HABITÁCULOS
Me di cuenta de que la noche
estaba borracha de silencios
y apreté el latido de la sangre.
imposible sofocar tanta impiedad
llamando en la línea del deseo.
Una voz, apenas un susurro,
naufraga en la razón y la maldice.
No hay nada que contarle al tiempo
apagado lentamente en las manos.
El silencio se bebió la fe
mientras la noche robaba la palabra.
¿ Cómo vengar la levedad del agua
si el alma se cobija entre las olas
de este amor que calla soledades?
Se desprendió la niebla de estos trazos
que visten a los versos de cristal
para abrir la puerta de la aurora,
abrazar el colirio de la luz
que perdona el llanto de la piel.
Habito en este bosque de tu cuerpo
como un dios errante y desnudo
que no quiere romper la huella del abrazo,
pacífico perfume que arranca
las sílabas diarias del hastío.
Existo en ti y me conmuevo
con el júbilo de nacer sin ignorar
que el dolor vomita las verdades
y escruta sin temor,
la cara más oculta de mi alma.
¿Cómo reconciliar tu gesto
si la bestia del rencor evita la mirada?
¿Cómo plegar los bordes de la tierra
sin romper la esperanza de tenerte?
Pido al llanto la paciencia
de una morfología invadida
que doblegue la fatiga
para seguir pronunciando tu sagrado nombre
¡ Silencio! Dios se asoma al Paraíso,
el hombre acaba de crearlo.
Me di cuenta de que la noche
estaba borracha de silencios
y apreté el latido de la sangre.
imposible sofocar tanta impiedad
llamando en la línea del deseo.
Una voz, apenas un susurro,
naufraga en la razón y la maldice.
No hay nada que contarle al tiempo
apagado lentamente en las manos.
El silencio se bebió la fe
mientras la noche robaba la palabra.
¿ Cómo vengar la levedad del agua
si el alma se cobija entre las olas
de este amor que calla soledades?
Se desprendió la niebla de estos trazos
que visten a los versos de cristal
para abrir la puerta de la aurora,
abrazar el colirio de la luz
que perdona el llanto de la piel.
Habito en este bosque de tu cuerpo
como un dios errante y desnudo
que no quiere romper la huella del abrazo,
pacífico perfume que arranca
las sílabas diarias del hastío.
Existo en ti y me conmuevo
con el júbilo de nacer sin ignorar
que el dolor vomita las verdades
y escruta sin temor,
la cara más oculta de mi alma.
¿Cómo reconciliar tu gesto
si la bestia del rencor evita la mirada?
¿Cómo plegar los bordes de la tierra
sin romper la esperanza de tenerte?
Pido al llanto la paciencia
de una morfología invadida
que doblegue la fatiga
para seguir pronunciando tu sagrado nombre
¡ Silencio! Dios se asoma al Paraíso,
el hombre acaba de crearlo.
MUSA
Cómo olvidarte si eres fuego
y dejas la piel en los labios
de esta alcoba a punto de arder
y llena de silencios;
Porque eres luz,
entre los ángulos oscuros
de esos días que ocultan
el vuelo del orgullo herido;
claridad, ante el espejo
de inconfesables torpezas
enredadas al paso de las horas,
no te puedo olvidar.
Así, movimiento siempre, memoria
vigilante del dolor
que huye de este templo de los sueños
y me acerca a la llaga de la espera,
apuntas la palabra
sobre el rostro del vacío
que gravita
en este cuerpo de raíces.
Cómo olvidarte si eres fuego
y dejas la piel en los labios
de esta alcoba a punto de arder
y llena de silencios;
Porque eres luz,
entre los ángulos oscuros
de esos días que ocultan
el vuelo del orgullo herido;
claridad, ante el espejo
de inconfesables torpezas
enredadas al paso de las horas,
no te puedo olvidar.
Así, movimiento siempre, memoria
vigilante del dolor
que huye de este templo de los sueños
y me acerca a la llaga de la espera,
apuntas la palabra
sobre el rostro del vacío
que gravita
en este cuerpo de raíces.
TRANSITO
Tengo los ojos llenos de luz, cansada
luz, dormida a veces
en el fuego de este mar
a punto de saltar a la batalla.
Agonizando regresaste para libar
en los ángulos de un corazón huido
entre las sombras del jardín
mientras la aurora navega.
Me desperté
sangrando mil palabras.
Unos cuchillos trenzaban ilusiones
entre las sábanas ausente de risa.
El día se fue y te vi
reflejada en el fondo de unas manos
acostumbradas a la llaga
de este tránsito eterno.
Aquí, los dioses controlan sin pudor
el aroma de los días.
Tengo los ojos llenos de luz, cansada
luz, dormida a veces
en el fuego de este mar
a punto de saltar a la batalla.
Agonizando regresaste para libar
en los ángulos de un corazón huido
entre las sombras del jardín
mientras la aurora navega.
Me desperté
sangrando mil palabras.
Unos cuchillos trenzaban ilusiones
entre las sábanas ausente de risa.
El día se fue y te vi
reflejada en el fondo de unas manos
acostumbradas a la llaga
de este tránsito eterno.
Aquí, los dioses controlan sin pudor
el aroma de los días.
[color=blue][i]A
Batania, siempre ahí
hilando versos.[/i][/color]
Me despierto
sangrando
mil palabras.
Unos cuchillos
trenzan
ilusiones fatales
entre las
sábanas de risas
ausentes. Los
ojos los tengo
llenos de luz y
fuego
de este mar a
punto de salir
para la gran
batalla.
La mañana se va
y refleja
en el fondo de
aquellas manos
la llaga del
tránsito eterno.
Luego regresas
con la agonía
para libar en
los ángulos
de algún corazón
huido
entre las muchas
sombras
del jardín,
donde los dioses controlan
sin pudor, el
aroma
de los días que
pasan.
[color=blue][i]
Extraido de un
poema de "Las horas y los momentos"[/i][/color]
NOCTÁMBULA
Mientras el amor me soporta
busco entre los pliegues de la noche
la hoja en blanco de una duda.
Encuentro un suave beso
como un guiño lunar,
a veces sombra
casi disfraz enemigo.
Fijas en las huellas
de un jardín imaginario,
las manos se pierden
en las ciegas formas del encuentro.
Es hora de renacer,
de existir leve y tierno.
Un silencio abriga el deseo.
Vuelvo al manantial,
a la invisible soledad
para luchar con el cansancio.
Se me olvida el horror
de los días tempranos,
pero no el latido del abismo.
Es tarde para aventurar el cuerpo,
aunque la piel se acostumbre
al dolor de las horas.
La espera no es vértigo
es gravedad de una mortaja
llena de emociones.
La luz crea el corazón
y roba la figura del planeta
mientras se desboca el agua
en el aliento cotidiano.
Me vence el sueño, mi animal
amasa la muerte y la luz.
Mientras me duermo,
Dios sigue fingiendo una derrota.
Mientras el amor me soporta
busco entre los pliegues de la noche
la hoja en blanco de una duda.
Encuentro un suave beso
como un guiño lunar,
a veces sombra
casi disfraz enemigo.
Fijas en las huellas
de un jardín imaginario,
las manos se pierden
en las ciegas formas del encuentro.
Es hora de renacer,
de existir leve y tierno.
Un silencio abriga el deseo.
Vuelvo al manantial,
a la invisible soledad
para luchar con el cansancio.
Se me olvida el horror
de los días tempranos,
pero no el latido del abismo.
Es tarde para aventurar el cuerpo,
aunque la piel se acostumbre
al dolor de las horas.
La espera no es vértigo
es gravedad de una mortaja
llena de emociones.
La luz crea el corazón
y roba la figura del planeta
mientras se desboca el agua
en el aliento cotidiano.
Me vence el sueño, mi animal
amasa la muerte y la luz.
Mientras me duermo,
Dios sigue fingiendo una derrota.
VOLVER AL CENTRO ]
Miro a través de la noche,
abiertas las puertas del ánimo,
cargado de perfumes, de mar.
