los primeros y los últimos versos de cada una de las partes observando su complementariedad y coherencia. Hay que decir, sin ambages, que el poemario, éste en concreto, tiene una arquitectura literaria impecable y sugerente, y que -independientemente de análisis- merece la pena leer dejándose llevar por sus versos.  

               En la primera parte, Raíces verticales, los primeros versos son el cimiento perfecto de todo lo que se desarrollará después, diciendo así: Al pasado siempre le sobrevive/la memoria del pasado.  A esos versos le unimos los versos finales para descubrir cómo estos complementan el meta-relato: Bien valen algunas canas/ lo que aprendí de tantos viajes/ un territorio que nunca era yo misma. / No quiero más tiempo que este. / Sea.

               Esta parte nos lleva a combinar el pasado y el futuro sin perder de vista la realidad del presente. En los versos de este capítulo hay mucha coherencia argumental, una reflexión que aborda ese arrasar de la gravedad y la desmesura de mirar aquello que uno fue y  que sin remedio mantiene lo que se es.  En esta primera, el yo literario tiene la capacidad de hacernos mirar, al lector, desde los ojos migrantes de la grulla “movida tan solo por la fuerza de la costumbre”. La costumbre, la bendita costumbre que nos mantiene en el norte de unos abrazos, de lo cercano, provocando ese escaso idioma: // cada abrazo prende la mecha/ de un pequeño verbo incendiado.

               En la segunda parte, El perímetro del incendio, y siguiendo el esquema de análisis propuesto se observa que comienza con una estrofa de cinco versos que habla de viajes: Nadie debería marcharse/antes de haberse convertido sus manos/ en este quebradizo pergamino/ bajo el que se lee/ el mapa de nuestra sangre. Y es en este mapa, que marca la orografía de nuestra sensibilidad, donde se entroncan los versos de un poema final con  notas de protesta y reivindicación y donde  lo cotidiano, como el comer, se convierten en puntos de inflexión que nos retrotrae “al rumor trágico de otros mundos/ que están en este”; “a los niños ahogados en el vino medio caro que hemos elegido”; a la adolescente/ “que lucha contra el frio con un fino plástico”… Es imposible no releer, una y otra vez este nudo de la obra, esta meditación que no pretende nada más que acercarnos a lo que somos y a donde estamos.

               La tercera y última parte, Aspiración del fruto, nos deja con ganas de más versos de este tipo, con ansias de morder más fruto de esta categoría. Se inicia con un poema titulado MAYO, con unos versos que sintetizan todo lo anteriormente contado: Demos por comenzada/ la época en que se oye a las flores abrirse/ en su aspiración de fruto.  Unos versos reveladores que nos enfrenta al ideal de lo que, como humanos, tendríamos que ser. De esta forma, los versos finales de esta última parte arrancan en cada una de las estrofas, a modo de canon, con verbos en imperativo, así: inaugura…, abre…, colma…, respira. Porque es así, si queremos mantenernos en la primavera de lo existencial tendríamos que estar inaugurando, abriendo, colmando y despacio, muy despacio, respirando y “penetrados por el misterio…” Un misterio, este,  en el  que el yo literario confiesa creer y que es el de todo aquello/ sobre el que se posan mis ojos- dice.




               Se agradecen libros como este, en tiempos revueltos como el nuestro. Un magnífico poemario de Maribel Tena, al que hay que acercarse porque en él hay esas recomendaciones valientes, como estas- con tonos  heideggerianos-, de no nombrar el ser para evitar que desaparezca: Tantas veces/ lo que está en el aire,/ lo que ha empezado a amarse sin remedio,/deja de pertenecernos si se nombra.

martes, 5 de julio de 2016

La solemnidad de lo sencillo




Hace unos días Pablo Méndez, de la editorial Vitruvio, me invitó a participar en Madrid en el Festival que esta editorial organiza todos los años. El encuentro ha sido el día 1 , primer viernes del mes de julio, a las seis de la tarde. Madrid ardía como una olla a presión. El calor sofocante hacía mas ruidosa la tierra de los parterres de El Retiro, que es donde este Festival Vitruvio se ha celebrado.

La acogida sencilla, diría parca, escueta, lo suficiente como para saber donde estabas. Por mi parte deseaba encontrarme con viejos amigos, conocidos poetas con los que he compartido foros poéticos. Estos eran Julián Borao y Carlos Guerrero. Magníficos poetas a los que admiro y sigo en sus avatares poéticos.

El festival consistíó en un recital. Cada uno de los poetas, de los que había publicado en Vitruvio este año, recitaban un poema. Se podía consumir dos minutos máximo. Hay que reconocer que algunos/as, ademas de tener muy buenos poemas, recitaron magníficamente. Entre todos los poemas, los  que más me emocionaron fueron los que recitaron  mis amigos, Carlos y Julián; me llegaron al alma. Emocionantes versos llenos de ironía y de desamor cotidiano.

