Destinado a comunicar todos esos momentos que son espacios donde la palabra se convierte en el refugio cierto, en luz capaz de abrir caminos.
lunes, 23 de junio de 2008
POR FIN LA MAÑANA.
Me rascaba la espalda, suave
como la brisa de la noche.
Los sueños se encargaron
del resto. Todo se cifraba
en negro-azul y un dolor
de cabeza. Pasar la página
duele más que escribirla.
Me desperté con el olfato
animal. Serené el alma
cuando la vi rendida a mi lado.
Todo volvía a ser azul y blanco.
Y anoté, atropellando con la tinta
el sabor del sentimiento.
La mañana se enredó
en las cortinas y en el ruido,
mientras la luz libraba batallas
entre los huecos guerreros
de mis manos.
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