Encendida la casa con olores de domingo
la gravedad de la piel retomó su sitio
en el abandono nocturno
del pasillo
El grito de un gamberro trajo
la protesta de rotas almohadas
y el trazo del sudor marcó la frontera
de su espalda en mis manos.
Unos noctámbulos tropezaron
con los cubos de basura
mientras la noche afilaba
la punta de sus dientes
en la borrachera transeúnte.
El fuego de sus pechos
tradujo las palabras de la noche
señalando el norte
del domingo.
Agosto tomaba posesión
de la ciudad en la negra calma
del silencio. Y el grito
se hizo historia en el asfalto.
En la tregua del calor y de los gritos,
el verano se rindió a la forma del barro
y de la carne. El alba fue testigo
del verso encendido de sus labios.
Ahora descansamos
en la playa del silencio
después de navegar
en las olas de los cuerpos.
1 comentario:
Ya no se que comentario hacerte... soy bastante corto para comentar, por lo menos que sepas, Tino, que visito tu blog siempre que puedo.
Un abrazo, amigo.
Gio.
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