sábado, 6 de junio de 2009

Estar de pie





Estar de pie sin pretender robar la fragilidad de los elementos
que endulzan el espacio y empujan a la primavera de los sentidos.
Estamos de paso en una infancia permanente que nos ata
a una forma irregular de ser. La mayoría de las veces es
la fragilidad la que nos empuja a buscar el sentido
de la vida en el dolor sin resolver el problema.
Aunque, desde aquí, todo es posible.
Desde el límite no hay forma
de confundir los papeles.

Estar de pie, en el umbral
del misterio, escribiendo historias
de la que solo conocemos el afuera. Un instante donde
la muerte y la vida se citan. Un momento con el relieve
de dos caras en contante tensión. Por eso, es difícil escribir
sensaciones, sobre todo cuando estamos delante de lo inevitable:
Soledad, miedo, muerte, las paredes vacías, las manos…Así es, vivimos
en lo incierto, entre las rocas y la arena a merced de las olas, del gesto cotidiano.
Estamos entre la nada y el todo provocando ilusiones, motivos para seguir creyendo, dejando que la emoción nos haga sentir que estamos vivos. A veces gritamos y es el pasado quien responde, como un ángel guardián dispuesto a resolver los conflictos del alma. En definitiva estamos, existimos, en el fondo de un misterio que pretendemos agotar como ciegos pegando palos al aire. Por esto importa aprovechar el presente con la intensidad de un amanecer, de un orgasmo, de un abrazo, de una sonrisa, de un sueño.

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