Destinado a comunicar todos esos momentos que son espacios donde la palabra se convierte en el refugio cierto, en luz capaz de abrir caminos.
sábado, 7 de mayo de 2016
miércoles, 4 de mayo de 2016
Poemas en la RAEX.
La Real Academia de Extremadura, en su apartado de creación ha publicado estos cuatro poemas que pertenecen al poemario, Gramática de los cuerpos.
CAOS
La noche está borracha de silencios,
de latidos de la sangre, y de imágenes
sin color. No estás. El silencio se bebe la fe;
la oscuridad, engulle la miseria y sus palabras.
La noche está borracha de silencios,
de latidos de la sangre, y de imágenes
sin color. No estás. El silencio se bebe la fe;
la oscuridad, engulle la miseria y sus palabras.
Cómo sofocar tanta impiedad
en la línea del deseo.
Una voz, apenas un susurro, naufraga
en la razón y la maldice. No hay nada
que contarle al tiempo. Se rompe el espejo
de las manos en la orfandad de la caricia.
Cómo saber que acallo soledades.
Llega el alba, ese tránsito de la luz que perdona
el llanto de la piel, desterrada y vacía de halagos.
Se despeja la niebla en estos versos de cristal
y pronuncio tu nombre sin quebrarlo.
Cómo armonizar los gestos.
Habito en este bosque del deseo, como un dios
errante y desnudo. No quiero romper las huellas
de tu cuerpo, ese perfume capaz de arrancar
las sílabas del hastío y devolverme a la calma.
Cómo unir los bordes de la tierra
con la esperanza de tenerte.
Existo en ti, me conmueve tu sonrisa
sin ignorar el dolor que vomita verdades
y escruta, sin miedo, la cara más oculta de mi ser.
Duele este habitáculo donde te contemplo.
Cómo enamorar tu mirada
sin cambiar el color de tus ojos.
La tierra, invadida de absurda estupidez,
vuelve al silencio. Un punto cero con sabor a cicuta.
Dios se asoma al caos. Todo está por hacer.
Eva sonríe. Después, vendrá el verbo con sus paraísos.
Cómo pedir una tregua
a los infiernos que me atan.
IMPRUDENCIAS
Qué leve el alma en esta jungla de seres voraces,
al sortear los huecos del abismo, que leve.
Sometida al devenir, crece bajo la incertidumbre
de no saberse.
Cuándo frenar esta prudencia inútil
que amordaza el instinto
No hay línea recta en este azar de la vida
que obliga a seguir errante. Un tránsito
donde el diálogo sabe a lluvia de otoño,
a soledad en el revés de las horas.
Dónde deletrear la intuición de los espacios
en blanco.
Qué frágil el alma, qué leve su presencia,
cuando la carne reclama las vocales del verso
y las horas levantan ídolos que controlan la risa
y la pregunta. Cuánto silencio en este paisaje
donde la vida es una dirección por definir.
Cómo descubrir la emoción
en la cara oculta de las cosas.
DESEOS
lLueve, la gente corre y se agolpa en las calles
con la ceguera de quien teme un peligro. Llueve.
Los vehículos se parapetan tras los semáforos.
Una guerra de poder. El tambor del miedo suena
entre frenos y amortiguadores. Un paso de peatones
vomita gente. Hay un hambre insaciable de libertad
en los rostros anónimos que se cruzan. Llueve.
El olor a café invita a entrar en los garitos abiertos
de la avenida. Un aire familiar recorre la acera.
El griterío de los niños pone un punto de color
a la mañana. Llueve. Y en medio de esta mezcla
de sonidos y sabores, siento las notas
de un compás extraño; la canción de esta estrofa
de la lluvia. Llueve.
Me escapo entre las sombras de la calle,
multiplico los sueños en el chapoteo del asfalto.
Llueve. Y rompo la monotonía del silencio al mirar
este espacio que me devuelve el eco del agua.
Llueve. No deseo confundir el tiempo con la prisa,
ni la conciencia con el perdón, en la levedad
de estos versos que reflejan el otoño.
