Un año más para ver el sol. Un año más de tregua en esta carrera de obstáculos. Un día más para oír el rumor del agua de este río de la vida que fluye generoso. Una hora más para que la brisa acaricie está corteza que me envuelve...Unos minutos más para que el sabor de los versos podados me hagan crecer en el juego maravilloso de las palabras.Un segundo más para que el olor salvaje de las plantas calme esta inquietud que se rebela interior...
Destinado a comunicar todos esos momentos que son espacios donde la palabra se convierte en el refugio cierto, en luz capaz de abrir caminos.
domingo, 28 de enero de 2018
viernes, 26 de enero de 2018
SI LA DUDA
SI LA DUDA es una brecha
por donde los sueños escapan,
qué hacer cuando no hay mensaje
y la inquietud se yergue
en el centro del alma.
Dónde está el color de la sorpresa.
Si la espera es un silencio
entre el infinito y las horas,
qué decir
cuando el ruido de la calle
lastra el azul de los recuerdos.
Dónde, el sencillo gesto de nombrarte.
Por qué estos paraísos de cartón,
por qué esa gravedad que hace del instante
un vértice incierto.
Puedo hacer silencio, sin romper
el disfraz de la palabra, cerrar los ojos,
pero no matar el mundo.
De Si el infierno soluciona en REHACER EL ALBA. Vitruvio. Madrid. 2017
jueves, 25 de enero de 2018
Breve catálogo de insectos...
Breve Catalogo de insectos y otros
seres menudos es la última
entrega de José Manuel Vivas, la onceava
de su producción literaria, editada
por Lastura en su colección de poesía.
1. DESDE EL
TÍTULO, UNA REFLEXIÓN.
Si tuviera que coger una imagen para describir esta obra tomaría la del grito de una madre al parir su primer
hijo. ¿Por qué digo esto? porque el poemario de José Manuel es la visión poética y amante del dolor, de lo
incierto, ante el ser humano que tiene enfrente. Un dolor infligido al hombre
por el propio hombre. Sí, en este Breve catálogo de - lo molesto-
el poeta toma la iniciativa de mostrarnos los desastres de este homo
homini lupus que es el ser humano.
Su forma de decir no es con ironía, aunque la
emplee, sino con aquello que mejor conoce, el
verso. Así, de esta manera, bajo el
título curioso de Breve catálogo de
insectos y otros seres menudos, hilvana los peores hechos de la
historia reciente: pateras, hambre, guerra, proxenetismo,…, con versos, con
magníficos versos, que no hacen menos horrible ni más amables los hechos que
cuenta, sino más soportables. Por
tanto, este libro no es un poemario al uso sino una caja con versos donde el poeta ha colocado la memoria arrinconada,
aquello que no nos interesa mirar.
No hay que tener miedo a dejar de leer este
libro nada más comenzar. Advierto que provocan vértigo, el
necesario para hacernos más humano ante tanta des-humanidad. Por esto mismo, se
advierte que la función de los poemas
en esta obra es la de empujarnos a mirar con valentía la
realidad, la triste y dura realidad que nuestro autor cataloga, de forma breve,
como lo molesto, como insectos y
seres menudos.
2. DESDE OTRA
REFLEXIÓN, UNA PROPUESTA.
La otra reflexión, y muy interesante, está en
el prólogo de la obra. Importa no saltarlo. Su autora es Laura Giordani, una poeta argentina afincada en Valencia. En este
prólogo, Laura habla del contenido de este libro como de minúsculos holocaustos que no podemos eludir. Así, como primera propuesta, Laura indica que
tenemos una tarea-la que en sí acomete José Manuel- que es la de decir
lo que nos duele, para que la muerte no tenga la última palabra (pág.
14).
3. LA MIRADA
DEL AUTOR. LAS CUESTIONES QUE PLANTEA.
Esta obra tiene el sello indiscutible de Jose
Manuel Vivas, es decir, una forma
de ir a la raíz de los problemas, de
abordar lo esencial sin alharacas metafísicas, de forma directa y sin paliativos. Por ello, sus versos, los que aquí aparecen, son
frescos aunque hablen de las heridas más profundas.
El contenido
lo vierte nuestro autor en dos grandes capítulos, y un poema
introductorio.