Todo ante mí, como un suspiro mudo,
como una duda vigilante que acobarda.
Conspiro con estas horas,
prueba inevitable del ser que busca
la raíz de esta verdad huida
con las luces de la tarde.
Todo se confunde.
Solo, ante este morir lento,
asumo las derrotas, la fragilidad,
los instantes de esta tierra
con rostro y en sequía.
Siento las voces del abismo.
No tengo excusas para sentir la piel,
y su paisaje, ni la huella del tiempo,
ese maldito cronos que deja el sabor
de promesas incumplidas.
Vivir es un reto, una encrucijada.
Regreso a la memoria, al vuelo
que corre tras el perfume de la vida,
porque el alma siempre vuelve a su centro,
para seguir abonando la casa.
Vuelvo a la alegría inmortal del sueño.
.
Miro a través de la noche,
abiertas las puertas del ánimo,
cargado de perfumes, de mar.
Todo ante mí, como un suspiro mudo,
como una duda vigilante que acobarda.
Conspiro con estas horas,
prueba inevitable del ser que busca
la raíz de esta verdad huida
con las luces de la tarde.
Todo se confunde.
Solo, ante este morir lento,
asumo las derrotas, la fragilidad,
los instantes de esta tierra
con rostro y en sequía.
Siento las voces del abismo.
No tengo excusas para sentir la piel,
y su paisaje, ni la huella del tiempo,
ese maldito cronos que deja el sabor
de promesas incumplidas.
Vivir es un reto, una encrucijada.
Regreso a la memoria, al vuelo
que corre tras el perfume de la vida,
porque el alma siempre vuelve a su centro,
para seguir abonando la casa.
Vuelvo a la alegría inmortal del sueño.
.
TARDES DE DOMINGO
Hay tantas tardes de domingo
que resulta difícil contarlas.
La perfección de sus cadencias
saben a crepúsculo de otoño,
a tornasol a expensas del nublado.
La imperfección de las cosas
se pierden en el rostro del tiempo.
Cómo olvidar esas tardes,
están ahí, asomadas a la eternidad
de todo lo que tocan.
No hay canción que se extravíe
en el mutismo de algodón.
La belleza de las horas
arrastra sublime la calma
en el sin-sentido de pasos furtivos.
El silencio cobra nombre
en los personajes de un libro.
Todo se aletarga en el sofá
con la levedad del sueño
que traiciona la lectura.
A veces, estos ojos del domingo
se esconden torpemente en las manos ,
otras, me sorprenden
en las tediosas mañanas de los lunes
y en los sin-por qué del calendario.o.
Hay tantas tardes de domingo
que resulta difícil contarlas.
La perfección de sus cadencias
saben a crepúsculo de otoño,
a tornasol a expensas del nublado.
La imperfección de las cosas
se pierden en el rostro del tiempo.
Cómo olvidar esas tardes,
están ahí, asomadas a la eternidad
de todo lo que tocan.
No hay canción que se extravíe
en el mutismo de algodón.
La belleza de las horas
arrastra sublime la calma
en el sin-sentido de pasos furtivos.
El silencio cobra nombre
en los personajes de un libro.
Todo se aletarga en el sofá
con la levedad del sueño
que traiciona la lectura.
A veces, estos ojos del domingo
se esconden torpemente en las manos ,
otras, me sorprenden
en las tediosas mañanas de los lunes
y en los sin-por qué del calendario.o.
AL LÍMITE
Desnudo en este tiempo de nubes,
colgué la ropa en la esquina del silencio.
Del último sonido sólo tengo el eco.
Es el momento de seguir,
llegar a la frontera,límite
que aprieta el miedo a la carne
al ritmo del impulso
Desnudo en este tiempo de nubes,
colgué la ropa en la esquina del silencio.
Del último sonido sólo tengo el eco.
Es el momento de seguir,
llegar a la frontera,límite
que aprieta el miedo a la carne
al ritmo del impulso
y de la sangre.
La puerta se cerró,
La puerta se cerró,
el alma comenzó
a latir
hasta sofocar el vértigo
de las nubes que no ocultaron
el sol de sus ojos.
hasta sofocar el vértigo
de las nubes que no ocultaron
el sol de sus ojos.
GESTO
Llegó con la sonrisa puesta
me miró con los ojos del pasado
después, un beso en el corazón
hasta sentir el paso del tiempo.
Ahora, los dedos se deslizan
por la luz de sus cabellos.
Ella se rinde ante el gesto,
un vuelco animal la llena
devolviéndole a la paz
Llegó con la sonrisa puesta
me miró con los ojos del pasado
después, un beso en el corazón
hasta sentir el paso del tiempo.
Ahora, los dedos se deslizan
por la luz de sus cabellos.
Ella se rinde ante el gesto,
un vuelco animal la llena
devolviéndole a la paz
ESCULTOR
Gira la vida en este patio de voces,
que alimentan geranios agostados
a merced de este escultor que duerme
oculto en los pliegues del alma.
Se aquieta la razón entre las manos
rotas en el círculo imposible
de ese volver atrás que ronda
los oídos de esta carne en vigilia.
Llora el escultor loco de amor,
ante la obra de la luz, un grito
que se asoma al umbral
de este animal que le posee.
Ficción de héroe destronado
que huye de la claridad
con el veneno de las sombras
para morir después
en un mar de anhelos.
No hay marcha atrás, generoso
el abismo devuelve el eco
de una estrella dibujada entre risas.
El escultor repite inocente
la medida del gozo escogido.
El hoy tiene algo de ayer, de ese escultor
que descansa en el fondo de la brisa,
en el silencio de las palabras por decir.
Gira la vida en este patio de voces,
que alimentan geranios agostados
a merced de este escultor que duerme
oculto en los pliegues del alma.
Se aquieta la razón entre las manos
rotas en el círculo imposible
de ese volver atrás que ronda
los oídos de esta carne en vigilia.
Llora el escultor loco de amor,
ante la obra de la luz, un grito
que se asoma al umbral
de este animal que le posee.
Ficción de héroe destronado
que huye de la claridad
con el veneno de las sombras
para morir después
en un mar de anhelos.
No hay marcha atrás, generoso
el abismo devuelve el eco
de una estrella dibujada entre risas.
El escultor repite inocente
la medida del gozo escogido.
El hoy tiene algo de ayer, de ese escultor
que descansa en el fondo de la brisa,
en el silencio de las palabras por decir.
TU NOMBRE
Tu nombre se repite
en la brisa de los labios.
Tu rostro se desgrana
en el agua atemporal,
despejando esta oscuridad
que invade las horas.
Te entregas al cariño
hasta alcanzar la luna
con los ojos inocente
de la niña que fuiste.
No puedo, ni descifrar
tu nombre, ni tu rostro.
A lo mejor no eres real
y has llegado al término,
hasta quedar varada
en esta playa tranquila.
Los terribles momentos
esos infiernos cotidianos
no están ante el perdón
de tu presencia.
Mi alma no tiene preguntas,
ante ti guarda silencio
Tu nombre se repite
en la brisa de los labios.
Tu rostro se desgrana
en el agua atemporal,
despejando esta oscuridad
que invade las horas.
Te entregas al cariño
hasta alcanzar la luna
con los ojos inocente
de la niña que fuiste.
No puedo, ni descifrar
tu nombre, ni tu rostro.
A lo mejor no eres real
y has llegado al término,
hasta quedar varada
en esta playa tranquila.
Los terribles momentos
esos infiernos cotidianos
no están ante el perdón
de tu presencia.
Mi alma no tiene preguntas,
ante ti guarda silencio
TERNURA
Sólo la ternura salvará el mundo
de la prisa, de las frías miradas.
Ternura de palabras y gestos
que rescatan el mundo de la indiferencia.
Esa ternura del "buenos días"
abren la mañana a la sorpresa.
La ternura salva del hastío,
del interés egoísta que busca ser
un dios por encima de los otros.
Sólo la ternura elocuente del silencio,
recoge la caricia y la huella de tus besos
en la soledad de las tardes.