Pierdo el sentido de la ausencia encendida en la memoria
al traducir el lenguaje de la lluvia. Doy gracias al aire
y a las voces que me empujan a leer esta sintaxis de la calle
y sus ruidos, este emigrar de la emoción que se afirma en el poema.
Llueve, llueve tanto que el agua entra por todos los rincones
del alma. Y no hay sangre sino ideas, que vienen y van,
emulando el giro de las aves atrapadas en el viento.
INTERROGANTES
Espero en medio de la duda
que el ritmo de los días no sea
un agujero por donde los sueños
escapen.
Qué hacer cuando no hay mensaje
y la angustia se levanta en el centro
del alma
Soporto la vida en el hilo invisible
de la espera. No hay palabras,
solo silencios que marcan la distancia
entre el infinito y las horas.
Qué decir cuando el ruido de la calle
lastra el azul de los recuerdos.
Puedo cerrar los ojos, pero no matar el mundo.
Hacer silencio, pero no huir disfrazando las palabras.
Por qué estos paraísos de cartón, por qué
esa gravedad de los momentos que hacen del instante
un vértice por definir.
http://www.raex.es/index.php/creacion
jueves, 24 de marzo de 2016
Tiempo sin naufragios.
En este punto medio de la tarde,
cuando la luz lo inunda todo
y el
alma recobra la calma,
rendirse sabe a cobardía.
¿Dónde
está el miedo a seguir?
¿Dónde
la sinrazón?
¿Dónde
las olas del hastío?
¿Dónde
el sinsentido?
En este punto final de la tarde,
cuando la noche trae el silencio
y el alma guarda la memoria
de las horas, me siento vivo.
¿Quién
me hablará de los abandonos?
¿Quién
me recordará las dudas?
¿Quién
me mostrará el desierto
y permanecerá
mudo ante la mentira?
En este punto de la tarde
cuando los infiernos parecen no estar
y el alma enamora a la muerte,
pliego las alas y sueño.
domingo, 6 de marzo de 2016
Punto y seguido.
Este corazón, acostumbrado a las sorpresas
y a mirar desiertos, sigue descubriendo
ese color de mañanas que tiene la vida. La
luz de invierno tiene notas de misterio. Hay
tanta luz
que no sé dónde colocar la mirada.
El tiempo
se difumina en la niebla de marzo.
En medio del dolor y las torpezas; crezco.
Ahora, ante la vida que tiene rostro,
me detengo. Vale la pena escribir
esta biografía de lo simple, esta historia
que rumia, en
silencio, las palabras
y el gesto de los que no salimos ni en
la página izquierda del periódico local.
Este corazón late al ritmo de la música que
quiero tocar. Este corazón…
/Del poemario: La gramática de los
días)
martes, 23 de febrero de 2016
Preguntas.
Me preguntas abarcándolo todo,
lo ancho y lo alto. Y en este abrazo
al color y a las formas, dejas reconocerme
en la realidad olvidada.
lo ancho y lo alto. Y en este abrazo
al color y a las formas, dejas reconocerme
en la realidad olvidada.
Señalas el borde del plato,
esa orilla de tu cosmos que me alimenta.
Y en este beso de tu mirada me empujas
a sentir la emoción de lo pequeño.
esa orilla de tu cosmos que me alimenta.
Y en este beso de tu mirada me empujas
a sentir la emoción de lo pequeño.
Y mientras preguntas, cuelgas tu rostro
de los días del calendario. Un ingenuo rito
que me permite inmolar el presente
en el altar de la palabra.
de los días del calendario. Un ingenuo rito
que me permite inmolar el presente
en el altar de la palabra.
Rodrigo lleva un mes haciendo la misma pregunta; a todas las horas y ante lo más imprevisible: ¿Esto qué es, papá?
miércoles, 27 de enero de 2016
Entre el lenguaje y el gesto.
Cada día me entusiasma ese sorprenderme de continuo cuando Rodrigo tiene alguna que otra salida ingeniosa, si es que se puede decir esto de un niño de dos años y meses. Algunas de estas actuaciones parece que las haya aprendido en otra dimensión, en otro momento, dándole la razón a Platón y a Pitágoras en eso lo de la transmigración del alma.
