Quién sería capaz de
mercadear con el infinito
sin quemarse el alma.
Me entregastes la lista
de la compra y no te descubrí
entre los estantes del agua
con sabor a manzana.
Porque el amor no entra en las rebajas
y los besos no están con los edulcorantes
ni los abrazos tienen precio,ni la sonrisa
está de ofertas.
Estoy solo, en medio de una fila interminable
de carros con la compra mientras la prisa
cuenta las monedas mirando a los ojos
de la máquina registradora.
Un caos que urde sus entrañas
en el deseo artificioso sin pasión.
Y descubrí que para amarte
no hay que hacer cola.
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