Tu ternura me salva de morir
abandonado a mi suerte
en el vacío de la noche,
cuando el alma reclama vida
y el cuerpo se niega a responder.
La ternura me salva de la mentira
de no querer comprenderme
allí donde me oculto.
Sólo la ternura salvará el mundo
de la prisa, de las frías miradas.
Ternura de palabras y gestos
que rescatan el mundo de la indiferencia.
Esa ternura del "buenos días"
abren la mañana a la sorpresa.
La ternura salva del hastío,
del interés egoísta que busca ser
un dios por encima de los otros.
Sólo la ternura elocuente del silencio,
recoge la caricia y la huella de tus besos
en la soledad de las tardes.
Tu ternura me salva de morir
abandonado a mi suerte
en el vacío de la noche,
cuando el alma reclama vida
y el cuerpo se niega a responder.
La ternura me salva de la mentira
de no querer comprenderme
allí donde me oculto.
CÓMO RECLAMAR LA LUZ...
Cómo reclamar la luz de las estrellas
si el cielo está entre tus manos
apretadas en un gesto de amor
que huele a mañanas de esperanza.
Cómo pedir el rumor de la brisa
si el viento sopla en las palabras
sembradas en los labios, selladas
en la boca con vigilias soportadas.
Cómo escribir el paso de la tarde
si la carne duerme soñando besos
en los rincones silentes del alma
donde el horizonte arropa la luz..
Cómo querer que las horas vuelvan
si la vida navega en este mar
donde el tiempo es un amigo
ligeramente atado al deseo.
Cómo afirmar el dolor si está
patente en el revés de las palabras,
en la corteza inútil
de gestos ambiciosos.
Cómo decir amor
si es una victoria
en la locura de la prisa,
un alarde en el fragor diario
cuando las palabras saben
a miradas de perdón,
a caricias maternales,
a besos que calman
el fuego del ser.
Cómo reclamar la luz de las estrellas
si el cielo está entre tus manos
apretadas en un gesto de amor
que huele a mañanas de esperanza.
Cómo pedir el rumor de la brisa
si el viento sopla en las palabras
sembradas en los labios, selladas
en la boca con vigilias soportadas.
Cómo escribir el paso de la tarde
si la carne duerme soñando besos
en los rincones silentes del alma
donde el horizonte arropa la luz..
Cómo querer que las horas vuelvan
si la vida navega en este mar
donde el tiempo es un amigo
ligeramente atado al deseo.
Cómo afirmar el dolor si está
patente en el revés de las palabras,
en la corteza inútil
de gestos ambiciosos.
Cómo decir amor
si es una victoria
en la locura de la prisa,
un alarde en el fragor diario
cuando las palabras saben
a miradas de perdón,
a caricias maternales,
a besos que calman
el fuego del ser.
TEXTURAS
A Cesar, pintor y amigo.
A sus musas y sus marañas dedálicas.
Los ojos contemplan el espanto
que domina la textura
donde una sombra acomoda
los impulsos del vacío.
El juicio de la luz
tiembla en las manos.
Se humilla el lienzo
ante el trueno creador
mientras la línea sorprende el espacio
hasta la herida.
Lacerado el perfil de la musa,
que el dibujo disuelve
en la mentira de la imagen.
Hunde su rostro el pincel
en el río febril de los colores,
habitado genio
que mata la frontera del creador,
deshaciendo, implacable,
la verdad de los pigmentos .
La luz es el modelo
que rumia vergonzoso
un escorzo inacabado.
Duerme en el vientre del artista
el suicidio de la forma.
Se apaga el caos en el regazo del boceto,
desaparece en el eco doliente del trazo
y sorprende a la belleza.
Bajo la húmeda atención del pintor
los muslos de un ángel
se aprietan poseídos.
El guardián depone el miedo,
cuelga las alas
en esta habitación vestida de misterio.
A Cesar, pintor y amigo.
A sus musas y sus marañas dedálicas.
Los ojos contemplan el espanto
que domina la textura
donde una sombra acomoda
los impulsos del vacío.
El juicio de la luz
tiembla en las manos.
Se humilla el lienzo
ante el trueno creador
mientras la línea sorprende el espacio
hasta la herida.
Lacerado el perfil de la musa,
que el dibujo disuelve
en la mentira de la imagen.
Hunde su rostro el pincel
en el río febril de los colores,
habitado genio
que mata la frontera del creador,
deshaciendo, implacable,
la verdad de los pigmentos .
La luz es el modelo
que rumia vergonzoso
un escorzo inacabado.
Duerme en el vientre del artista
el suicidio de la forma.
Se apaga el caos en el regazo del boceto,
desaparece en el eco doliente del trazo
y sorprende a la belleza.
Bajo la húmeda atención del pintor
los muslos de un ángel
se aprietan poseídos.
El guardián depone el miedo,
cuelga las alas
en esta habitación vestida de misterio.
HOY ES TARDE
Sufrir que amarra los vientos
de la sangre escondida en la pasión.
Locura que lamenta no ser ave.
Aliento de ternura tiene, raíz
que nutre la tierra de la libertad rota.
Otro rostro del amor
a punto de ser ceniza. Instante frágil
del camino vacío, del perdón sordo
que arrastra el alma a las puertas del infierno.
Sufrimiento de la carne en vela,
de la memoria enamorada
que descansa en la esperanza de seguir
Sufrir que amarra los vientos
de la sangre escondida en la pasión.
Locura que lamenta no ser ave.
Aliento de ternura tiene, raíz
que nutre la tierra de la libertad rota.
Otro rostro del amor
a punto de ser ceniza. Instante frágil
del camino vacío, del perdón sordo
que arrastra el alma a las puertas del infierno.
Sufrimiento de la carne en vela,
de la memoria enamorada
que descansa en la esperanza de seguir
con la hulla de
Marilyn prendida a la espalda.
Hoy es tarde,
sólo queda espacio para que los dioses
cortejen a las hadas.
Hoy es tarde,
sólo queda espacio para que los dioses
cortejen a las hadas.
SOLILOQUIOS
A todos los que sufren insomnio,
A todos los que sufren insomnio,
a los que vigilan la luna
1
Envuelta en un número llegaste a mi horizonte.
Desconocida, apenas una sonrisa, dentro de un alo de misterio,
apareciste con la serena voz de las que no tienen prisa
o la de aquellos que se comieron las ganas de tenerla.
Era un programa diferente, otra dinámica
distinta a la de recoger libros o fregar platos.
Reías, como si el cielo hubiera bajado a saludarte.
Palabras de hasta luego remediaron el primer encuentro.
Otros encuentros bendecirían la mirada.
2
La voz entrecortada. Querías decir tantas cosas.
No hubo oportunidad de seguir. Sucedió rápido,
tan rápido como un suspiro. La verdad disfrazada
con la solemnidad de quien ronda las esquinas.
La conversación navegó en un río de preguntas,
una forma más de abrazar la intimidad velada.
Después, vino el cielo, un latido que se evaporó,
como un regalo de reyes. Rota la magia de preguntar
las parcas jugaron con el destino. No había hueco
para otras mentiras. En un instante, el presente
se volvió pasado. Todo tan débil y efímero.
Ahora no hay nada, sólo la sombra de las palabras
molestando los rincones. La risa de esa tarde
quedó sellada en los oídos, revoloteando inquieta,
como una mariposa. Las últimas noticias llegaron
sin palabras, mensajes escapados del eco del alma
o del miedo. La presencia de ángeles guardianes se esfumó.
Nadie vigila.Nada permanece en el campo de batalla.
3
Otro lugar, otra gente, reclamó tu presencia.
Profundo silencio de las horas.
Los nombres se cuelgan de los labios. Cuesta pronunciarlos;
el tiempo evita la nostalgia y los pone, junto a otro tesoros,
en el baúl de las cosas importantes.
Nunca más el eco de las palabras, ni el brillo de la sonrisa,
se atreverán a deambular por la casa.
La rutina diaria empieza lejos de lo desconocido.
Todo permanece igual que antes.