Digo me sorprende este chiquillo con palabras, que no sé quien se las dice; con pequeñas frases que hablan directamente de algo más que de la necesidad vital de comer o jugar. ¿Llevarán razón Descartes o Chonsky con la cuestión del innatismo? ¿Nacemos con una realidad lingüística impresa que después, a medida que crecemos, se desarrolla en nosotros? No sé.
En realidad, Rodrigo me sorprende con esas salidas de lenguaje, aparentemente no aprendido. Y en este sorprenderme de mi hijo está también la sorpresa de mi mismo, de como voy adaptándome a su lenguaje, especialmente gestual. Vivir así, entre el lenguaje y el gesto, es para mi un aprendizaje maravilloso que no lo cambio por nada.
domingo, 24 de enero de 2016
Tamborrada. Cambiando el “chip”.
Nunca pensé que los carnavales me
llegaran tan hondo, como ayer viendo la tamborrada. Y no era por los Carnavales
en sí- que siguen sin gustarme- o por el tamborileo
de las comparsas, sino por la felicidad impresa en los ojos de Rodrigo. A él le
encantan los instrumentos, y si hacen mucho ruido mejor. Por eso mismo, la
percusión de los carnavaleros le atraía
como si el alma de Pedrito Martínez le hubiera poseído. Jamás hubiera aguantado los decibelios de unos altavoces a
poca distancia y menos, en una plaza no muy grande. Pero Rodrigo quería verlo todo, casi
tocarlo, con un gozo poco normal en niños de dos años, como él. Y fue este ver la alegría en el rostro de mi hijo lo que me hizo cambiar el “chip”. En realidad, el “chip” hace tiempo que lo he empezado a cambiar.
Ahora le ha tocado el turno a los Carnavales. Insisto, esto de disfrazarse
nunca me ha gustado. Mi disgusto carnavalero puede venir por ese no soportar otro
disfraz diferente al propio, ese con el que convivo todos los
días. En fin, el entusiasmo de Rodrigo me mantuvo, sin protestar, hasta casi el
final. Y me dejé llevar por el ritmo frenético de unas comparsas que anunciaban
la definitiva quema del Mari-manta.
martes, 5 de enero de 2016
El regalo de seguir creciendo.
Por qué será que esta noche de Reyes tiene esa particular magia que, aunque pasen los años, emociona. Siempre se espera la sorpresa y, aunque suene a tópico, el niño que llevas salta cuando esta aparece. Hoy, además de todo eso, me hace ilusión esperar a ver el rostro de mi hijo cuando, al despertar en la mañana, descubra que los Magos de Oriente también pasaron por casa. Esto no tiene precio...El niño interior se prolongará en Rodrigo y en sus reacciones sentiré, una vez más, el valor de la vida, esa solemnidad de lo simple que, en el transcurso del tiempo, siento perder. Mañana, mi hijo será el espejo perfecto para mirarme y comprobar que no hace daño seguir sorprendiéndome. Porque es en esta capacidad de sorpresa donde puedo mantener el rasgo de lo humano que me empuja a seguir creciendo. Y esto sí que es un regalo.
viernes, 1 de enero de 2016
VIVIRÉ DE NUEVO.
Cuando cierre los ojos a la luz,
mi boca no le sonría a las
palabras
y mis manos no sientan el calor
de las cosas; cuando mi carne
sea el gesto del pasado y la nada
se adueñe de mí, no lloréis
sentid alegría por lo que viví.
Cuando haya servido de alimento
a las llamas no os vistáis de luto
ni con trajes elegantes. Repartid
mis cenizas con la ropa de diario.
Y cuando derraméis esas partículas
de mi vacío, el color gris de la
energía,
hacedlo en aquel lugar donde el
río
casa sus aguas con el barro.
Cuando salude el atardecer de los
sueños.
no leáis ningún recordatorio,
porque
estaré en ese punto de la vida
fundido con el abecedario de las
horas
Y cuando la muerte haya tomado
hasta la última nota de mis entrañas
dejad que la naturaleza me
devuelva
las vocales que visten los versos.
Cuando el verbo me de forma y siga
en la memoria de los que me aman,
mantened silencio para que la
muerte
me devuelva al lugar de partida.