En el poema
de entrada nos presenta a la bestia,
a ese hombre lobo para el hombre; y en los capítulos que siguen, por un lado, desarrolla
aquellos problemas que nos envuelven fruto de la “malicia” humana, y por el otro, aquello que está en nuestra
memoria y queremos olvidar. Cada capítulo tiene 18 poemas, aunque esta
referencia es lo de menos. Lo que importa es que al tomar cualquiera de ellos-
reitero-no se tenga miedo, ni vergüenza a dejarlos una y mil veces para luego volver a
retomarlos. Como digo arriba, aconsejo hacerlo así. Este poemario no admite lecturas lineales, ni seguidas, sino
intermitentes, cortas,
silenciosas, contemplativas dejando espacio para pensar en uno mismo, algo
que no se lleva, y en especial para pedir perdón por los desastres que
provocamos los hombres entre nosotros mismos.
Dicho esto, quiero subrayar las tres cuestiones que nuestro autor plantea:
la crueldad/ la paradoja del límite/ el olvido.
1-La crueldad.-
Esta viene subrayada en el poema introductorio. Aquí, el poeta nos da una visión
paradójica del hombre, de cómo este quiere llegar más alto de lo que su
estatura de finitud le permite. Así, cuando
nos habla de la crueldad lo hace
como de esa realidad congénita al propio ser humano. Esta idea aparece en los tres versos iniciales: Este animal que no protege a su prole/
y la somete al fútil presagio del abandono/tiene los días contados. (17)
La actitud del hombre-en el pensamiento de
nuestro autor-al desproteger y abandonar lo propio no puede ser más cruel, más des-almado. Hay que tener entrañas de
misericordia para seguir creyendo en el ser humano o alma de poeta, como la de
José Manuel, para escribir lo que en esta obra aparece. Es atrevido hablar del raquitismo del propio hombre y al mismo
tiempo seguir creciendo con él.
2.- La paradoja del límite
El primer grupo de poemas, comienza con una cita de la argentina Alejandra
Pizarnik: Son mis voces cantando /para
que no canten ellos,/ los amordazados grismente en el alba, /los vestidos de
pájaro desolado en la lluvia.
Aquí, en este espacio, el poeta describe con sus
versos los límites que el hombre ha
traspasado, la línea roja que ha disuelto, depredando a sus propios hijos
desde el miedo a perder. Esto recuerda a Saturno, aquel dios que se comía a sus
propios hijos bajo la presión del miedo a perder su estatus. Por otro lado, este
hecho depredador habla también de la impotencia del ser humano que creyéndose
superior, al mismo tiempo, se ve incapaz
de admitir sus propios límites. José
Manuel Vivas, con sus poemas, nos presenta esta terrible “hazaña” del ser humano, de cómo pudiendo alimentar el hombre deja
que los otros mueran de hambre (pág. 40/41), pudiendo acoger permite que se cierren
las fronteras (pág. 21), incapaz de amar roba el placer a la otra con la
ablación (pág., 33)…
La paradoja
del límite está aquí, en la contradicción del propio ser humano que siendo
débil se vuelve violento con los más débiles. Es curioso como esta visión de lo
cruel que no queremos admitir en nosotros el
poeta nos la muestra. Nos dice con sus versos el cómo habría que hacerlo,
aunque duela. Sí, hay que admitir que hemos
traspasado los límites de la dignidad,
de lo que en sí es lo humano, cuando permitimos
que algunos hombres se “vuelvan peces de
plásticos que saltan/ desde la selva del olvido/hasta las fronteras de
ciudades/ con nombres impronunciables” (pág. 21); cuando miramos para otro
lado, ante el hombre-niño soldado, al que le “abundan, le laten grillos en
sus manos hasta que estos huyan carne
adentro invadiendo de oscura bilis/ la vejiga/ de dolor su vientre/ y de lodo
sus piernas” (pág. 23). Sí, el hombre fuerte no lo es tanto cuando abandona
a su suerte a sus hijos “y no hay refugio
para tantas manos/ dice el poeta/
para tantas alas rotas ni quebradas
risas, / ninguna esperanza en sus nidos de nieve.” (pág. 25).
Junto a esta cosmovisión del salir fuera de lo
digno, aparece una figura-símbolo que, más allá de cualquier retórica, es
indicativa de la realidad humana, las
manos. Merece la pena leer a este respecto el poema de la página 26, Las
manos que acarician y son ahora garras de mortal abrazo, pura paradoja.