1
Envuelta en un número llegaste a mi horizonte.
Desconocida, apenas una sonrisa, dentro de un alo de misterio,
apareciste con la serena voz de las que no tienen prisa
o la de aquellos que se comieron las ganas de tenerla.
Era un programa diferente, otra dinámica
distinta a la de recoger libros o fregar platos.
Reías, como si el cielo hubiera bajado a saludarte.
Palabras de hasta luego remediaron el primer encuentro.
Otros encuentros bendecirían la mirada.
2
La voz entrecortada. Querías decir tantas cosas.
No hubo oportunidad de seguir. Sucedió rápido,
tan rápido como un suspiro. La verdad disfrazada
con la solemnidad de quien ronda las esquinas.
La conversación navegó en un río de preguntas,
una forma más de abrazar la intimidad velada.
Después, vino el cielo, un latido que se evaporó,
como un regalo de reyes. Rota la magia de preguntar
las parcas jugaron con el destino. No había hueco
para otras mentiras. En un instante, el presente
se volvió pasado. Todo tan débil y efímero.
Ahora no hay nada, sólo la sombra de las palabras
molestando los rincones. La risa de esa tarde
quedó sellada en los oídos, revoloteando inquieta,
como una mariposa. Las últimas noticias llegaron
sin palabras, mensajes escapados del eco del alma
o del miedo. La presencia de ángeles guardianes se esfumó.
Nadie vigila.Nada permanece en el campo de batalla.
3
Otro lugar, otra gente, reclamó tu presencia.
Profundo silencio de las horas.
Los nombres se cuelgan de los labios. Cuesta pronunciarlos;
el tiempo evita la nostalgia y los pone, junto a otro tesoros,
en el baúl de las cosas importantes.
Nunca más el eco de las palabras, ni el brillo de la sonrisa,
se atreverán a deambular por la casa.
La rutina diaria empieza lejos de lo desconocido.
Todo permanece igual que antes.
4
Los ruidos molestan. La desconfianza
mantiene el corazón en vigilia,
llevándose el calor de las palabras,
alertando otras risas o que otros nombres
vuelvan a desaparecer. Ahora descanso,
dejo que los sueños me hundan en el infierno
de Dante. Cualquier día de estos no me acordaré
de nada. Sucederá el milagro: la brisa de la vida
conducirá mi nave a una playa desconocida,
donde dejaré que las ansias de cielo salgan a la luz,
Sin remedio las mordazas del amor saltarán en pedazos.
POEMA IMPÍO
Las palabras se vuelven torpes mientras escribo.
Es ya tarde para remilgos. Todo está en el punto cero,
sin forma, sin alma. Con voluntad de cazar rebusco
entre imágenes pasadas pero el cazador es cazado
y el trofeo se vuelve vacío del alma.
Delante de mí todas los caminos, todas las paradas
con signos pretéritos de encuentros felices. Nada sirve,
la mesa esta desnuda... y mis manos. Busco la imagen
de una rosa, una emoción, pero se alejan.
Entre un mar de luz y tinieblas, las horas se hacen eternas.
Nada calma la sed de esta incapacidad para describir
con palabras las emociones, la alegría de un beso perdido,
el disgusto olvidado. Sediento de verbos, me asusta el gesto
que me deja a merced de la ausencia. Imposible atrapar
el espíritu de este hombre. Descubro su cadáver...
Ahora, en la calma aceptada de las horas inciertas
Encuentro el arma del silencio. Pero ya dejé la imagen
de la rosa y la emoción en el reino de los vivos, en el cauce
de esta mesa desnuda y entre mis manos. Ahora, enfrento
sin vergüenza,
la impiedad de un poema huido entre los versos del aire.
Las palabras se vuelven torpes mientras escribo.
Es ya tarde para remilgos. Todo está en el punto cero,
sin forma, sin alma. Con voluntad de cazar rebusco
entre imágenes pasadas pero el cazador es cazado
y el trofeo se vuelve vacío del alma.
Delante de mí todas los caminos, todas las paradas
con signos pretéritos de encuentros felices. Nada sirve,
la mesa esta desnuda... y mis manos. Busco la imagen
de una rosa, una emoción, pero se alejan.
Entre un mar de luz y tinieblas, las horas se hacen eternas.
Nada calma la sed de esta incapacidad para describir
con palabras las emociones, la alegría de un beso perdido,
el disgusto olvidado. Sediento de verbos, me asusta el gesto
que me deja a merced de la ausencia. Imposible atrapar
el espíritu de este hombre. Descubro su cadáver...
Ahora, en la calma aceptada de las horas inciertas
Encuentro el arma del silencio. Pero ya dejé la imagen
de la rosa y la emoción en el reino de los vivos, en el cauce
de esta mesa desnuda y entre mis manos. Ahora, enfrento
sin vergüenza,
la impiedad de un poema huido entre los versos del aire.
DESPUÉS FUE DISTINTO
A todos los que dicen creer en Dios
A todos los que dicen creer en Dios
y a los que tienen el valor de
admitir su agnosticismo.
1
En esta armadura de luz, las palabras
cómplices del viento llenaron el espacio
de ese Dios que un día forzaron a salir.
Nada importaba sin el convenio de la sangre.
Después fue distinto.
El alma se volvió para ver
el eco de su presencia. No había huellas,
sólo rostros huidos.
Era de mañana,
1
En esta armadura de luz, las palabras
cómplices del viento llenaron el espacio
de ese Dios que un día forzaron a salir.
Nada importaba sin el convenio de la sangre.
Después fue distinto.
El alma se volvió para ver
el eco de su presencia. No había huellas,
sólo rostros huidos.
Era de mañana,
cuando se lo llevaron,
Muy de mañana, cuando la aurora se traba
con el canto.
2
Al fuego de la palabra le pusieron mordazas.
Y donde había dios ahora hay anhelos, donde
estuvo el color hay otra luz, un leve rastro
de su presencia.
Inocente, el corazón busca por los portales
para volver cargado de preguntas y madrugadas.
Sofocaron la voz. La soledad, cómplice con la noche,
levantó muros en la raíz del abismo. Algunos
argonautas le vieron maniatado.
3
Qué cobarde es el tiempo que esconde el perfume
y borra la huella de su paso. Memoria infeliz
donde Dios es el dolor de una traición. Herida
de vacío, el alma indaga en el gesto de la belleza.
Siento la tarde en mi alma. Llega
a través de este olor ácido de la nada.
No quiero ni pensarlo, ni ser querido,
ni apretar la memoria.
Me gusta sentir esta luz en mi interior,
no saber de las miradas y que la música selle
este tiempo que se va,
que las nubes surquen mi frente
y no ver por donde se fueron.
4
En este bosque quemado salta el invierno.
Huye de la oscuridad y la nieve. Las manos
desgarran la pureza del corazón, el vértigo
se adueña de la libertad.
El amor reclama amor, el alma soporta
la agonía del vacío. Hay tanto Dios en los labios
que hablar es un sacrilegio.
Frenando el grito del corazón
todavía su nombre vienen a mis sueños.
Mi angustia dobla sus manos y roza sus cabellos, mi angustia
envuelta en este cuerpo transido de amor.
Sus ojos miraron otros paisajes que no veré.
Sobre mi cuerpo resbala su llanto.
5
Deseo ver pero el grito está ciego.
Otro fuego desnudó el alma, otro sonido
la mantiene. El perfil de otro cuerpo
orienta el pulso. En sus ojos contemplo
el perdón y de repente sucede el milagro,
Dios sigue vivo.
¿Por qué pensar en él si ahora tengo quien me quiera?
Desciendo por el vértice del sueño,
a la belleza primera, a la ingenuidad infantil.
Un ángel guarda la entrada. El Paraíso
está cerrado por vacaciones.
Muy de mañana, cuando la aurora se traba
con el canto.
2
Al fuego de la palabra le pusieron mordazas.
Y donde había dios ahora hay anhelos, donde
estuvo el color hay otra luz, un leve rastro
de su presencia.
