Ayer mi mujer cumplía años. Un disgusto o una satisfacción, depende como se mire. Aunque lo mejor es aceptar lo que se tiene. En eso estábamos cuando compuse esto:
Treinta y ocho años no es nada
comparado con el infinito brillo
de tus ojos o con las muecas
de tu sonrisa. Treinta y ocho.
Número mágico que puedes alterar
sumando sus cifras para descubrir que él
es el mejor número, el más perfecto.
Si restas tres al ocho obtendrás un cinco,
una edad temprana a la que no querrías volver
por sus muchas dependencias.
Y si sumas los dos números te darán once.
Querrás ser una chiquilla-
Creo que no después de haber mordido
los vericuetos de la vida.
Mejor no intentes multiplicar
porque el producto es
un claro-oscuro,
de los inciertos veinticuatro.
Mejor así,
treinta y ocho.
TREINTA
Y
OCHO
Porque la vida, no es más vida
volviendo a otra edad. La vida está
para vivirla y no para sumarle o restar
dígitos contables.
Tú, tienes la vida de treinta y ocho
años. Permanece así, sin cerrar fronteras,
si lo prefieres, sin seguir contando.
Treinta y nueve y ya está.
Deja que este sabor de los treinta y ocho
te invada con su pulso
de madurez irrepetible.
Así, amor deja que la vida te surque
y no te sobrelleve, que te aligere y no te rompa .
Que te haga sentir la sangre sin que esta se derrame.
Vive, cada minuto, treinta y ocho veces
más, cada minuto con la intensa
esperanza de no pensar que sabes
mucho pero sí con la certeza
de saber lo suficiente
como para seguir
confiando.
Un beso.
5 de Junio de 2008
De la Hora bruja"
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