El azul grisáceo
del Barrio Latino se redimía
en los umbrales
de unos restaurantes al uso.
Parecido a conchas gigantescas,
las calles se abrían al ajetreo
de vendedores que sellaban affiches
de menús baratos. Todo un rompecabezas
de sabores y lenguas..
Miradas con hambre se mezclaban
con la curiosidad y el cansancio.
En una esquina se sorteaban aplausos
mientras alguien emulaba a Edit Piaff
y otros devoraban helados italianos.
La babel se aplastaba entre veladores
de color y los suspiros se exponían
en las ventanas sin rejas. Todo era
confusión organizada, un caos regado
al azar por las calles del Quartier.
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