Inocente, el corazón busca por los portales
para volver cargado de preguntas y madrugadas.
Sofocaron la voz. La soledad, cómplice con la noche,
levantó muros en la raíz del abismo. Algunos
argonautas le vieron maniatado.
3
Qué cobarde es el tiempo que esconde el perfume
y borra la huella de su paso. Memoria infeliz
donde Dios es el dolor de una traición. Herida
de vacío, el alma indaga en el gesto de la belleza.
Siento la tarde en mi alma. Llega
a través de este olor ácido de la nada.
No quiero ni pensarlo, ni ser querido,
ni apretar la memoria.
Me gusta sentir esta luz en mi interior,
no saber de las miradas y que la música selle
este tiempo que se va,
que las nubes surquen mi frente
y no ver por donde se fueron.
4
En este bosque quemado salta el invierno.
Huye de la oscuridad y la nieve. Las manos
desgarran la pureza del corazón, el vértigo
se adueña de la libertad.
El amor reclama amor, el alma soporta
la agonía del vacío. Hay tanto Dios en los labios
que hablar es un sacrilegio.
Frenando el grito del corazón
todavía su nombre vienen a mis sueños.
Mi angustia dobla sus manos y roza sus cabellos, mi angustia
envuelta en este cuerpo transido de amor.
Sus ojos miraron otros paisajes que no veré.
Sobre mi cuerpo resbala su llanto.
5
Deseo ver pero el grito está ciego.
Otro fuego desnudó el alma, otro sonido
la mantiene. El perfil de otro cuerpo
orienta el pulso. En sus ojos contemplo
el perdón y de repente sucede el milagro,
Dios sigue vivo.
¿Por qué pensar en él si ahora tengo quien me quiera?
Desciendo por el vértice del sueño,
a la belleza primera, a la ingenuidad infantil.
Un ángel guarda la entrada. El Paraíso
está cerrado por vacaciones.
RENOVADO
A todos los que dicen creer en Dios
y a los que tienen el valor de admitir su agnosticismo.
1
En esta armadura de luz las palabras
llenan el espacio del Dios
que un día forzaron a salir.
Nada importaba sin el convenio de la sangre.
Era de mañana, cuando se lo llevaron,
muy de mañana, cuando la aurora
se trabó con el canto.
Después fue distinto.
El alma se volvió para ver
el eco de su presencia. No había huellas,
sólo rostros vacíos.
2
Al fuego de la palabra le pusieron mordazas.
Donde había dios ahora hay anhelos,
un leve rastro de presencia herida.
Sofocaron la voz y la soledad
levantó muros en la raíz del abismo.
Herido de vacío,
el corazón indaga en el gesto de lo bello,
busca por los portales para luego volver
cargado de madrugadas.
Algunos argonautas dicen que le vieron.
Qué cobarde es el tiempo
que esconde su perfume
y borra la huella de su paso.
3
Siento la tarde
con olor ácido de nada.
No quiero pensar, ni ser querido,
ni sofocar esa memoria infeliz
donde Dios es el dolor
de una traición.
Sólo deseo la luz
que no sabe de miradas,
que las nubes surquen mi frente
y no ver por donde se van.
Salta el invierno en este bosque
del alma hasta desgarrar
la inercia de la sangre.
Hay tanto Dios en los labios
que hablar es un sacrilegio.
Sobre mí
resbala su llanto.
4
¿Por qué pensar en él
si ahora tengo quien me quiera?
Mis ojos miran
otro paisaje que él no ve. Otro fuego
desnuda el alma, otro sonido
la mantiene.
Aunque frene el grito, su nombre
viene a mis sueños y lo envuelvo
en este cuerpo transido de temor.
Desciendo a la inquietud primera.
Un ángel
guarda la entrada. El Paraíso
está cerrado por vacaciones.
A todos los que dicen creer en Dios
y a los que tienen el valor de admitir su agnosticismo.
1
En esta armadura de luz las palabras
llenan el espacio del Dios
que un día forzaron a salir.
Nada importaba sin el convenio de la sangre.
Era de mañana, cuando se lo llevaron,
muy de mañana, cuando la aurora
se trabó con el canto.
Después fue distinto.
El alma se volvió para ver
el eco de su presencia. No había huellas,
sólo rostros vacíos.
2
Al fuego de la palabra le pusieron mordazas.
Donde había dios ahora hay anhelos,
un leve rastro de presencia herida.
Sofocaron la voz y la soledad
levantó muros en la raíz del abismo.
Herido de vacío,
el corazón indaga en el gesto de lo bello,
busca por los portales para luego volver
cargado de madrugadas.
Algunos argonautas dicen que le vieron.
Qué cobarde es el tiempo
que esconde su perfume
y borra la huella de su paso.
3
Siento la tarde
con olor ácido de nada.
No quiero pensar, ni ser querido,
ni sofocar esa memoria infeliz
donde Dios es el dolor
de una traición.
Sólo deseo la luz
que no sabe de miradas,
que las nubes surquen mi frente
y no ver por donde se van.
Salta el invierno en este bosque
del alma hasta desgarrar
la inercia de la sangre.
Hay tanto Dios en los labios
que hablar es un sacrilegio.
Sobre mí
resbala su llanto.
4
¿Por qué pensar en él
si ahora tengo quien me quiera?
Mis ojos miran
otro paisaje que él no ve. Otro fuego
desnuda el alma, otro sonido
la mantiene.
Aunque frene el grito, su nombre
viene a mis sueños y lo envuelvo
en este cuerpo transido de temor.
Desciendo a la inquietud primera.
Un ángel
guarda la entrada. El Paraíso
está cerrado por vacaciones.
FELICIDAD
Una llamada a deshora. La sonrisa
después de un disgusto. El sentimiento
de saber que no es tarde. Un ramo
de flores fuera de la ocasión. Algún amigo
que no esperabas. Todo eso y algo más
es la felicidad.
Una llamada a deshora. La sonrisa
después de un disgusto. El sentimiento
de saber que no es tarde. Un ramo
de flores fuera de la ocasión. Algún amigo
que no esperabas. Todo eso y algo más
es la felicidad.
PADRENUESTRO
A mi padre
A mi padre
que el otro día le operaron de
cataratas
A veces, con disimulo, entono el Padrenuestro
desafiando la
timidez y el agnosticismo.
“Que estás en los cielos” sigo, aunque no sé bien
cuántos cielos
hay. Sé que por aquí quedan pocos
y los que hay se
concentran en la isla de tu sonrisa
y en las ganas
de caricias cuando el televisor nos aburre.
“Santificado sea tu nombre”. Qué grande el nombre,
me emociona esa
santidad, sobre todo cuando miro
a mi padre. Éste
estuvo siempre ahí, sin molestar.
ALGUIEN PASÓ...
El sueño se esfumó, como siempre,
sólo recuerdo
que alguien encendía
una luz en la
estancia donde estaba.
Después se fue,
no sé hacia donde.
Tampoco supe por
donde vino.
EL ECO
La huella de la religión, como un elefante
en la sábana,
mantiene en mí la memoria
del drama, de la
alabanza y del júbilo.
Pegado al eco de la tarde, el sonido
de unas campanas
llama a la oración
y me emociono.
ORACIÓN
Hace mucho tiempo, posiblemente diez años,
Hace mucho tiempo, posiblemente diez años,
escribí estos versos.
Bendito sea Dios en el canto seco
de José Hierro, donde la vida
brota...
Bendito sea, el inventor de la
luz,
del verso hecho poema. Bendito
seas.
Bendito sea Dios, sin titubeos, bendito seas
por mostrarme el revés de una
flor, la fantasía.
¡ Bendito Dios! en el hombre amanecido
vestido de silencios, cubierto
de estrellas.
BUSCADOR DE
ROSAS
A todos los que buscan rosas por las esquinas.
Llegaste en la noche bajo un manto azul,
la tristeza cubría tu rostro,
pero tu alma,
incapaz de sucumbir ante el
destino, dejó
escapar la sonrisa del corazón
, impulso
que abrió la puerta del océano
mar
en la frontera de un lecho
lleno de horas
que rompen las aristas de la
primavera.