En este apartado primero, José Manuel Vivas
nos hace ver cómo estamos inmersos en una realidad entendida como desmemoria(pág.31),
como la negligencia de una madre
impasible acumulando crueldades,
silencios y mentiras(pág.33), como la vida
truncada que puebla callejuelas y
parques oscuros(pág.35), o nadan entre basureros y cigüeñas, peces de
duras agallas, de pies descalzos y niñez
amputada (pág.39). La
ruptura con lo social es lo que el poeta quiere hacer presente,
visibilizarla aunque moleste. Basta leer el poema La nana invisible de un cuento
africano (pág.28) para ser conscientes de la crueldad del ser humano.
Los versos se soportan porque el poeta los desarrolla con gran ternura. No deja
de ser amante esta visión de los
hechos al pretender con ello-repito- que no se mire para otro lado.
La maestría
de nuestro poeta hace que lo más duro se vuelva algo fácil de mirar generando
conciencia. Y así lo expresa
en el último poema de este capítulo: Mientras
escribo esto sigue sumando la parca/ su infinita cuenta de menudos esqueletos/,
el débito inadmisible en nuestra lista de la compra… (47)
3.- El
olvido.
Esta idea se desarrolla en la última parte. Aquí,
el grupo de poemas nos hablan del no
dejar de tener memoria aunque a toda costa queramos olvidar lo que sucede.
La cita cabecera es de una escritora, Marisa
de la Peña, que entiende- igual que nuestro autor- lo importante que es luchar por la recuperación de la dignidad
humana.
El poema inicial recuerda lo expuesto en la primera parte pero esta vez subrayando las
terribles complicidades para destruir a
los terceros, a esos “insectos” que molestan. Estos son los que sufren,
aquellos a los que se les quita la comida, la casa o la vida. El poeta
magistralmente declina, fuera del encuadre, el verbo tener (haber) y el ser
(estar). Presente imperfecto del verbo
ser/ (que no es lo mismo que ser verbo). / Yo soy cómplice, /tú eres
insensible, /él es un número más. / Nosotros somos unos cobardes, / vosotros
sois unos asesinos/ ellos son las víctimas propiciatorias/ ( Y no hay más
declinaciones por ahora.) (pág.52).
Los poemas
que siguen hablan desde el perdedor,
desde el hombre muerto, desde la herida incesante, desde la vida sin arraigo (pág.
53). Con esto el poeta seguirá insistiendo que esto es lo que no hay que
olvidar y que por tanto no hay que
dejar de tener puesta la mirada en el
sur, ese sur adonde “van los
desastres, las avalanchas, el agua desbordada, la tempestad, los fieros
huracanes (pág. 43) Ese sur de la
vida doliente lo queremos olvidar, sin embargo es importante mantener su
memoria. De esta manera, el poeta significará
el no olvido con un hermoso poema, la maleta de Charlotte Salomón, esa
pintora judía que murió en Auschwitz, y que –como buena hebrea- mantiene el shemá,
el recuerdo dentro de una maleta. Nuestro autor aprovecha el gesto con estos
verso: Tengo una maleta llena de dibujos/en la memoria/y un
millón de cuerpos sin voz/en los pastos del olvido (pág. 55). Hay que
buscar en nosotros la huella de tanto desastre, así nos lo impone la voz de la
conciencia en los versos de José Manuel Vivas haciéndonos una aseveración “no busquéis donde/ no existen ellos, /donde
no hay sombra de su memoria” (pág.58).
Y en medio de tanto desastre y muerte, de esta
segunda parte, un respiro poético en la
imagen del sueño de un niño.
Aquí, el poeta le da voz a los sueños del ser que quiere recomponerse. “Y sueña el niño con nidos y con árboles…con
libélulas y juncos…con ser pez fuera del agua, con ser pájaro que se lanza al
aire / extiende sus alas y vuela
(64). Un descanso lírico donde el significante es la libertad que brota,
como un ideal, en el sueño. Este soñar del niño no es más que un recordar la esperanza ante el olvido,
ante la herida sin cicatrizar. De esta forma, el poeta continúa alertándonos con
los recuerdos, de aquel niño sin frontera, de la madre muerta, del hermano
desaparecido, del padre que nunca regresó…
Lo tremendo
del olvido es que alguien quiera convencernos que
la realidad no es tal, la mayoría de las veces es el poder el que disfraza todo
aquello que no interesa que se sepa haciendo que le demos la espalda a lo
evidente. El poeta es consciente de ello
y nos dirá en uno de los poemas finales: “Acabas
de recordar/las asperezas del olvido, /esa herida sin cicatrizar desde entonces,
/desde aquel tiempo de dolor/ tan temprano…y siempre…dijeron
que todo era mentira” (69).
