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viernes, 2 de noviembre de 2018

FINAL O PRINCIPIO





Me asombro al mirarme
en tu lago herido: Tu cabeza
de tormenta, tu boca acristalada,
tus manos borrachas de caricias.

Pregonas el final,
un principio sin violines, el tránsito.
Brotar de la vida en otro surco.

Amanece, tu carne se despierta de luz.

lunes, 31 de agosto de 2015

La carne del poema. Comentario al poema.


En la cuarta y última parte del poemario Las siete vidas del gato, en la página 97, aparece este poema. Una reflexión que parece de muchas cosas pero que sólo es de una: la del saberse humano y creciendo.
Grita la mañana, la lluvia. La inocencia pasa 
con arreglos de nostalgia soportando la limosna 
del saber. En este pasar de los monstruos del miedo 
el llanto se acomoda en los bolsillos. Empieza a clarear. 
Tiempo incierto. Llueve ilusiones en las manos 
siempre atentas al vuelo Los ojos se acostumbran al invierno.
Una oración graba el momento, la muerte llega de puntillas.
La carne del poema se revela en el centro animal 
que lucha con el verbo de las horas vigilantes.


En los dos primeros versos aparecen esas expresiones que hablan de la inocencia perdida, o de ese paraíso en el que los humanos estamos instalados durante muchos años hasta que la ciencia, buena por un lado, nos desnaturaliza hasta arrancarnos de esa felicidad primigenia. 
En el tercer verso, cabalgado, continúa la reflexión de la perdida, ahora contemplando el hecho mismo del miedo. La pérdida de la inocencia hace que surja el miedo Y este  se instala, como parte de la gravedad de lo inseguro. Sólo el llanto de aceptarnos sirve para superar esta toma de conciencia, de la terrible consciencia del saberse humano. 
En el quinto verso encabalgado, y en un contexto de incertidumbre, aparecen las ilusiones. Estas se sitúan en el momento feliz de la juventud, cuando el ser quiere volar alto.
                            Los últimos versos son elementos que complementan la reflexión
En el séptimo verso, aparece la muerte. Esta es la eterna compañera. Es la oración, atenta y sencilla, la que muestra, aunque parezca paradójico, el significado vital del morir.
La reflexión sobre la carrera humana, que es en realidad de lo que trata  este poema, termina con un sentimiento de ars poética, de metapoesía. En realidad es el poema el continente de los verbos que desvelan el siempre estar vigilante del ser humano. Así es el poema, una lucha entre la emoción y el verbo a colocar, entre la intuición pura y la técnica a aplicar.


martes, 4 de agosto de 2015

Solo sé que me besas (comentario al poema)


A todos los que, como mi padre, sufren de párkinson.
No sé si los encuentros favorecen 
la tortura de esta vasija quebrada 
dejando que el sueño venza al horizonte. 
No sé.

Adán se desnuda, olvidó la manzana.
La excavadora pasa ante su puerta
colgada al ruido de la luz y de la calle.

No sé si la carne o el espíritu están preparados
para acoger este corrillo de manos. 
No sé si al creador se le olvidó soportar la vida 
dejándola a su suerte. 

No sé si escucha o se olvida 
de entender porque no oye. Realmente no sé 
si las sábanas amortajan o embozan 
esta fragilidad del campo de batalla.


Solo sé que me besas 
encendiendo un instante 
la luz de tus ojos. Después 
sigues con tu lucha ajena al creador.


(De Las siete vidas del gato. Imcrea. pág.11)



El poemario Las siete vidas del gato se inicia con unos versos surgidos de la reflexión ante la imagen imponente de mi padre que, día a día, se deterioraba en su movilidad.

La primera estrofa, más que una afirmación, es una pregunta ante el hecho de ver sufrir a alguien que tomaba conciencia de como sus hijos percibíamos su decrepitud. La expresión la tortura de esta vasija quebrada indica, sobradamente, esta situación.  En realidad, no deja de ser un tormento verse morir pero más que los demás te vean en semejante estado. Hay que decir sin pudor que estas son reacciones propias de los seres humanos cuando al pensar su razón le dicta el hecho de  la vida sin admitir lo contrario. La tercera y la cuarta siguen en la misma línea de incertidumbre.

En la tercera estrofa hay dos partes. Los dos primeros versos se refiere a ese momento en el que  la demanda de ayuda, espirituales o no, empuja a múltiples respuestas: corrillo de manos. Los dos últimos versos es una protesta existencial que media entre el agnosticismo y la rabia del creyente defraudado. Los primeros versos de la cuarta estrofa continúan narrando poéticamente la protesta ante esta creación en la que los dioses juegan con los humanos y es el fatum el protagonista. Es como si las divinidades se hubieran olvidado de su creación. Los últimos versos de esta estrofa indican la situación del lecho hospitalario como un campo de batalla.Tanto en una, como en la otra, estrofa las expresiones y metéforas vienen a ser una forma amable de suavizar el drama de la fragilidad, de los últimos momentos de la vida.