Se terminó con una, a modo de, cena en uno de los baretos del parque, justo mirando el estanque central y casi con el alivio de una sombra de toldo. Preciosa vista que dejó de serla cuando las conversaciones se iniciaron y el encuentro, esta vez sí, solemne comenzaba a tomas forma. Me tocó por suerte, siempre es una suerte, con dos poetas y sus respectivas parejas: Maximiano y Cristina. Obvio el apellido y el nombre de las parejas no por maldad ni prisa sino porque en este momento no me acuerdo.

Cuando terminó este aperitiveo en El Retiro nos fuimos a un rincón del Parque en plan de bromas para terminar  después yéndonos a tomar una copa a un bar de Saez de Baranda. El cansancio del día hizo que el paseo me resultara lastimoso aunque-paradójicamente-era agradable al ir caminando con Carlos Guerrero. Este poeta, una mejor persona, es una gozada, una chispa andaluza en todo momento. Buen conversador este poeta malagueño que vive más en Cádiz que en la Costa del Sol.





















La noche no tuvo más sobresalto que el de no acordarme de la calle donde estaba el hotel mientras me montaba en el taxi que tomé a la vuelta. Se arregló porque la plaza cercana al habitáculo era conocida: Manuel Becerra.

En estos momentos , mientras escribo este relatorio, me ha llegado por mensaje de facebook la noticia de que uno de los poetas participantes, Manuel Zunzarren ha fallecido a consecuencia de un accidente de tráfico. Me ha impactado la noticia. El poemario de Maniuel fue uno de los que conseguí coger de la mesa "de gratis" que la editorial había preparado. Vaya desde aquí mi más sentido pésame para su familia y para todos los que lo conocieron, especialmente para Pablo Méndez de Vitruvio.

Termino este relato agradeciendo a Pablo y a su equipo el haberme invitado a este encuentro y por darme la oportunidad de estar, aunque fuera un rato, con algunos amigos. Gracias.

A la mañana siguiente me encontré con otro poeta Alfonso Brezmes, pero esto merece otro posteo. Y por supuesto merece también hablar de mi primera experiencia en Blblacar....


viernes, 17 de junio de 2016

Purificación, sosiego y vitalidad en El nombre secreto del agua.

Dejo en este HABITÁCULO el texto completo de Victor Bermúdez, o mejor dicho las notas de lo que fue la presentación del poemario El nombre secreto del agua, en la sede de la UNED de Mérida. Una presentación con tintes filosóficos que, además de agradarme, me reconforta. La presentación de Victor reseña perfectamente este poemario dado que todo él está insertado, estéticamente, en un contexto filosófico. La mayoría de los aspectos que toca en esta disertación-reseña tocan el corazón de la obra, El nombre secreto del aguaVuelvo a darle las gracias a Victor Bermudez, mi amigo y compañero, por esta magistral presentación. 



"Es un honor para mi presentar este poemario de Tino Lobato, editado por la prestigiosa editorial Vitruvio, en esta insigne y siempre acogedora casa, que es la sede de la UNED en Mérida. Gracias a Irene Mañas, su directora... por su siempre generosa disposición... y a Paco Molina, profesor de esta casa, por sus gestiones....


Dios y misticismo.

Decía Jerzy Grotowski, un famoso gurú del teatro de vanguardia del siglo pasado, que el artista no debe actuar, escribir, pintar... para el público (esto le convierte en un artista fatuo, frívolo), pero tampoco para sí mismo (esto le hará ensimismado, neurótico...). ¿Entonces? (preguntará alarmado cualquier hombre moderno de los que hay en la sala). Si fuera creyente, decía Grotowski, diría que para Dios, como soy ateo (y moderno), decía Grotowski, no sabría cómo decirlo... Pero no es tan difícil decirlo. Actuar, escribir, pintar para “Dios” es hacerlo mirando hacia un cierto ideal de perfección que no puede estar ni en la imperfección del mundo ni en la nuestra."

Esto no es nada nuevo. Ya los griegos pensaban que la inspiración era una suerte de locura o posesión divina. El sustantivo entusiasmo procede del griego ἐνθουσιασμός que viene a significar etimológicamente algo así como 'rapto divino' o 'posesión . Pero en la modernidad, esta posesión se vive como negatividad, como ausencia, como desesperación, silencio, o como una especie de inmanentismo mágico y “presocrático”... Aunque ni siquiera este “enthousiasmós” moderno es nuevo...