Enhorabuena a José Manuel Vivas por su
valentía al traernos estos versos de Breve catálogo de insectos y otros seres
menudos, que, directamente, nos hacen tomar conciencia de nuestra
realidad sin obviar la parte molesta que hemos creado. Porque –dice él- “no basta mirar hoy, / habrá que mirar
siempre.” (72). Sí, mirar siempre porque no todo está perdido: Pero miras de nuevo/ el retrato de ayer/
como si pudieras/ regresar al hijo, / como si aún fuese posible/ salvar el
mundo (pág.74).
Hace más de...
Hace más de cincuenta y pico de años, cuando nací, el día estaba como hoy. Mi padre, en bicicleta, trajo a la comadrona que después del parto se metió en la cama con gripe. Cosas de la vida.
Gracias papá,gracias Loli ( la comadrona), por ayudarme a nacer en un día tan frío y lluvioso, como el de hoy. Gracias por traerme a la vida por haberme dado la oportunidad de probar y sentir esta humanidad que tanta felicidad me a aportado. Gracias por hacer que viva y en este vivir aprender y crecer con errores y aciertos.
Ahora, después de haber pasado el ecuador de mis días, ahora comprendo que vivir merece la pena. Siento que voy entrando en otra dimensión que me prepara para lo mejor.
miércoles, 24 de enero de 2018
ACOSTUMBRADO...
que la vida saborea. La luz de invierno alberga cadencias de misterio. Con poca claridad
no sé dónde colocar la mirada. Mi corazón late al ritmo de una música que no quiero tocar
y que, sin fuerza, interpreto.
De La levedad del barro. Rehacer el alba. Vitruvio. madrid. 2017
domingo, 21 de enero de 2018
NO IMPORTA
Es posible la luz aunque haya oscuridad y tenga
que volver a redimir el canto de los dedos
mientras deshago el silencio que me separa de ti.
(Rehacer el alba. Ediciones Vitruvio. Madrid. 2017)
jueves, 18 de enero de 2018
Estás
Estás
en este límite de la tarde
que apunta al horizonte,
en el susurro de la brisa,
en el tenue colorido
de las ramas. Estás
en esta finitud del paisaje,
en el olor generoso
que anuncia la noche,
en cada brizna de claridad
adonde me agarro
para soportar el dolor
de la despedida.
Estás
en este suspiro del día
que se mantiene
en la magia de cerrar los ojos
y sentirte. Estás
en cada sílaba
de unas palabras
que quieren hablar de ti
y no pueden.
Estás, en este apuntado verso
que no acierta a pronunciar
tu monosílabo
nombre.
miércoles, 17 de enero de 2018
martes, 16 de enero de 2018
Ser
Como las piedras
guardas el eco de la luz,
trazos de mañana
que arden en la periferia.
guardas el eco de la luz,
trazos de mañana
que arden en la periferia.
Como las sombras,
huyendo con sus miedos,
te alejas al centro
de la soledad.
huyendo con sus miedos,
te alejas al centro
de la soledad.
Como el alba,
que vigila el ritmo del Sol,
perdono el silencio
que nos derrota...
que vigila el ritmo del Sol,
perdono el silencio
que nos derrota...
Sombras
Andas buscando sombras
para disfrazar tu presencia.
Exigente con tu oscuro habitáculo,
eliges donde huir.
Evitas la claridad
en la estúpida mecánica
de eludir lo real.
La otra cara de la luz
te niega donde tú la afirmas.
domingo, 14 de enero de 2018
gramática de la luz
Emerges, imponente,
con ese gesto orgulloso
propio de los débiles,
hasta romper la luz que te abraza.
Te sigo con la mirada.
Guardo silencio.
Desapareces, desdibujado
en el lento amarillo del paisaje.
Silencio.