La quinta estrofa, con ese tono amatorio, subraya el momento de lucidez que todos los enfermos tienen en su fase agónica, así como su descenso a la situación del coma irreversible. Posiblemente no tendría que haber escrito este poema de no tener esta quinta estrofa que resuelve las incertidumbres en una afirmación contundente: enciendes la luz de tus ojos. Este instante vale por todos haciendo que el dolor de la muerte no termine en un duelo absurdo sino en esa afirmación de lucha  por encima y más allá de las debilidades del ser humano.

jueves, 30 de julio de 2015

Impulso (Comentario)



Entre los poemas de Las siete vidas del gato había algunos con matices de reflexión literaria, como este de la página 99 compuesto de dos estrofas. Este se encuentra en la última parte del poemario, de las cuatro en el que se divide. En realidad, es complemento de otro poema precedente: La carne del poema.


      No me detengo ante el verso 
     sino ante la herida del poema.

    Mañana ya es tarde 
   para dejar un regalo 
   entre las páginas 
   de sus sueños.  

(De Las siete vidas del gato. Imcrea. pág. 99)


La primera estrofa, que contiene una metáfora  con la expresión "la herida del poema" , indica ese momento difícil de la creación literaria. Crear es doloroso, un dolor como  el de un parto; es dejarse llevar por la confianza de ese verbo, a veces, extraño que le cuesta brotar; es  el deseo, no siempre, frustrado del mejor verso. La herida del poema es eso la huella de una creación dolorosa, confiada y anhelante en ese querer decir aquello que las palabras son incapaces de expresar.

En esta estrofa hay, también,  una referencia directa a la emoción vertiginosa que me provocaba la inminente muerte de mi padre. En sí esta es la metáfora, la herida, que intenta expresar ese sentimiento. Aunque,  a pesar de todo, hay en todo ello un no saber cómo decir lo que se  siente, una  gran incapacidad para gritar la emoción contenida ante semejante hecho.

La segunda estrofa es una referencia clara a esa impotencia descrita en los primeros versos. Urge escribir el instante, ese en el que el impulso emocional pretende decirlo todo. A decir verdad, lo que se escribe no es más que un regalo, y este caso era una forma de acoger la gratuidad del momento.
Los poemas, todos los versos, eran un regalo que la propia vida me hacía. No era yo el que escribía sino que eran los versos los que escribían en mí.


Tanto en una como en otra estrofa hay un hecho imponente, que se escapa a toda explicación y que está en el hecho  mismo de escribir. Digo se escapa porque escribir es un acto de humildad donde el alma se doblega ante el verso, ese verso que se impone repleto de verbos, de palabras que van más allá de la propia emoción aunque la contenga.

En las dos estrofas, pero especialmente en la segunda, se expresa usa realidad evidente en todo el poemario: la de la urgencia por plasmar los sentimientos que me provocaban el contemplar  el tránsito sencillo y solemne de mi padre hacia otro estado. En definitiva, estos versos, hablan de ese libro de la vida donde las páginas de los sueños están por abrir. 








martes, 28 de julio de 2015

El signo cifrado de las miradas (comentario)



Llegó con el susurro de la luz 
acodando su aliento en la pared. 
Su abrir los ojos fue un gesto creador 
capaz de dibujar rostros en el semblante 
del aire. No había otro entendimiento 
sino el signo cifrado de las miradas. 

Después, tú y la rebeldía de tus labios
persiguieron la herida 
del camino.

( De Las siete vidas del gato, Editorial Imcrea. pág. 39 )



Estos versos, de la segunda parte del pomario, describen la llegada de la muerte.  Esta es difícil de aceptarla aunque sea la otra cara de la vida. Nunca pensamos que está relativizando el dolor de pensarla. Una forma de relativizar la vida. 

En el primer verso se confunde la muerte con el susurro lento de la luz. Esta expresión es en sí  una metáfora que describe el 
alba. Es la misma luz que, como el aliento, se hace sentir sobre los muros. 

El tercer verso, con ese gesto creador de abrir los ojos, es una forma de recibir a la guardiana del ultra-mundo. A este verso le siguen  otros versos que parecen hablar  de la recuperación espontánea de quien se muere con ese "dibujar rostros en el semblante del aire". 

El quinto y el sexto verso dan la clave del despertar repentino de quien, moribundo, parece volver a la vida: un entender más allá del propio entendimiento. Este es el código cifrado que permanece en quien se sabe morir

En los cuatro últimos versos, se  rompe con el sentido de la narración poética al pasar de la tercera a la segunda persona. Un tú literario con el que se dialoga significando, de esta forma, a la propia alma. El alma toma conciencia del  tránsito vital, anotado en el último verso  con la expresión "la herida del camino".


lunes, 27 de julio de 2015

Ecce homo. (Comentario)



Quizás sea este uno de los poemas que mejor expresa lo vivido en aquella habitación de hospital. Fue en ella donde la  visión de mi padre, moribundo, se convirtió en la imagen universal, en el símbolo, de todas las muertes. Es por esto mismo el título de Ecce homo. 


(En el hospital con mi padre)

Levanta las manos, eran raíces 
buscando el aire. El silencio 
arrasó todos los instantes del pasado.

Nada, no había hambre de nada 
solo suspiro en un aparente deseo. 
Todo en un cuerpo imaginado.