Y cuando, los que me quieren, lean
estas palabras me colocarán
en la intimidad que cada uno
reservó para mí y viviré de
nuevo.
lunes, 26 de octubre de 2015
CONOZCO
Conozco tus alertas, gestos llenos de color
y de juguetes, de risa y protestas. Conozco,
sin adivinar el futuro,tu viaje de miradas
en el balbuceo de frases incompletas.
Conozco, tu rostro abierto a las mañanas;
y rendido en la calma de la tarde.Conozco
mi atrevimiento, en este decir conocerte,
límite de tu aventura diaria.
Conozco este no saber que te conozco
más adentro del torpe silencio de la vida.
miércoles, 2 de septiembre de 2015
El origen emocional de las palabras.
Últimamente Rodrigo emplea la palabra compartir y la utiliza asociándola a Antón, el hijo de unos amigos nuestros que viven en Galicia. Para él, todo hay que decirlo, compartir significa dame esto que tienes porque me gusta. Es normal que le dé este uso dado que está en la fase egoísta por la que los humanos solemos pasar y en la que algunos permanecen anclados. Lo cierto y verdad es que, este hecho del decir de Rodrigo empleando una palabra asociada a una vivencia, me hace pensar que muchas de las palabras, que a lo largo de nuestra vida, hemos ido integrando en nuestro vocabulario, están asociadas a unas emociones y a unas personas. Normalmente, no recordamos cómo aprendimos lo que aprendimos. Ojala y fuéramos capaces de recordar el arranque emocional de las palabras que empleamos, creo que esto le restaría frialdad a los conceptos que se vierten en cada una de ellas.
lunes, 31 de agosto de 2015
La carne del poema. Comentario al poema.
En la cuarta y última parte del poemario Las siete vidas del gato, en la página 97, aparece este poema. Una reflexión que parece de muchas cosas pero que sólo es de una: la del saberse humano y creciendo.
Grita la mañana, la lluvia. La inocencia pasa
con arreglos de nostalgia soportando la limosna
del saber. En este pasar de los monstruos del miedo
el llanto se acomoda en los bolsillos. Empieza a clarear.
Tiempo incierto. Llueve ilusiones en las manos
siempre atentas al vuelo Los ojos se acostumbran al invierno.
con arreglos de nostalgia soportando la limosna
del saber. En este pasar de los monstruos del miedo
el llanto se acomoda en los bolsillos. Empieza a clarear.
Tiempo incierto. Llueve ilusiones en las manos
siempre atentas al vuelo Los ojos se acostumbran al invierno.
Una oración graba el momento, la muerte llega de puntillas.
La carne del poema se revela en el centro animal
que lucha con el verbo de las horas vigilantes.
que lucha con el verbo de las horas vigilantes.
En los dos primeros versos aparecen esas expresiones que hablan de la inocencia perdida, o de ese paraíso en el que los humanos estamos instalados durante muchos años hasta que la ciencia, buena por un lado, nos desnaturaliza hasta arrancarnos de esa felicidad primigenia.
En el tercer verso, cabalgado, continúa la reflexión de la perdida, ahora contemplando el hecho mismo del miedo. La pérdida de la inocencia hace que surja el miedo Y este se instala, como parte de la gravedad de lo inseguro. Sólo el llanto de aceptarnos sirve para superar esta toma de conciencia, de la terrible consciencia del saberse humano.
En el quinto verso encabalgado, y en un contexto de incertidumbre, aparecen las ilusiones. Estas se sitúan en el momento feliz de la juventud, cuando el ser quiere volar alto.
Los últimos versos son elementos que complementan la reflexión
En el séptimo verso, aparece la muerte. Esta es la eterna compañera. Es la oración, atenta y sencilla, la que muestra, aunque parezca paradójico, el significado vital del morir.
La reflexión sobre la carrera humana, que es en realidad de lo que trata este poema, termina con un sentimiento de ars poética, de metapoesía. En realidad es el poema el continente de los verbos que desvelan el siempre estar vigilante del ser humano. Así es el poema, una lucha entre la emoción y el verbo a colocar, entre la intuición pura y la técnica a aplicar.
sábado, 29 de agosto de 2015
Ese infierno de lo simple.
