Entre los poemas de Las siete vidas del gato había algunos con matices de reflexión literaria, como este de la página 99 compuesto de dos estrofas. Este se encuentra en la última parte del poemario, de las cuatro en el que se divide. En realidad, es complemento de otro poema precedente: La carne del poema.
No me detengo ante el verso
sino ante la herida del poema.
Mañana ya es tarde
para dejar un regalo
entre las páginas
de sus sueños.
(De Las siete vidas del gato. Imcrea. pág. 99)
La primera estrofa, que contiene una metáfora con la expresión "la herida del poema" , indica ese momento difícil de la creación literaria. Crear es doloroso, un dolor como el de un parto; es dejarse llevar por la confianza de ese verbo, a veces, extraño que le cuesta brotar; es el deseo, no siempre, frustrado del mejor verso. La herida del poema es eso la huella de una creación dolorosa, confiada y anhelante en ese querer decir aquello que las palabras son incapaces de expresar.
En esta estrofa hay, también, una referencia directa a la emoción vertiginosa que me provocaba la inminente muerte de mi padre. En sí esta es la metáfora, la herida, que intenta expresar ese sentimiento. Aunque, a pesar de todo, hay en todo ello un no saber cómo decir lo que se siente, una gran incapacidad para gritar la emoción contenida ante semejante hecho.
En esta estrofa hay, también, una referencia directa a la emoción vertiginosa que me provocaba la inminente muerte de mi padre. En sí esta es la metáfora, la herida, que intenta expresar ese sentimiento. Aunque, a pesar de todo, hay en todo ello un no saber cómo decir lo que se siente, una gran incapacidad para gritar la emoción contenida ante semejante hecho.
La segunda estrofa es una referencia clara a esa impotencia descrita en los primeros versos. Urge escribir el instante, ese en el que el impulso emocional pretende decirlo todo. A decir verdad, lo que se escribe no es más que un regalo, y este caso era una forma de acoger la gratuidad del momento.
Los poemas, todos los versos, eran un regalo que la propia vida me hacía. No era yo el que escribía sino que eran los versos los que escribían en mí.
Tanto en una como en otra estrofa hay un hecho imponente, que se escapa a toda explicación y que está en el hecho mismo de escribir. Digo se escapa porque escribir es un acto de humildad donde el alma se doblega ante el verso, ese verso que se impone repleto de verbos, de palabras que van más allá de la propia emoción aunque la contenga.
En las dos estrofas, pero especialmente en la segunda, se expresa usa realidad evidente en todo el poemario: la de la urgencia por plasmar los sentimientos que me provocaban el contemplar el tránsito sencillo y solemne de mi padre hacia otro estado. En definitiva, estos versos, hablan de ese libro de la vida donde las páginas de los sueños están por abrir.
Los poemas, todos los versos, eran un regalo que la propia vida me hacía. No era yo el que escribía sino que eran los versos los que escribían en mí.
Tanto en una como en otra estrofa hay un hecho imponente, que se escapa a toda explicación y que está en el hecho mismo de escribir. Digo se escapa porque escribir es un acto de humildad donde el alma se doblega ante el verso, ese verso que se impone repleto de verbos, de palabras que van más allá de la propia emoción aunque la contenga.
En las dos estrofas, pero especialmente en la segunda, se expresa usa realidad evidente en todo el poemario: la de la urgencia por plasmar los sentimientos que me provocaban el contemplar el tránsito sencillo y solemne de mi padre hacia otro estado. En definitiva, estos versos, hablan de ese libro de la vida donde las páginas de los sueños están por abrir.