2
Como las piedras guardas el eco de la luz,
trazos de mañana que arden en la periferia.
Como las sombras, huyendo con sus miedos,
te alejas al centro de la soledad.
Como el alba que vigila el ritmo del Sol,
perdono tu silencio
y la soledad
que nos derrota...
3
Lo inundas todos. Estás
en el reflejo del espacio...
Naces
en las vocales inciertas
de la mañana
como una terrible diosa
que no admite otras presencias.
Me arrastras en tu estela,
en esa huella que perdona
la noche.
Susurras, leve, con el gesto
de las palabras
que entreabren el misterio.
miércoles, 10 de enero de 2018
Saber leer los versos. M.A. Lonardi
El 31 de diciembre del año pasado recibí este regalo de la poeta Mariángeles Lonardi. Fué un regalo de Navidad de estos que te llegan muy hondo. Le agradezco este detalle. Transcribo el comentario literalmente:
Comentario del libro:
“Las siete vidas del gato” de
Faustino Lobato Delgado.
La Editorial.es
Hace unos días, Faustino me regaló
su libro ( Las siete vidas del gato) versión digital y me propuso que le hiciera una reseña o comentario, a
lo que accedí encantada, porque considero que es un detalle de su parte y es un
libro que merece la pena. A pesar de que, de primeras parece una historia
personal, intimista y hermética, este libro es un canto a la vida, pensado para
todos los hombres de buena voluntad, porque todos somos iguales a los ojos del
Creador y todos tendremos que enfrentarnos algún día, de una u otra manera , al
mismo desenlace.
Sé, por referencias del autor,
que este libro lo escribió en un momento muy duro y muy difícil en la vida.
Precisamente en esos momentos, es cuando nos planteamos sobre nuestra
existencia. Es tan corta la vida, es tan poco el tiempo que tenemos y creo que,
más nos afecta la incertidumbre de no saber hasta cuándo.
Faustino intenta darle a su padre
siete vidas pero también dárnoslas a nosotros, para poder sobrevivir a todas
las pruebas y seguir aquí, dándolo todo, insistiendo, con más ganas de vivir.
Porque parece que él quiere que nos quedemos aquí.
Un gran temor a la pérdida se
trasluce en el fondo de este grito desesperado por sobrevivir, cueste lo que
cueste.
También me parece que, conocer de
cuestiones de Fe y por su cercanía a Dios, hacen que el autor deje una puerta
entreabierta a todos los interrogantes. Sabedor de nuestras limitaciones, da
una prueba más de que los hombres no tenemos las respuestas.
Y me viene a la memoria una frase del genial Ricardo
Piglia, que me parece muy interesante destacar en este punto.
Hay que vivir en tercera persona
(Ricardo Piglia)
No siempre puede uno saber a qué ha dedicado una mujer o
un hombre los últimos años, meses o días de su existencia. La vida se parece
entonces a uno de esos filtros degradados en los que apenas se perciben los
límites del final. Uno solo sabe que se acaba. Fin.
Y ante la inevitable partida, la fragilidad y lo vulnerable
de nuestra condición humana, toman protagonismo. “Las siete vidas del gato”
está dedicado a su padre, de quien aprendió a mirar la vida, dice el autor. Y a
modo de un intento por organizar las piezas del puzle, divide el libro en cuatro grandes capítulos y unas Reflexiones
finales, como un epilogo, muy recomendables para ampliar la visión y la
perspectiva que pretende darle el autor.
PARTES DEL LIBRO
I Enfrentar latidos
II Las siete vidas del gato
III En la frontera de los pasos
IV Hay tanto viento.
Reflexiones finales.
No voy a
hacer una crítica literaria, ni a ahondar en recursos y tecnicismos académicos,
pero sí diré que este libro, lo que necesita es ser leído, y con detenimiento, puesto
que tiene mucho que aportarnos.
El autor
conoce las metáforas y recurre a ellas para expresar desde la hondura del sentimiento, lo que a veces,
resulta indescriptible. Acepta lo que está viviendo pero, también sabe de la
crudeza del dolor y de lo contrariados de sus sentimientos y de lo que está experimentando
en este duro trance. Y con una habilidad exquisita, recurre a la simbología
también. Pretende decir, pero no herir susceptibilidades. Utiliza imágenes
sensoriales que, nos hacen descubrir el excelente dominio del lenguaje figurado.