Bajo a ese infierno de lo simple,
allí donde el ruido se amortigua y el color desaparece. Y en ese lugar, donde
la vida es un pulso con la necesidad, encuentro lo esencial para vivir. Las
palabras saltan en un pentagrama de sonidos buscando el sentido esencial que
escapa de la confusión y rompe las cegueras de la costumbre. ¿Será esto la otra cara de la emoción, la mirada limpia
de las cosas?
martes, 25 de agosto de 2015
En el archipiélago de la memoria.
Ya no cuento los días tan solo miro cómo pasan.
Dejo que las horas inunden este habitáculo
en el que vivo sin mencionarte. Imposible
no recordar los mejores momentos, estos
que se almacenan, con desorden,
en el archipiélago de la memoria.
Unas veces abro y otras cierro ese lugar
donde estás, ese rincón del ánima
que me empuja a seguir viviendo.
Te contemplo y no te nombro. Tengo miedo
que tu imagen escape. Y en este trajín
de no querer olvidar, te haces grande.
¿Cómo amanecer sin morir un poco?
Qué fácil es morir cuando se muere sin más.
Me importa este instante
de contraluces
que la vida me regala. Basta querer lo imprescindible
sin desear imposibles en este filo invisible de la utopía
donde tú estás y te enredas, donde yo estoy y me libero.
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En el filo invisible de la utopía.
jueves, 20 de agosto de 2015
Como si de un guionista amateur se tratara.
Montado en la delantera del carro
de las compras Rodrigo divisa el supermercado como un capitán de navío desde su
puente de mando. Lo pregunta todo, balbucea lo que no sabe, y señala lo que le
gusta por el color. Y en su señalar apuntó una caja trasparente de muñecos para
el baño. Maravillosa caja con princesa y torre, además de dos soldados, caballo
y dragón. Rodrigo miraba con admiración tanto color y volumen juntos. Unos
muñecos fabricados en China aunque la promotora sea valenciana y con sello de
la comunidad europea. Antes de pagar la caja trasparente colgaba del brazo del
chiquillo como si de un amuleto de la suerte se tratara. La pericia de la
cajera hizo, sin desprender la caja de muñecos del brazo de Rodrigo, que la
nota del precio pasara.
Llegados a casa, se desprecintó la maravillosa caja liberando
a los muñecos de su anonimato. Rodrigo les puso nombre a todos. Y así, vivos en
sus manos, los muñecos comenzaron a moverse por el salón construyendo historias de princesas y dragones. Unas veces
desde el sofá, otras desde los sillones, los soldados hablaban entre sí de una
princesa perdida en medio de la mesa junto a una torre a punto de caer. Después, el
caballo y el dragón brincaban de la mano de Rodrigo por los bordes del
televisor hasta la trona. Este les hacía subir y
bajar, como si de titanes se trataran. La cena estuvo acompañada de los
soldados que, como dos vigilantes del tesoro, custodiaban el plato de la
tortilla francesa. A los postres, el caballo saltó por encima del zumo de
frutas que Rodrigo tomaba apretando el break.
Ya para dormir el muchacho empuñó
su oso de peluche en una mano y el caballo de sus historias en la otra. Había
que salvar al menos uno de los muñecos del encierro en su caja transparente.
Mañana, ¿los muñecos darán motivos para seguir construyendo
historias? Probablemente sí, y Rodrigo se sentirá feliz, como si de un
guionista amateur se tratara.
martes, 4 de agosto de 2015
Solo sé que me besas (comentario al poema)
A todos los que, como mi padre, sufren de párkinson.
No sé si los encuentros favorecen
la tortura de esta vasija quebrada
dejando que el sueño venza al horizonte.
No
sé.
Adán se desnuda, olvidó la manzana.
La excavadora pasa ante
su puerta
colgada al ruido de la luz y de la calle.
No sé si la carne o el espíritu están preparados
para acoger este corrillo de manos.
No sé si al creador se le olvidó soportar
la vida
dejándola a su suerte.
No sé si escucha o se olvida
de entender porque
no oye. Realmente no sé
si las sábanas amortajan o embozan
esta fragilidad del
campo de batalla.