“Neti, neti”... decían invariablemente los viejos brahamanes a sus discípulos: “no es eso”, “no es eso”... Nada de lo de este mundo, nada que puedas decir se corresponde con aquello que buscamos ser y representar... Es otra cosa siempre la perfección, aquello a lo que dirigimos nuestros deseos, rezos, versos o besos...

El deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe... una hora cuya rama no existe”, decía, de nuevo más modernamente, " Cernuda.

Esta teología negativa de Dios, que lo identifica como lo que no se deja identificar con nada, y lo dice como lo que no se deja decir... es la que corresponde al espíritu moderno, es lo mejor que puede hacer este espíritu, después de haber matado a Dios, y a la Razón, para quedarse con esas formas negativas suyas, que son la nada (lo que no es nada concreto) y lo inefable: lo que no se puede nombrar pero es, a la vez, lo que – como nombra Heidegger – se oculta, secreto, en todo nombre, como alude nuestro poeta en el título de su libro...

A ese innombrable Dios, (parece hablarle) le habla nuestro poeta cuando dice todo lo que dice (cuando dice (abran el libro por) la pág. 26:

Cómo romper mi ansia de vivir
en la bóveda de lo improbable,
saber de tu voz,
dejar que tu abrazo me bañe
hasta la última coma de mi cuerpo




¿Quién es esa voz? ¿La voz secreta del agua?  Pero será un agua divina, como la de Tales de Mileto, que nos mueve al ansia de sacar la cabeza del agua (o meterla hasta el fondo) hasta esa bóveda de lo improbable...

Tino Lobato se desnuda, como debe hacer todo artista – volvería a decirnos Grotowski-- , se desnuda, nos sale al camino, y nos invita a bañarnos con él, paralelamente a él, en él, más allá de él,  en la corriente del verso de este nuevo poemario-río...

“El agua fluye, y me siento río, guardián de la memoria, del mar y de las islas”

El poeta nos llama (en todos los sentido de la palabra llama) a sumergirnos, místicamente (la inmersión es un “vuelo a la inversa”, nietzscheano, dionisíaco, presocrático) en ese viaje secreto del agua. Pero, a la vez, es un viaje, dice el poeta, hacia un cauce o mar de nubes, esa bóveda de lo improbable, donde está el sol, dueño de sus apenas nombrables retazos o reflejos...

Yo diría, así, que el río de este libro va haciéndose entre las dos orillas de lo místico... Entre esa teología positiva del misticismo heracliteano que conduce a Platón y la luz (la dialéctica-río que reconoce a la razón común como medida y a Dios como la unión de los contrarios – lo real y sus sombras--), y el misticismo invertido de Nietzsche, absoluta teología negativa, que nombra a Dios auyentando todo nombre y se consagra a el en la celebración de lo diverso, lo profano, lo “absolutamente superficial”...

Entre estas dos orillas, en remolino y en paralelo, están el poeta, su vida, su poemas, y sus lectores...

Si la experiencia poética (o estética, en general) pudiera describirse como una especie de inmersión o baño emocional en el que el lector y el texto (el bañista y el agua) se descubren como lo mismo (tal como en la experiencia científica descubrimos, también, la identidad entre pensamiento y realidad) este libro les dará a ustedes un buen baño, con todos los efectos asociables al baño: purificación, sosiego, vitalidad....



Hablamos de purificación en un sentido intelectual... Hay una cierta purificación en la dialéctica. Purificación de errores. Toda creencia en algo es errónea. La dialéctica verdadera no te deja caer en la más mínima verdad...

La dialéctica se hace, en la obra de Lobato,  un remolino alrededor de esas piedras con memoria que son sus versos...

“el misterio de la danza en la sangre del poema”

Dialéctica y anti-dialéctica, diálogo y danza, Heráclito/Platón, Nietzsche/cualquier otro...
Dios como presencia siempre ausente y Dios como ausencia siempre presente...
La unidad de lo diferente, y la diferencias en lo uno...
La mismidad de lo variable, y la variabilidad de lo mismo...
La forma de la materia, y la materia pluriforme...
El decir lo indecible, y lo indecible del decir...
El nombre del río, y el río de cada nombre...

“Todo fluye / contrapunto de las palabras / que quieren describir el cauce del agua / en esta inmensidad de la Tierra”

De un lado, la realidad, cambiante, metamórfica como el río de Heráclito, realidad que no admite nombres que la fijen o represen... (ten); cada vez que lanzamos las redes del lenguaje al río de lo real, salen vacías...

Cómo poner nombre a los trozos de sol
pegados a cada instante (pag 42)

Pero, a la vez, esta fluencia o confluencia es, es algo, es río, es ley de agua, es hidrológica: nunca cambia que todo cambie, la materia, el agua, no es más que fórmula, nombre transparente al logos, pura y única luz...

