Pinchazos para el sintrón, extracciones para otros controles, firmas de bajas continuadas, han sido mi normal tarea de estos seis últimos meses.
Lejos, mis alumnos aprendiendo por boca de otro las artes de pensar y la historia de los pensadores. No sé cuando recuperaré la normalidad de mis días de trabajo. Lo deseo.
Mientras tanto, estoy aprendiendo a ver como crece Rodrigo. Ya siete meses. Un tiempo para él y un destiempo para mí.