Como águila, oteando el horizonte,
vienes a mi alma, todavía con el dolor
del abandono. Despacio, reparas
el deseo en la intimidad del silencio.
Como agua, que aligera la inclemencia
del verano, te acercas a mi carne
y a la sombra del tiempo, liberas
la emoción sin saciar mi hambre.
.
Como transeúnte, sin lugar fijo, vuelves
a tu vida y a tus horas. Te vas, sin hacer ruido,
y me dejas con el temblor de los sueños
en la raíz de las palabras.