Solo sé que me besas
encendiendo un instante
la luz
de tus ojos. Después
sigues con tu lucha ajena al creador.
(De Las siete vidas del gato. Imcrea. pág.11)
(De Las siete vidas del gato. Imcrea. pág.11)
El poemario Las siete vidas del gato se inicia con unos versos surgidos de la reflexión ante la imagen imponente de mi padre que, día a día, se deterioraba en su movilidad.
La primera estrofa, más que una afirmación, es una pregunta ante el hecho de ver sufrir a alguien que tomaba conciencia de como sus hijos percibíamos su decrepitud. La expresión la tortura de esta vasija quebrada indica, sobradamente, esta situación. En realidad, no deja de ser un tormento verse morir pero más que los demás te vean en semejante estado. Hay que decir sin pudor que estas son reacciones propias de los seres humanos cuando al pensar su razón le dicta el hecho de la vida sin admitir lo contrario. La tercera y la cuarta siguen en la misma línea de incertidumbre.
En la tercera estrofa hay dos partes. Los dos primeros versos se refiere a ese momento en el que la demanda de ayuda, espirituales o no, empuja a múltiples respuestas: corrillo de manos. Los dos últimos versos es una protesta existencial que media entre el agnosticismo y la rabia del creyente defraudado. Los primeros versos de la cuarta estrofa continúan narrando poéticamente la protesta ante esta creación en la que los dioses juegan con los humanos y es el fatum el protagonista. Es como si las divinidades se hubieran olvidado de su creación. Los últimos versos de esta estrofa indican la situación del lecho hospitalario como un campo de batalla.Tanto en una, como en la otra, estrofa las expresiones y metéforas vienen a ser una forma amable de suavizar el drama de la fragilidad, de los últimos momentos de la vida.
La quinta estrofa, con ese tono amatorio, subraya el momento de lucidez que todos los enfermos tienen en su fase agónica, así como su descenso a la situación del coma irreversible. Posiblemente no tendría que haber escrito este poema de no tener esta quinta estrofa que resuelve las incertidumbres en una afirmación contundente: enciendes la luz de tus ojos. Este instante vale por todos haciendo que el dolor de la muerte no termine en un duelo absurdo sino en esa afirmación de lucha por encima y más allá de las debilidades del ser humano.
En la tercera estrofa hay dos partes. Los dos primeros versos se refiere a ese momento en el que la demanda de ayuda, espirituales o no, empuja a múltiples respuestas: corrillo de manos. Los dos últimos versos es una protesta existencial que media entre el agnosticismo y la rabia del creyente defraudado. Los primeros versos de la cuarta estrofa continúan narrando poéticamente la protesta ante esta creación en la que los dioses juegan con los humanos y es el fatum el protagonista. Es como si las divinidades se hubieran olvidado de su creación. Los últimos versos de esta estrofa indican la situación del lecho hospitalario como un campo de batalla.Tanto en una, como en la otra, estrofa las expresiones y metéforas vienen a ser una forma amable de suavizar el drama de la fragilidad, de los últimos momentos de la vida.
La quinta estrofa, con ese tono amatorio, subraya el momento de lucidez que todos los enfermos tienen en su fase agónica, así como su descenso a la situación del coma irreversible. Posiblemente no tendría que haber escrito este poema de no tener esta quinta estrofa que resuelve las incertidumbres en una afirmación contundente: enciendes la luz de tus ojos. Este instante vale por todos haciendo que el dolor de la muerte no termine en un duelo absurdo sino en esa afirmación de lucha por encima y más allá de las debilidades del ser humano.
domingo, 2 de agosto de 2015
Un juego de ballenas y peces imaginarios.
Rodrigo ha comenzado sus primeras clases de natación. Una experiencia que
le devuelve a la primera sensación, a la memoria inicial. Ahora tiene
que saltar,
zambullirse y dejarse llevar por la corriente blanda. Las palabras sobran en
esta emoción contenida mientras pies y manos flotan. No le ha costado mantener
el equilibrio mientras apretaba unos patos de juguete.
