viernes, 20 de mayo de 2016

PRESENTACIÓN DE MILA ORTEGA A “EL NOMBRE SECRETO DEL AGUA” DE FAUSTINO LOBATO




Quiero compartir con todos la presentación de Mila Ortega a El nombre secreto del agua.


"Muchas gracias a todos por acudir a este acto. Especialmente saludo a los contertulios de Página 72 y a Tino. Quiero, de todo corazón,  agradecerle que me haya dado la oportunidad de participar en este proyecto poético hoy culminado, aunque sea solo en la pequeñísima parte que puede, y debe, llevarse una presentación.

Más allá de los aspectos literarios o críticos, mis palabras pretenden ser un bosquejo,  un dibujo expresionista, sin duda,  de las consecuencias que en mí ha logrado su obra. Porque la literatura no es literatura sino provoca en el lector algún tipo de transformación, por mínima que sea. Le pregunté  por qué me había elegido a mí y me contestó que lo tenía claro desde el principio. Bueno, me siento muy orgullosa por ello.

Se trata del quinto o sexto trabajo de Tino Lobato, un poeta exigente en la forma, arqueólogo del fondo y persistente buscador de íntimos pensamientos que satisfagan su insaciable deseo de escribir.

Ha elegido un título muy sugerente, que tendrá, con toda seguridad, un significado distinto para él y para cada uno de los lectores.  A mí este hermoso título me sugiere tres ideas: el lenguaje, el intimismo y el concepto del agua.

Lo que no tiene nombre es difícil de imaginar, casi no existe. Pero el lenguaje es insuficiente para expresar todo lo que pretendemos y nos resulta impreciso y torpe. De ahí la importancia de elegir con exactitud las palabras para un escritor. Tú mismo, Tino, lo dices en el poema de la página 42: Cómo poner nombre a los trozos de sol/ pegados a cada instante.

Aparece después el secreto, que creo puede hacer referencia a la intimidad, el yo lírico y sus ocultos sentimientos, profundas emociones que el poeta pretende trasmitir a lo largo de toda su obra.

Y en tercer lugar el concepto, en este caso el agua como núcleo o justificación que el autor utiliza, nunca mejor dicho, para derramarse de manera sugerente y perfectamente introducido con la cita de Heráclito: Todo fluye. Todo cambia. Nada permanece,  que abre el libro y da título a las tres partes que lo integran. No he podido evitar recordar la interpretación “no dual” del universo, donde cada uno de nosotros somos gotas de agua de un mismo océano, todos igualmente mar. Cada gota de agua, cada charco, cada ola, encrespada o pacífica, es diferente a la anterior y a la siguiente pero todo es agua.

En la primera parte, el agua es fundamental para la primera persona,  vivo en el agua, soy agua y ese yo asume las cualidades del agua en sus múltiples formas, en las distintas imágenes que el autor describe  y como el agua y en el agua se pregunta, duda, existe.

De esta parte, destaco el poema 4, de la página 23, porque desnuda más al protagonista, porque es más atrevido, porque los hombres, al final, nos movemos muchos más por las pasiones que por las ideas. ¿Por qué fue tan estupendo?, solemos preguntarnos. Porque era clandestino, porque era prohibido, porque te jugabas algo más.  



Cada día estreno luz en el borde 
de las márgenes;sigo por la  línea 
del pulso; sueño con la fuerza que desvela 
el calor del Paraíso.  

Y en este fluir  la mirada se vuelve  
cómplice de los dioses 
y escribo   
notas de consuelo.  

Después, vuelvo a empezar, 
amante, en la maraña cotidiana, 
con olor de extraños y  nombres 
impregnados de memoria.  

Sigo la huella del agua 
sin deshacer la clave del deseo, 
esa pasión que me habita 
más allá de lo prohibido.   

En Todo cambiase integra con el agua el resto del paisaje, las rocas, el río, las hojas, los matorrales, las raíces, los arbustos. Parece la parte más descriptiva del libro y donde se evidencia que el poemario ha sido inspirado, en gran parte al menos, por la contemplación de la naturaleza. Un juego de imágenes encadenadas que deja entrar, en la prosa poética de la página 40, a otros elementos esenciales como la tierra y el fuego, que son de la misma forma que el agua, la fuerza del cambio, contrarios e indispensables. De esta parte destacaría el poema de la página 45.



Bajo el  ritmo de  los tallos, el baile del agua   
toma el centro de mi ser, más allá de los ruidos,  
donde la mirada es compasión y perdona  las horas.  
Por qué no admitir  las pruebas que me empujan 
a seguir vivo.   

 Cómo comprender la gravedad 
de esas mil razones que mi corazón   
no entiende. La fragilidad de esta carne 
cambia el  canto y moldea la frontera  
de este cuerpo hecho agua.  

La incertidumbre del cambio  
deja atrás la sonrisa de las horas
pero no el empeño de seguir vivo.  
Por qué no declarar el sustantivo 
del amor que me sorprende.     

Y es que somos agua y no lo aprovechamos, no somos conscientes de nuestra capacidad de adaptación: “ser agua, sé agua, mi amigo””  la famosa frase de Bruce Lee. En  la medida que nos resistimos a nuestro entorno, que rechazamos nuestro recipiente nos  convertimos en hielo, y el hielo se quiebra con facilidad, mientras que el agua soporta cualquier hachazo, porque fluye, porque rebosa, porque cambia, porque nunca es la misma.

Curiosamente la tercera parte,  Nada permanece,  comienza con unas referencias al eco del agua, al eco de la nostalgia, al eco de un pasado que solo existe en nuestra mente, porque en efecto, nada permanece. Y esta insistencia del hombre en recordar le supone, con frecuencia, una carga difícil de asumir, una losa  pesada. Sabemos que nada permanece pero seguimos recordando sin llegar a lograr entender la esencia del agua, que es toda y diferente en cada momento. Pero es aquí, en esta tercera parte, que me ha sabido a poco, donde se muestran más intensas las emociones: la soledad, el vacío, la duda, lo incierto, lo prohibido, incluso.

         Y termina, el poemario, de una forma muy acertada, de la mejor manera a mi juicio. Porque, en definitiva, lo que ha pretendido el autor es solo, y nada más difícil, que darle nombre al agua, porque estas cinco letras que forman el vocablo agua son absolutamente insuficientes para describir, explicar, contener  su inmensidad y sus infinitas interpretaciones.  


             Sigo mudo en esta fragilidad 
             del misterio que me circunda. Los verbos 
            resisten entre  aguas interiores. Ruedan 
            ebrios de limo.  

            Quiero regresar al lugar del sueño,  
            sin alas. Impulso que busca,  
            en el espejo del agua,  
            versos prohibidos.  

            Se oculta el poema en el aliento de las palabras. 
           Y  las estrofas, cantos rodados,se pegan 
            al ser del verbo, con el anhelo  
           de darle nombre al  agua.

           Todos estos poemas y el trabajo incansable e ingrato del autor, que se oculta detrás de éste y de cada libro,  no persiguen otro objetivo que ese: darle nombre a un concepto, en este caso al agua. Y además, Faustino Lobato, lo ha hecho de una manera muy propia y acertada tanto en el planteamiento como en la ejecución literaria. De manera que, solo me queda felicitarte, darte mi enhorabuena y desear que se lea mucho y se disfrute más."

                                                     Badajoz, 19 de Mayo de 2016                                                                                  

                                                                   Mila Ortega

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