“Cada día estreno luz en el borde / de las márgenes (…) sueño con la fuerza que desvela / el calor del paraíso”

No es ningún secreto que el nombre del agua y lo que corre debajo, lo que llueve, empapa y deshace a los nombres (y a los hombres), nombre y agua, nombre de agua y agua sin nombre, son el alfa y el omega (o uno de sus nombres) del pensamiento, de la reflexión, esa forma esplendorosa de vivir (pero por esplendorosa, también poblada de sombras) sin la que, como decía Sócrates, la vida no merece la pena.

Esta dialéctica-río, purifica porque habita, inunda, mueve al que se sumerge en ella y se siente:

Agua entre tierra y fuego, lucha de contrarios (pg.40)

Agua con que ablandar y moldear el barro de la tierra, agua movida por la gravedad, pero también, en ratos sublimes, por el aire que separa y acaricia las cosas, y hacia la luz que acaso las quema y comprende...  

Estoy ahí, ante este universo que cambia
bajo ese nudo del aire que limita las orillas
de los ojos.

También el alma es a la vez río y nombre, fluido y luz,

“Piel de la bruma, bendición del fuego”

un río serpenteante

“que busca el equilibrio en estas curvas
del verso..”

entre la tierra y el aire

“caudal que arrastra la memoria de las piedras y refleja el alma de las nubes”



El baño, el agua, también produce sosiego. Melancolía.

Otro efecto de la inmersión en la obra de Tino es... como el que típicamente tiene uno al mirar la corrientes de un río, o el caer de la lluvia... Un sosiego melancólico. Triste, sereno. Liberador.

Por qué este deseo de darle nombre a la nada
imaginando abrazos en la utopía. Por qué.

Al fin, es...

imposible detener esta corriente que arrastra la luz
hacia aquel horizonte de aguas (32)

Vivir es...

un sendero blando que marca el tiempo / en el cansancio de las márgenes

Porque yo.... (dice el poeta, podemos decir todos...)

No tengo más que el ímpetu del aire,
torbellino que estrena la magia de las tormentas,
más allá del temor. Un presente con alas
que desvela el revés del Paraíso
en la página cero. 47

Y que recuerda aquel verso sublime de Cernuda:

Cuando la muerte quiera

una verdad quitar de entre mis manos,

las hallará vacías, como en la adolescencia,
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.


Tanta melancolía provoca el deseo de disolverse en esa corriente,

“en este ronronear del agua, desaparezco..”

en la paz absoluta, esconderse en el silencio (“me escondo en el silencio”), volver a la tierra, “donde habite el olvido”, en  

“un tiempo sin encuentros que habla / de abrazos que no fueron; del silencio / de la creación; de una tierra que me invade”... “otros paisajes, sin héroes ni princesas / en este fluir de agua y amapolas”... Quiero regresar al lugar del sueño, / sin alas... 62


Vitalidad...

Pero no todo es melancolía. También, y al fin, la experiencia del baño, de la inmersión estética, es vivificante. El poeta encuentra ese contrapunto, de nuevo dialéctico, a la melancolía, en dos elementos: en los otros, y en el arte.

En los otros, alrededor de los otros, se articulan alguno de los más hermosos poemas del libro. El primero...

Nunca, como ahora...
Nunca sentí el vértigo de las miradas que me afirman
y nombran en el caudal de otras orillas.

Más adelante:

Cómo olvidar  
esa multitud de miradas que invaden mi alma,
como un rumor de mareas 42

El otro es:

Eco que refleja mi orilla con ansía de paraíso

Así que.

Por qué no declarar el sustantivo
del amor que me sorprende

El otro contrapunto de la melancolía es el arte...

la vida que arranca
trozos de cielo al atravesar los límites del agua (35).

…Como rocas que sobresalen...

Una roca en la ribera, atalaya
que contempla el sueño de las cañas

Una roca, un verso... Los cantos rodados que son las estrofas...

las estrofas, cantos rodados, se pegan
al ser del verbo, con el anhelo
de darle nombre al agua (poema final)

Pero el ser, piensa el autor, es más bien verbo, corriente, río...

Y la corriente del verbo y la piedra de las estrofas
fíjense que remolino forman.

Ese remolino,
que no deja de moverse, ni de ser el mismo siempre,
dando vuelta a sí y lo que lo rodea,
y que a veces se hunde en un agujero melancólico
y otras asciende en espiral de vapor hacia los otros y la luz
eso somos...

Y ese es este libro río de Tino Lobato.

Dense en él un baño de realidad,
en el sentido más dialéctico, melancólico y vivo de la palabra realidad...


 Víctor Bermúdez
El nombre secreto del agua.

Mérida, 13 de junio


MIS VISITAS AL MUNDO

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Tiene Lisboa sonidos de agosto