Todo es diferente para
él en esta nueva aventura donde las palabras andar, estar de pie, apoyar no
tienen el mismo significado. Otro punto más en ese ir rellenando las páginas de
su historia. Rodrigo aprende rápido. Toda su atención está en el juego de
ballenas y peces imaginarios que va
introduciendo en su cielo particular. Ríe, habla, llora, sus movimientos son
rápidos en esa piscina que le lleva a su mar primero.
Es un regalo verle como
mira los bordes donde puede “atracar” para recoger nuevos juguetes. Va de un
lado a otro, sin punto fijo, como quien traza el boceto de una vida sin
ordenar. Rodrigo descubre esta nueva emoción que se le pega a la piel y le
envuelve, el abrazo de un elemento que no le es ajeno. Otro motivo para
soñar, otra referencia para crecer
sintiendo la gratuidad de lo que le rodea
jueves, 30 de julio de 2015
Impulso (Comentario)
Entre los poemas de Las siete vidas del gato había algunos con matices de reflexión literaria, como este de la página 99 compuesto de dos estrofas. Este se encuentra en la última parte del poemario, de las cuatro en el que se divide. En realidad, es complemento de otro poema precedente: La carne del poema.
No me detengo ante el verso
sino ante la herida del poema.
Mañana ya es tarde
para dejar un regalo
entre las páginas
de sus sueños.
(De Las siete vidas del gato. Imcrea. pág. 99)
La primera estrofa, que contiene una metáfora con la expresión "la herida del poema" , indica ese momento difícil de la creación literaria. Crear es doloroso, un dolor como el de un parto; es dejarse llevar por la confianza de ese verbo, a veces, extraño que le cuesta brotar; es el deseo, no siempre, frustrado del mejor verso. La herida del poema es eso la huella de una creación dolorosa, confiada y anhelante en ese querer decir aquello que las palabras son incapaces de expresar.
En esta estrofa hay, también, una referencia directa a la emoción vertiginosa que me provocaba la inminente muerte de mi padre. En sí esta es la metáfora, la herida, que intenta expresar ese sentimiento. Aunque, a pesar de todo, hay en todo ello un no saber cómo decir lo que se siente, una gran incapacidad para gritar la emoción contenida ante semejante hecho.
En esta estrofa hay, también, una referencia directa a la emoción vertiginosa que me provocaba la inminente muerte de mi padre. En sí esta es la metáfora, la herida, que intenta expresar ese sentimiento. Aunque, a pesar de todo, hay en todo ello un no saber cómo decir lo que se siente, una gran incapacidad para gritar la emoción contenida ante semejante hecho.
La segunda estrofa es una referencia clara a esa impotencia descrita en los primeros versos. Urge escribir el instante, ese en el que el impulso emocional pretende decirlo todo. A decir verdad, lo que se escribe no es más que un regalo, y este caso era una forma de acoger la gratuidad del momento.
Los poemas, todos los versos, eran un regalo que la propia vida me hacía. No era yo el que escribía sino que eran los versos los que escribían en mí.
Tanto en una como en otra estrofa hay un hecho imponente, que se escapa a toda explicación y que está en el hecho mismo de escribir. Digo se escapa porque escribir es un acto de humildad donde el alma se doblega ante el verso, ese verso que se impone repleto de verbos, de palabras que van más allá de la propia emoción aunque la contenga.
En las dos estrofas, pero especialmente en la segunda, se expresa usa realidad evidente en todo el poemario: la de la urgencia por plasmar los sentimientos que me provocaban el contemplar el tránsito sencillo y solemne de mi padre hacia otro estado. En definitiva, estos versos, hablan de ese libro de la vida donde las páginas de los sueños están por abrir.
Los poemas, todos los versos, eran un regalo que la propia vida me hacía. No era yo el que escribía sino que eran los versos los que escribían en mí.
Tanto en una como en otra estrofa hay un hecho imponente, que se escapa a toda explicación y que está en el hecho mismo de escribir. Digo se escapa porque escribir es un acto de humildad donde el alma se doblega ante el verso, ese verso que se impone repleto de verbos, de palabras que van más allá de la propia emoción aunque la contenga.