Después, vino la voz, la palabra , fuerza
dispuesta a despejar la
tiniebla del espacio,
y ocurrió, que lo terrible se
volvió dulce, flor
a punto de nacer entre las
manos que generosas
despertaban la tierra de esta
piel, ahora, fundida
en el corcel indomable de la
carne.
Cómo volver atrás, si la mirada reclama el horizonte
de tiernos encuentros que
labren el jardín
de este deseo inagotable que
busca ansioso
el abrazo de la noche, la
complicidad de las estrellas,
testigos de las ninfas que
unos dioses distraídos
dejaron a la deriva de los
vientos.
Ahora, todo es río que fluye en la aventura
donde Dionisos bebe la copa
del amor
ante la mirada esquiva de
Apolo;
el banquete está servido, los
comensales
por llegar, vienen con
lámparas encendidas
dispuestos al vértigo de la
pasión.
Se desliza el poema por el filo de tu espalda,
los versos resbalan en medio
de nubes
que en silencio pasan montadas
a la grupa
de un aire tormentoso.
Apareces, siempre
apareces, musa blanca que me
salvas de morir
en el último instante.
Sé que estás ahí, siempre ahí, vigilante
con un silencio creador de
noches y días
donde el cuerpo se alza y los
sentidos
recobran alas perdidas.
NO ACABO DE
ENTERARME
No acabo de enterarme,
nunca acabaré de enterarme.
No busco la muerte, la tengo
en un cajón aparte. Amo
sin fingir, para eso tengo
tiempo.
La muerte está aunque los huesos
se resistan a aceptarla. Debe
ser
que me gusta verlas venir.
TODO A UN TIEMPO
En esta hora bruja, cuando la ciudad se estrecha
sobre la arruga del papel y
envuelve
las armas del sol y los besos
inocentes
de la mañana. En esta hora,
nada, ni nadie me consuela.
A tropezones, baja el dolor
por la esquina del alma
hasta hundirse en el silencio,
esa sima oscura que deja libre
el espacio de la mente.
Grávido momento
donde las manos son ojos
y los ojos deseos...
En un rincón de la vida
me uno al cauce tímido de la
duda,
deletreo las últimas canciones
mientras el sueño de la rosa
exhala el último hálito del
agua.
En este instante de dolor y calma
tu nombre se pierde en las
olas
de esta vigilia temprana,
remonta el vuelo hacia otro
paraíso
que no sé pronunciar.
Dolor, rosa, nombre, voz,
todo a un tiempo entre mis
manos,
contenido en frágiles besos,
un deseo de amar que araña la
cima
de esta vida borracha de
horas.
SOLEDAD DE LA
CARNE
"A todos los que tienen que velar a sus enfermos"
Las manos apoyadas
en el pecho del tiempo,
arrugada la piel, ajado
el espacio que otro día vió la
risa...
Duerme el dolor
el umbral vigilante de la
sangre,
después de cabecear sobre el
algodón de la tarde.
Protestar es palabra hueca
que sabe amarga a cada vacío
donde el silencio responde
apartando el miedo.
Hay miedo a envejecer
con las sábanas tendidas
en el horizonte de la carne.
El miedo es la vergüenza del valor
escondido en al esquina del
cobarde...
Hay miedos solemnes
y tímidos miedos..., miedos
maravillosamente grandes,
miedos de hartos y ricos
El tiempo pasa rápido,
los pobres lo soportan,
juegan con él.
El tiempo y el miedo
avanzan arañando la carne del
alma,
soportan el ronquido del
hombre.
Nadie está ahí sólo la soledad,
nadie acompaña a nadie...,
sólo la desnudez primera
se hace presente.
El estómago vacío,
como la palabra...
vacía de sentido
¿Por qué continuar
en este naufragio
de absurdas cuestiones
si el puerto final es la
basura?
Vuelve el silencio,
el tiempo se va,
ahora nada, después nadie...
solo está el cuerpo
en esta soledad de la carne.
OTEANDO
MADRUGADAS
Qué dura es la pelea de evitar
tu ausencia y sentir la luz
de la sonrisa mecida por las
horas
Qué leve pasa el día, qué ligero
cuando arrastra la víctima
del “hasta luego”.
Permaneces en el suspiro de volver
con el rostro herido y las
manos
repletas de aromas y papeles.
OTEANDO estoy las madrugadas
que respiran deseos
suspendidos
entre el humo de la prisa y la
calle,
lleno de gritos que lloran
asfalto.
ESTÁS, indeciblemente estás,
en las huellas desnudas que
arden
en el revés del destino. Estás
en el silencio hilvanando
palabras.
EN ESTE momento, al filo de un segundo,
tu imagen desvela el perfil de
la espera
que impaciente balbucea la
mañana.
TODO HUELE A TI
A Gema, a quien quiero
El aire huele a mañana, a fritos,
a la risa infinita de los
niños.
En el aire navega tu voz,
tu mirada, eco de sábanas
maduras
vertido en el filo de unos
besos.
El olor vuelve en el límite
de la fatiga, vuelve
resucitado
cambiando el gris de las
palabras
por el color de la quietud.
Todo huele a ternura,
a mañana de julio,
fabricada con gotas de luz
y brisa alentejana.
La claridad y el olor irrumpen
en este instante desnudo
hasta empujar, leve,
el viento portugués. Todo
abraza la sorpresa
en tu cintura inacabada.
Un verso
go
te
a
en la tierra frágil de tus pechos,
a
en la tierra frágil de tus pechos,
desciende por el temblor de
los geranios
borrachos de rojo y verde.
Un temblor de agua menuda
invade el pulso del día,
roto en el espejo del tiempo.
Todo huele a ti
grabado en las paredes,
transparencia de luz que amortigua
el ruido cansino de la calle.
TU VOZ
Siento tu voz, tu frágil voz
en la puerta de este día en
calma.
En los ojos de mi padre te sentí,
la primera vez, en aquella
severa
y dulce mirada. Tu voz abrió
el sello del misterio,
desvelando
la primavera, siempre tu voz.
El azul cobrizo del alba arrulla,
con balbuceo de cielos
infinitos,
la puerta de mi casa. Tu voz,
presencia que empapa las
entrañas
del ser. Cuánto color en las
rendijas
de estas paredes cansadas de
buscar.
Siento tu voz en el hueco redondo
del recuerdo, eco de fantasía,
la desnuda ebullición de mi
cuerpo.
Palabra apostada en la seda
de tu piel, que vibra en mí,
corcel
que se rebela en la intimidad
revelando toda claridad.
Tu voz, fértil rocío de la palabra
que dibuja amores en esta nave
del tiempo, que reclama la
caricia
de mis manos traduciendo
delicada,
la dureza de los mil gestos
de toda la levedad de tu
cuerpo.
EL SILENCIO
Porque la luz reclama
la presencia de la carne
y el beso la memoria
de los días, el silencio
toma cuerpo en el rincón de la
mirada
arropando ruidos y el
cansancio.
Silencio que guarda
la memoria del abrazo
y el hábil gesto
de la carne. Verbo de luz
que brota en las ausencias,
como un deseo, huérfano de
tacto.
Huella de silencio, principio
en el final de cada espacio,
fuente de esperaza en el caos
de los días, que hace de la
vida
una nota de color sin
amenazas.
TODO ES
Todo es viento del sur que arrastra
la lluvia hasta el centro de
este mar
de palabras, verbos de amor
donde
no hay cabida para la ausencia
que busca la luz con el
cansancio
de los días.
Todo es mar que arrastra
los naufragios, los momentos
y las horas llenas de vacíos,
que enfrenta el alma con el
impulso
de morir en la torpeza de los
servicios
prestados.
Todo es luz de un mar infinito
Todo es luz de un mar infinito
que arranca atardeceres a los
dioses
en el jardín del alba para
mezclar
la sangre con la rosa, el
dolor
con la angustia de saberme
vivo.