Por ejemplo, hablará del viento en lugar de la mirada o se referirá a lo
efímero de la existencia con la expresión “carne”.
A lo largo
de los poemas la tensión aumenta, la trama y la urdimbre tejen la expectación.
Una lucha interna por mantenerse integro junto al padre que se va y por
soportar, como corresponde, lo que no estamos preparados para aceptar ni
soportar, a ojos de una sociedad costumbrista, que hasta te dice cómo tienes
que hacer el duelo.
Cuando la
partida es inevitable aparecen los interrogantes, las incógnitas, las dudas y
los planteamientos y nos replanteamos prácticamente todo y nos detenemos ante
la falta de respuestas, ante el silencio y Faustino, lo describe magistralmente
en estos versos finales:
“Tu
memoria se quema a la sombra
del
silencio, arde en el fuego original
de tu
sonrisa. Cuanto aprendí
en ese no
decir nada y en tus gestos
diciéndolo
todo, cuánto.”
¿Hasta qué
punto estamos dispuestos a mantenernos firmes hasta el último aliento? ¿Hasta qué
punto somos capaces de escuchar y de entender los silencios que, aunque parezca
una frase hecha, dicen más que mil palabras?.
¿Hasta dónde
somos capaces de llegar? Quemamos los cartuchos, esperanzados en obtener otra
vida para seguir y seguir, porque sería un alivio saber que tenemos disponibles
varias vidas, antes de la partida definitiva
¿verdad?
Estas son
algunas de las reflexiones que suscita el libro a la vez que te va
estremeciendo. Se nota la madurez del autor, el saber estar ante las
circunstancias y una aquilatada estabilidad emocional envidiable. Una capacidad
que le permite enfrentar con entereza, a pesar de las debilidades de la
carne, ciertas tempestades de la vida.
Va buscando la luz para, aferrado a ella, soportar con mayor fortaleza los
embates del camino.
Ojalá
aprendamos a ver con los ojos de Faustino, que le dio valor al momento y se
mantuvo firme, integro, para seguir aprendiendo de su padre, de quien aprendió
a mirar la vida -como dice -. Sería una buena prueba de que este libro tiene
mucho que aportarnos, para que no sea solamente “un tránsito animal”.
Solo hay
que saber leer estos versos que están escritos con el corazón y que son la
carne del poema. Una intencionalidad que nos lleva a un marco contemplativo
para enseñarnos a ver de manera más sensible, el otro lado de lo inevitable.
María
Ángeles Lonardi
Almería, 30 de diciembre de 2017.
sábado, 6 de enero de 2018
Rehacer el alba. Memorias de un Naufragio.
Recién llegado del horno. Mi nuevo libro Rehacer el alba, editado por Vitruvio. Espero que se expanda, como el anterior. Un buen regalo de Reyes.
Gracias, Pablo Méndez por seguir confiando en mis letras.
Efi Cubero prologa el libro y dice de él, entre otras cuestiones, que este es:
"...Lúcido soliloquio donde a la vez que interroga halla respuestas. Depurada conciencia lingüística de concentración y agilidad en unos versos que interpelan con contenido y forma. Hay aquí desconfianza, dudas e incertidumbres, pero también afirmación y luz. Coherentemente, el dolor que transita en cada página, a la vez que escarba en lo personal, elude las anécdotas aproximándose a ese punto esencial de lo experimentado en carne y alma propia o en la íntima conciencia vulnerable. Un libro tenso e intenso en forcejeos, encuentros y desencuentros, diálogos entre el vacío y la autenticidad que la palabra contiene más allá de ella misma, como todo lenguaje que supera los muros fronterizos y es digno de ser llamado Poesía."
ES POSIBLE la luz cuando la paciencia de la noche rehace el alba.
Es posible la claridad a pesar de sentir el peso de la propia historia,
esa levedad de la existencia donde las heridas parecen cerradas,
donde los fantasmas y sus infiernos simulan no existir a la vista de todos.
Y en esta posibilidad, de cercanas utopías, el albor revela, con insolencia,
que no tengo agua en las manos ni palabras en la mirada, sólo silencio
ante la agonía de un naufragio permanente.
Rehacer el alba. Memorias de un Naufragio.
Editorial Vitruvio, colección Baños del Carmen.
Madrid 2017, pag. 74
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