lunes, 25 de agosto de 2008

UNA MAÑANA EN PARIS

Paris se despierta con el frío traicionero
de agosto. Pegada al resplandor
de las fuentes la mirada cómplice
de Icaro sobrevuela la ciudad.

El aire rueda con solemnidad infinita
fundiéndose en las risas ingenuas
del boulevar. Un sueño
de ideales se entretiene
entre las voces de unos niños
que juegan con la brisa
a ser pájaro.

Azul y nubes, todo es horizonte
entre los tejados grises
del quartier. Paris se levanta
picoteando, como un gorrión,
trozos de cielo por las esquinas.

1 comentario:

Ana Muela Sopeña dijo...

Fantástico poema, Tino. Tu poesía es signo de la modernidad. Tienes la técnica y el lenguaje actual. He llegado hasta aquí a través del blog de Viví.

Me encantó leerte por este medio.

Enhorabuena
Un besito muy fuerte

Ana

MIS VISITAS AL MUNDO

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Tiene Lisboa sonidos de agosto