Entre el teléfono y el timbre de la puerta,
la ansiedad rompiéndome el corazón. Monótono
recorrido, siempre el mismo, del despacho a la puerta
y de la puerta al pasillo. Y mientras recorro
esta geografía casera el sueño me salva
de algunos infiernos. Aunque hay paraísos
que están envenenados.
El día avanza. Espero salir de esta isla
con cantos de sirena, donde no hay forma
de mirar
sin que la vista se despegue
del vacío.
Por qué entretenerme en los miedos
cuando el azul no tiene nubes.
El teléfono suena y el corazón
sigue soñando.
1 comentario:
que sueñe siempre...
saludos
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