Todo es viento, mar y luz, amor
de enamorados cómplice del
deseo
que siembra ternura en el
vientre
de Venus donde las ninfas se
miran
para contemplar la belleza
ebria del impulso.
CARNE DE MAR
Carne de mar
de líneas, de olas.
Olas de carne
que rompen en tu orilla,
siempre olas,
siempre carne;
orilla de tu amor,
líneas de tu carne.
LA NOCHE SE HA
ROTO
La noche se ha roto,
de tanto contar estrellas.
No hay marcha atrás, todo está
decidido
sobre el rostro de los pobres.
Nadie avisa
del calculo a la hora de medir
la tarde
en los pasos ligeros que
esconden la prisa.
Camino, palabra a palabra,
como la flor que se detiene
en la caricia de la abeja.
La noche se ha roto en los labios
del alba, en el beso de las
lágrimas,
en los ojos de los pobres.
Palabra
a palabra, camino hasta la
flor
marchita, ahora, viva en la
semilla
sepultada. Y perderse en el
viento,
hasta rozar las alas de las
nubes.
Vuelvo para bordar
en la cintura del amor, el
rostro
de las madres.
ERA DE ESOS DÍAS...
Era de esos días que apetece
abrazar el aire, sentir
el ruido a distancia y mecer
los adoquines de la calle.
Era,
sencillamente, de esos días
que sientes las páginas del
libro
como puertas de una casa
encantada,
cada una con su llave y los
versos
del poema, la salida feliz
de un laberinto. Era de esos
días,
cuando la brisa da una tregua
al calor del verano y todo
parece
una inspiración. Era jueves
este día, cuando descubrí
tu perfume pegado a la camisa.
ME ACOSTUMBRÉ
Me acostumbré a tus curvas
y a tu risa, pero no a las
tardes
de viernes, llenas del timbre
de tu voz
silabeante, como olas
desbordadas;
Me acostumbré a tus cansancios
y a tus noches, pero no a las
horas
que arropaban el deseo, a la
caricia
larga sembrada en la piel;
Me acostumbré a verte al borde
de la mañana, pero no al rito
de tus besos llenos de verano,
salpicado de preguntas
vespertinas;
Me acostumbré a tu sombra,
pero no al largo abrazo
de fin de semana, que
permanece
en el calor de la sangre.
ENCUENTROS
Quiero vivir ese instante eterno
Quiero vivir ese instante eterno
de la sonrisa que escapó de tu
rostro
y se embarcó en mis ojos,
navegando
corazón adentro, hasta el
puerto del amor;
vivir la aventura de la
palabra, ese fluir
que brotó de tu alma y prendió
el fuego
de mi boca, hasta consumir el
aliento
del cansancio.
Quiero vivir con la puerta abierta,
dejar que el día pase con tu
sombra
vestida de risa y de voz, de
contraluz
que me anima a seguir;
vivir en el fondo del espacio
y sentir que todo es
en la medida que lo quiero.
Vivir,
en el pulso de la sangre que
me empuja
a remontar cuando el mundo
cae.
Quiero vivir, vivir todas las
presencias
tejidas de amor que confía
hasta romper
los límites dolorosos de los
días que se fueron.
Vivir el presente, lleno de encuentros,vivir
perdonando el límite doloroso
del pasado.
COTIDIANO
A los currantes de todos los días
A los currantes de todos los días
Hoy salgo de este puerto en calma
para volver al mar de asfalto,
sin tregua, con el viento
entre las manos. Entro en el
origen
oscuro de la mañana, que torpe
se esconde para evitar el
encuentro
de las horas.
Las luces se tuercen en el meridiano
horizonte, rompiendo la risa
del paisaje,
no hay nada que hacer, la
rutina
ha tomado posesión de este
país
embrutecido por la prisa.
La maquina engulle los gestos
más sublimes, las palabras
sinceras.
Todo es nada en medio de esta ciudad
que comienza a bullir.
Un último bostezo, la cuenta atrás.
El circo empieza.Algunas
marionetas
se descuelgan de la vida;
otras,
se dejan seducir.
2
El cielo baja el toldo gris
del mediodía,
nada es indiferente en esta
existencia
monocorde. Todo permanece
en el cansancio sin ganas de
buscar
algún oasis. La locura de la
tarde
se esconde en el cajón miserable
de un festín de palabras y
olores.
De este reino de bandidos
se expulsó a la sonrisa;
la mirada resbala sobre
la espalda del deseo
obsesionada por la noche.
Alguien se levanta para matar
al trabajo que volvió al
centro
de este infierno de nadie.
La vida atraca en el puerto primero,
llegó a la vigilia de las
horas
en reposo. La orquesta del
mecano
calla, nadie se atreve a
romper
el sacrosanto silencio
de las hadas.
EL SILENCIO DEL
AMOR
Hoy, amanecí feliz...
cómo es posible que el amor
impida decir algo de la bondad
de estar enamorado,
de este sentimiento que
recobra
las alas y me lleva lejos
donde el olor se espesa
y el cielo se abre a la
aventura.
Es tanto el amor, que las palabras
se hacen silencio, respetuoso
y solemne silencio que me deja
en el centro del alma.
Donde los dos mantenemos la belleza
del espacio,el tiempo deja de
existir
y el encuentro se vuelve
eterno.
ELMILAGRODEMPEZAR.
Una sonrisa, era eso
una maravillosa sonrisa
la que abría el mar de par en
par
dejando la huella de su olor.
Una sonrisa, como el alba
que trae luz.Así fue, un
milagro
de sonrisa abierta en el
rincón
de los momentos,fundida
con todos los deseos,
la que me salvó de morir
en el tedio de las horas.
Después, vino la mirada,
el brillo compasivos de unos ojos
perdonando las torpezas del
día.
Ojos, como ventanas, abiertos
a la soledad de la tarde
en un sin fin de acordes
con sabor a encuentros.
Ojos que traen el eco
de las palabras, el recuerdo
de otros espacios,
una canción inacabada
en el naufragio de la vida.
Sonrisas, miradas, rostros
de la espera que crecen
entre los dedos de la noche.
Mañana traerá la oportunidad
para soñar otra sonrisa,
otra mirada y vuelva a
resucitar.
NOCHE DE VERANO
He mirado la avenida. Todo está
en su sitio. El calor rueda arañando
el asfalto mientras te
entretienes
en matar largatijas. Alguien
cruza
la calle, un coche le cede el
paso
como un verdugo que perdona
la vida. En la esquina del
bulevar,
la brisa se vuelve seto
con monocordes movimientos
al compás de una música lejana
que rebota entre los cubos de
basura.
Después, el silencio mata la
tarde
y la noche, con cara de
pantera,
viola esta vigilia de agosto.
La pena
duerme en un rincón de la
casa.
Sonríes y volvemos a empezar.
renovado
He mirado la avenida. Todo está
en su sitio. El calor rueda arañando
el asfalto, mientras te entretienes
en matar lagartijas con la mirada.
Alguien cruza la calle, un coche
le cede el paso, como un verdugo
que perdona la vida transeúnte.
En la esquina del bulevar, la brisa
se hizo seto al compás de la música
que re
bo
ta
entre los cubos de basura.
Después, el silencio mató la tarde
y la noche, con cara de pantera,
violó esta vigilia de agosto. La pena
duerme en un rincón de la casa.
Sonríes y volvemos a empezar
PALOMAS DE LUZ.
Variaciones
De agua y viento vestido,
el caserón acuna el rumor ciego
de las palomas llenas de luz,
de estancias hechas, lamento
salpicado de humedad silente,
que como un genio arrastra
la brisa de otros días.
2
En el ángulo del aire las palomas
esconden la mirada azul
de piedra, repletas de doblez
y esquina. Se abrazan
al sueño de un tiempo escapado
bajo el eco de la vida.
Las palomas se entregan,
esclavas, al letargo del muro.
El caserón se llena de sueños
de vuelos, de voces, de gritos
repletos, de humedad,
de palomas arropadas
con severo silencio.
