El pulso de la lluvia tiñe
las huellas de un invierno
con raices, azules sombras
derriban la piel del hosco marzo.
con raices, azules sombras
derriban la piel del hosco marzo.
El viento, como un muro
harto de doler
y
de dolerse,
y
de dolerse,
acaricia el tierno abril.
Encendido el cuerpo y la sangre,
rebeldes los dos,
rebeldes los dos,
revientan en mil sílabas,
versos abiertos
a la locura de mayo.
a la locura de mayo.
Arde la luz hasta cegar
el muro de la carne
en la brevedad del tiempo
que sella, eterno,
el silencio del espacio.
Memoria de los días,
Memoria de los días,
de savia y muerte incesantes,
abraza este bullir ancho de Apolo,
poblando el sueño de caricias.
Sin herida temprana del verano,
las alas de la luz asoman
el ímpetu de Aries,
el ímpetu de Aries,
en el fondo pendular de la belleza,
y un sonido incontinente
de mil trinos
de mil trinos
besa solemne el paisaje
dormido del alba.
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