En las dos estrofas, pero especialmente en la segunda, se expresa usa realidad evidente en todo el poemario: la de la urgencia por plasmar los sentimientos que me provocaban el contemplar el tránsito sencillo y solemne de mi padre hacia otro estado. En definitiva, estos versos, hablan de ese libro de la vida donde las páginas de los sueños están por abrir.
martes, 28 de julio de 2015
El signo cifrado de las miradas (comentario)
Llegó con el susurro de la luz
acodando su aliento en la pared.
Su abrir los ojos fue un gesto creador
capaz de dibujar rostros en el semblante
del aire. No había otro entendimiento
sino el signo cifrado de las miradas.
Después, tú y la rebeldía de tus labios
persiguieron la herida
del camino.
( De Las siete vidas del gato, Editorial Imcrea. pág. 39 )
Estos versos, de la segunda parte del pomario, describen la llegada de la muerte. Esta es difícil de aceptarla aunque sea la otra cara de la vida. Nunca pensamos que está relativizando el dolor de pensarla. Una forma de relativizar la vida.
En el primer verso se confunde la muerte con el susurro lento de la luz. Esta expresión es en sí una metáfora que describe el
alba. Es la misma luz que, como el aliento, se hace sentir sobre los muros.
alba. Es la misma luz que, como el aliento, se hace sentir sobre los muros.
El tercer verso, con ese gesto creador de abrir los ojos, es una forma de recibir a la guardiana del ultra-mundo. A este verso le siguen otros versos que parecen hablar de la recuperación espontánea de quien se muere con ese "dibujar rostros en el semblante del aire".
El quinto y el sexto verso dan la clave del despertar repentino de quien, moribundo, parece volver a la vida: un entender más allá del propio entendimiento. Este es el código cifrado que permanece en quien se sabe morir.
En los cuatro últimos versos, se rompe con el sentido de la narración poética al pasar de la tercera a la segunda persona. Un tú literario con el que se dialoga significando, de esta forma, a la propia alma. El alma toma conciencia del tránsito vital, anotado en el último verso con la expresión "la herida del camino".
lunes, 27 de julio de 2015
Ecce homo. (Comentario)
Quizás sea este uno de los poemas que mejor expresa lo vivido en aquella habitación de hospital. Fue en ella donde la visión de mi padre, moribundo, se convirtió en la imagen universal, en el símbolo, de todas las muertes. Es por esto mismo el título de Ecce homo.
(En el
hospital con mi padre)
Levanta las manos, eran raíces
buscando el aire. El
silencio
arrasó todos los instantes del pasado.
Nada, no había hambre de nada
solo suspiro en un
aparente deseo.
Todo en un cuerpo imaginado.
Ecce homo, gritan el espacio, las paredes,
dando
nombre a las formas.
Tendido en los sueños confiesa su inocencia.
( De Las siete vidas del gato, Icrea. pág. 33)
( De Las siete vidas del gato, Icrea. pág. 33)
En la primera estrofa simplemente se describe lo que había, situando el silencio como protagonista del momento. El solemne silencio, este que se hace patente en medio de la vida con dolor aceptado. Después, en la segunda estrofa, con tono nihilista, volví a hacer que apareciera el suspiro, y este en el marco de los deseos. La fragilidad se hace patente en este momento.
La tercera estrofa repite de forma reiterada ¡Este es el hombre!¡Este es el hombre! Una expresión que señala la realidad del ser humano, nombrándolo. Porque en el hecho de nombrar hay una manera de entender. Aquí, se nombra lo interior, la forma, no la materia que iba desapareciendo.
En los últimos versos, ni siquiera una estrofa, el hombre se rinde a la evidencia de lo frágil. Por esto era mejor decirlo con estos versos en los que los sueños marcan lo deseado, lo nunca hecho. En sí, el hombre es un sueño por llegar.
La expresión con la que finaliza el poema, Una bolsa de regalo para envolver la vida, es una manera de decir que todo lo dicho era algo que se me daba a contemplar gratuitamente. No siempre se está dispuesto a mirar la vida desde este lado de lo inútil, desde la nada, del lado trágico de la muerte. En definitiva, el poema, este poema, no es más que el grito de un aprendizaje, el de huir de las apariencias y vivir con intensidad desde lo que realmente soy: un ser en tránsito.
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