El sentimiento ácido
de una oculta vigilia
se prolonga en el alba,
en el espejo sucio del tejado
donde todo se disuelve
en las sombras.
3.
Resbala la mirada por la piedra,
cautiva en la altivez de la esquina
¡Dios!, cuánta miseria,
cuanta tristeza agolpada
al vértice del tiempo,
cuánta herrumbre abierta
en la cuchilla inmisericorde
de la siesta. La mirada
busca gris la frontera de la luz
balbuceando sombras
con deseos de tarde, prisionera
del muro, muda tarde que baja
lastimada por las grietas sucias
del palacio
4
La tarde tiembla en la tormenta
del verano, apretada al regazo
de la piedra, repleta de cantos,
de gárgolas que vomitan rostros.
La tarde se aprieta al alma,
al sereno manto de alas
que escapan del ruido, voces extrañas
llenas de calle, cautivas de pasos,
eco de nadie.
Apretada tarde de verano
que arrastra llanto al rincón
vacío, donde me estoy
en el borde mismo de la sangre
hasta reposar entre miradas
y sueño, roto sueño
lleno de palomas.
APRENDER
La vida la tengo a trozos
La vida la tengo a trozos
en el umbral de un presente
que teje fábulas para exponerlas
al sol de las miradas y vender,
palabra a palabra, un rosario
de versos.
Despacio aprendo, sin saber
pronunciar, del guiño de tu amor,
un caprichoso titular, siempre
en portada, a veces, en la página
final. Pero, qué puedo decir
cuando la tarde pasa,
como un anciano cansado
por no vivir de otra manera;
qué puedo decir,
mientras atraco el barco
en este muelle de un día cualquiera.
Indefenso estoy, como un niño
de mirar frágil que cuelga
del reflejo maternal; débil
mientras el viento esparce la ceniza
de este día que pasa. Así me siento
y te vivo.
Necesito un sueño, como la flor
de un espacio, para abrir el alma
y contar al revés, mientras te observo,
como tus labios arrancan mi hambre
en la invisible línea de un poema.
A LA HORA JUSTA
A la hora justa, en ese
momento que el ruido
de las fuentes rompe el silencio de la noche;
en la mañana, cuando falta tiempo
para que todos salgan, y las voces gateen
por los muros, y el canto de los niños
llueva en las plazas;
antes de que anochezca
y las puertas de la ciudad se vuelvan a cerrar,
y las voces vuelvan a su lecho y el silencio
se haga presencia..; antes, mucho antes,
pasaré para decirte que la vida continua
y que nada es fácil....
Mucho antes, de que nada se repita
seguiré mirando la puesta de sol
y volveré a despertar amaneceres.
Antes, mucho antes, la vida pasará
saludando la lluvia y los días de calor....
y seguiremos existiendo, sin mas remedio,
a la par que las semillas y la luz.
NECESITO UN SUEÑO
Qué puedo decir mientras
atraco el barco en el muelle
de un día cualquiera,
que he aprendido del guiño de tu amor
a saborear el silencio,
y a contener la vida
en la frontera del presente...
Ahora, tejo fábulas
para exponerlas al sol de las miradas
y colorear,
palabra a palabra,
un rosario de versos.
Por eso, necesito un sueño
para abrir los pétalos del alma
y silabear como tus labios
arrancan mi hambre
en la invisible línea de un poema.
Del poemario "septiembre"
TRÁNSITOS DEL
SER
NO ME ABATE LA TRISTEZA
CUANDO EL VERSO DESNUDO
ARRULLA EN MI PUERTA; SUAVE BRISA
QUE CALMA MIS SOLEDADES.
TRANSITO CALLES SIN NOMBRE
EN UNA CIUDAD CUALQUIERA. BUSCO
LA PRESENCIA DE AQUEL ANGEL
QUE UN DÍA ME EXPULSÓ DEL PARAÍSO.
PARA ÉL ESTE POEMA QUE ACARICIA
CON SUS VERBOS LA SIEMBRA
DE LOS DÍAS ESA BRIZNA APUNTADA
CONFUNDIDA CON EL SUELO.
TIERRA DONDE ME TENGO Y ANDO, DONDE CREO
AVANZAR Y NO AVANZO. AHÍ, ME AFIRMO
VARADO, COMO UN PEZ CON GANAS DE VOLAR.
PORQUE YA NO ES SUBIR CUANDO SUBO
CON EL SILENCIO A CUESTA, ES ABANDONO
DEL SER EN EL ETERNO PRESENTE
DE LA CALMA SIN HORAS, ESOS INSTANTES
QUE MODELAN DESDE EL NORTE DE MI BOCA
HASTA LOS SUEÑOS DEL CORAZÓN.
Y LOS LABIOS, OTRO DÍA ALACRANES
SUSURRAN SU NOMBRE; Y LAS MANOS
SIN DISFRAZ DE TARÁNTULAS ACARICIAN
LOS RINCONES DONDE EL AMOR ESTUVO
Y NO ESTÁ. AUSENCIAS DE MIL MOMENTOS
QUE RECLAMAN LUZ PARA SOFOCAR
ESTE NAUFRAGIO DONDE DORMIR ES
DESCANSO DEL ALMA.
MIRO ESTA ORILLA DEL AMOR PRIMERO,
VACÍA DE PASIÓN, FÉRTIL ESPACIO
DONDE LAS HADAS ME DESNUDAN EL SER
AHUYENTANDO TEMORES.
(Para el epílogo de un poemario, en danzas de versos, que por ahora se llama SEPTIEMBRE)
EL ÚLTIMO DÍA ES
EL PRIMERO.
Reflexiones de Nochevieja.
Lo que ocultan los días no son las manos
ni los rostros que suenan bajo los versos:
es el ser que recuerda, en un eterno presente,
la ternura que hizo vibrar el corazón.
Más allá de los silencios, la luz
de su presencia se hace sentir
despejando las sombras, recreando
el tiempo, como un soplo anónimo.
No es el final de un punto y aparte,
este día que termina con un año,
sino un punto y seguido de este sol
que hace sentir las formas del fuego.
Los meses pasaron cargados de voces,
de anhelos, de frágiles deseos
ahora en el fondo de la memoria
donde permanecen como un tesoro.
Cuánto desamor arropado, cuántas palabras
vertidas en las líneas de un poema
por terminar,cuánta fuerza en el latido
de esta vida que sigue a pesar de las ausencias.
Mañana volverá a ser juego de dos,
música para soñar al ritmo de las horas
en medio de su voz que vuelve a nacer,
como el primer día, evitando cansancios.
DEL CENTRO DE LA
PIEL ( para los tristes y olvidados)
Pero verso y tres veces verso,
si viene a ciegas
del centro de la piel.
(Batania)
Del centro de la piel, donde se esconden
las perversas intenciones que los hombres
rechazan con el pudor mediocre
de los sabios hipócritas; del centro de la piel
de donde sale el verso rejoneado
por multitud de palabras sin acentos
ni edulcorantes que le hagan respirar
dos veces.
Del centro de la piel, donde la sangre
se contiene para remediar la inundación
de la alegría y del orgasmo de miradas
inquietas que descubren la esencia
del segundo; donde se revuelve el rostro
de James Dean con almanaques de modelos
expuestas a la mirada desnuda de camioneros
bisexuales.
Del centro de la piel, donde la rabia
Del centro de la piel, donde la rabia
posee el reino de la intuición y el movimiento
del fuego arrasa con todo lo inútil
que camufla la verdad en aras
de un “no sé qué”; donde el lirismo
de las manos se vuelve alas
insatisfechas de carne enamorada
y el canto recorre las entrañas retozando
en medio de la calle.
Del centro de la piel, donde nadie se atreve
a entrar evitando la profanación de lo sagrado,
del barro primigenio de los dioses
destronados del paraíso de los mitos.
Del centro de la piel, donde me refugio
como un perro callejero ante las heridas
de esta guerra de las letras...
del centro de la piel
me brota el llanto agridulce
de unos malditos versos
que canonizan a Rimbaud
en el templo de los olvidados.
Poemas para tristes y olvidados