Vierte el agua el sexo virginal
de mañanas y soles
en la desnudez
de las horas que se comen
el color
de la rosa.
Se vierte mi alma en este ruido
del día
que avanza con la impiedad
de un borracho blasfemo.
Mis manos, sólo ellas
saben del secreto de los besos
del silencio de los labios,
de la piel, ahora muro,
donde resbala el agua.
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