Ecce homo, gritan el espacio, las paredes, 
dando nombre a las formas.
Tendido en los sueños confiesa su inocencia.


( De Las siete vidas del gato, Icrea. pág. 33)
En la primera estrofa simplemente se describe lo que había, situando el silencio como protagonista del momento. El solemne silencio, este que se hace patente en medio de la vida con dolor aceptado. Después, en la segunda estrofa, con tono nihilista, volví a hacer que apareciera el suspiro, y este  en el marco de los deseos. La fragilidad se hace patente en este momento.
La tercera estrofa repite de forma reiterada  ¡Este es el hombre!¡Este es el hombre! Una expresión que señala la realidad del ser humano, nombrándolo. Porque en el hecho de nombrar hay una manera de entender. Aquí, se nombra lo interior, la forma, no la materia que iba desapareciendo. 
En los últimos versos, ni siquiera una estrofa, el hombre se rinde a la evidencia de lo frágil. Por esto era mejor decirlo con estos versos en los que los sueños marcan lo deseado, lo nunca hecho. En sí, el hombre es un sueño por llegar.
La expresión con la que finaliza el poema, Una bolsa de regalo para envolver la vida, es una manera de decir que todo lo dicho era algo que se me daba a contemplar gratuitamente. No siempre se está dispuesto a mirar la vida desde este lado de lo inútil, desde la nada, del lado trágico de la muerte. En definitiva, el poema, este poema, no es más que el grito de un aprendizaje, el de huir de las apariencias y vivir con intensidad desde lo que realmente soy: un ser en tránsito.



viernes, 24 de julio de 2015

Donde los versos sobran. (Comentario al poema)




Eran los últimos momentos de mi padre. La habitación del hospital se hacía cada vez más grande, más deshabitada, más fría. Solos, frente a frente, mi padre y yo y, como premio, el gesto de la mirada. El  poema resuelve, en tres estrofas, la emoción de ese solemne gesto convertido en diálogo de miradas:


Lo miré desde la victoria de un mundo 
a punto de sucumbir. Me miró sabiendo 
que no había derrotas sólo la vida 
en cada presente plantado.

Y en ese diálogo de miradas, donde los versos sobran, 
nació la luz dando forma al gesto, 
a esa tarea de mirar atardeceres por sorpresa.

No hay nada que decir cuando mira 
sin encontrar el rastro de la palabra.

(De Las siete vidas del gato. Imcrea.pág. 35)



-Comencé con unos versos, aparentemente tristes, con unas expresiones que hablaban de como la muerte estaba ganando la batalla, así el enunciado: "desde la victoria de un mundo a punto de sucumbir". Después, se me antojó rematar los versos con algo que diera un tono más positivo diciendo que lo que sucedía no era una derrota sino un triunfo de la vida misma hecha de presentes "plantados".Era cierto mi padre moría con la dignidad de quien sabe aceptar los momentos difíciles, de ahí la expresión "presente plantado".

-La segunda estrofa, apunta a ese momento íntimo, donde los seres humanos se encuentran sorprendidos por lo que está sucediendo, en el hecho de irse apagando una vida para nacer en otra. Así, la expresión: "nació la luz dando forma al gesto" le da sentido a todo lo que sucede y el mirar ya no es un simple mirar sino un encuentro con otra dimensión a la que no siempre se está preparado. 
-En la tercera estrofa intento resolver los interrogantes que, indirectamente, me habían surgido en  las dos estrofas anteriores. Lo hago con unos versos que sugieren  el silencio con ese "no hay nada que decir" .

De esta forma, y con todo lo expuesto, el título cobra sentido al decir que sobran los versos. En realidad, cuenta el hecho de no poder escribir la emoción del momento. No tenía palabras capaces de describir lo que allí sucedió... 

miércoles, 22 de julio de 2015

No había nada (poema y comentario)



No había nada,
nada
sólo silencio,
el suspiro del primer instante
cuando el creador de seres
terminó de mezclar el barro y la sangre.
No había nada,
solo el soplo,
el pensamiento
sobre el vacío.

(Del poemario: Las siete vidas del gato. Imcrea editorial. pag.15.)

Hace tiempo que escribí este poema que aparece en el libro Las siete vidas del gato, editado por Imcrea.  El poema se inspira en aquel otro de Enuma Elish, el poema babilónico que da base a los versos del capítulo segundo del libro del Génesis, en la Toraj.

El poema tiene dos partes: La primera hace referencia al ruaj o a lo que otros llaman alma; la última parte hago mención, de manera implícita, al logos inspirador, al dabar-yhw. a la palabra-pensamiento que está por encima de la propia realidad y del vacío.

domingo, 11 de diciembre de 2011

No había nada



No había nada,
nada
sólo silencio, el suspiro
del primer instante
cuando el creador de seres
terminó de mezclar el barro
y la sangre.

No había nada, solo
el soplo, el pensamiento
sobre el vacío.



Del poemario "Las siete vidas del gato". Imcrea Editorial. Badajoz.2009

MIS VISITAS AL MUNDO

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Tiene Lisboa sonidos de agosto