lunes, 19 de noviembre de 2018

EL NOMBRE SECRETO DEL AGUA, de Faustino Lobato Delgado

Una reseña de Santiago Méndez. Tomada de facbook

             El agua tiene un nombre y es tarea del poeta descubrirlo. Así podría resumirse el título que engloba el libro de Faustino Lobato. Pero en esa definición, que no búsqueda, el lector se deja transportar por el fluido. Y lo desea, porque el agua hace volar sobre la corteza del miedo, "se convierte una oración". El agua y su fluir describe con fuerza la pregunta de lo inconfesable.
                Verbo y Paraíso. El agua, la identifica el poeta con el verbo, la palabra benéfica y sanadora, las palabras "quieren describir el cauce del agua/en está inmensidad de la Tierra". En el ansia de infinidad y la descripción del fluir continuo aparece el "", como pregunta, porque aún no está y la pregunta se ha convertido en río.

             Es en ese momento cuando aparecen las sombras, ya no es agua que fluye limpiamente sino cauce en el que crece el espejo oscuro de los juncos y y el viento naufraga por los rincones del limo. No es lineal la poesía de Faustino Lobato. Destila vida, miedo, oscuridad, dudas y el poeta se refugia entonces " en el silencio...guardando la melancolía de las horas".

               En la segunda parte del libro, el fluir deviene cambio, transformación. Todo fluye y todo cambia. El agua sigue su curso, pero ante la derrota previsible de que no alcance el infinito al que poeta aspira, éste se fija en el viento, en el aire, en la brisa de los abrazos para resistir al infierno. Y baja el libro a la carne, a la "sangre del poema", al incomprensible vértigo del sexo "que arranca trozos de cielo" frenando el sabor amargo de la vida.

           Las rocas de río, los elementos, la naturaleza en suma, transitada en poesía, identificada con el texto mismo - una piedra es verso o viceversa-, aligera el dolor. Es un libro tremendamente humano.Y contemporáneo. Conecta o, más bien, se inserta en una gran corriente estética y espiritual que reacciona frente a la dualidad del ser, desgajado por un sistema de vida de anhelos y frustraciones.

               Las palabras vienen en ayuda del poeta que se sabe frágil y, tras constatar que todo fluye,y mejor que así sea, percibe las cadenas de lo prohibido, de las limitaciones y de la sabiduría aún no hallada. Por eso, en esa aventura a la que invita al lector, nos encontramos de pronto en la necesaria transformación: " la caja de los sueños" no se impone al "mensaje de las sombras". Desde la orilla del agua, el poeta constata, como Camus, la indiferencia del universo: "La indiferencia cubre la gravedad de las raíces". Se impone, pues, el combate para no caer en un existencialismo estéril, la lucha de los elementos ante la mirada del poeta "En medio de este sentimiento del agua, surge la lucha de la Tierra y el fuego, un combate que re e en los límites del alma". Una lucha de contrarios que el poeta no esperaba en medio de sus versos.

              Faustino Lobato podría haber tomado el camino fácil, con "happy end" de película americana y concluir el libro por donde lo empezó, cantando al fluir del agua, al río que todo lo cura, incluso la herida del sexo. Pero esa primera parte quedó en una proclamación. Constata con el canto al agua y las citas de Houellebecq y Heráclito que todo se mueve hacia un paraíso que puede estar en el otro, en el ser amado o, como se invita a creer constantemente en el interior de uno mismo. Sin embargo, la lectura confronta cada vez más con la duda del camino que hay que seguir sin romper un invierno acogedor. "Camino por la herida de las sombras, un pulso con la soledad que me acerca a la muerte". Preguntas cuyas respuestas han de encontrarse mediante la transformación "bajo esta realidad que se resiste a morir". El cambio es duro y ha de sufrida su proceso en soledad "En esta soledad del cambio beso la angustia de las pérdidas, la sonrisa de todos los encuentros". Esa necesidad de desprenderse de la camisa vieja, como las serpientes, se topa con la fragilidad del cuerpo, hecho ya agua, consciente de que ha de navegar en ella. Asistimos a ese proceso que se nos muestra sin rubor, la duda ante la redención evidente: " Por qué no declara el sustantivo del amor que nos sorprende". Tanta es la duda, que, inopinadamente, pasa del "yo" al "nosotros", apoyándose en el lector universal para resistir ese proceso.

           El poemario viene resumido en estos versos, de una conexión tan actual con la búsqueda del propio ser en medio de la alienación promovida por el consumo, la desigualdad y la impotencia del afán constante por poseer cosas: "Nada permanece porque la vida, como el agua/tiene ese tono de remanso/semejante al amor que renace(...).Nada permanece todo es sueño, /movimiento, huella de misericordia/ en la orilla de lo posible".

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