domingo, 17 de agosto de 2014

“Vía crucis” del silencio.

                   







Tu presencia atraviesa este muro
de la espera.
Hay tantas raíces en la memoria
que es difícil salir de este callejón
donde tu imagen se hace fuerte.
La mañana está en calma.

He querido volar y buscarte
más allá de los ruidos, más allá
del espacio acostumbrado. Tú
no estabas. Los lugares saben a ti,
te extrañan. Tu perfume, un satélite
que los envuelve.

La mañana deja su estela de recuerdos
que mueven mi ser hasta la confusión.
Me llegan voces de todos los puntos,
ninguna como la tuya.  Cómo agradecería
una palabra, solo una, capaz de regar
este desierto que se prolonga en el vacío.

Es difícil asumir este “vía crucis” del silencio,
que parece quebrar la palabra que alimentó
nuestro sueño. Todavía no se ha quebrado el verbo
que, otro momento, nos mantuvo fuertes en Utopía;
ni el verso que acariciaba nuestros labios 
y nos vistió, tantas veces, de ilusiones.

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