Abrazados por la noche la carne deja gritar
al eco de la pasión en la locura de las manos.
Ciegos por el deseo, los labios resbalan
por la catarata del sexo
No hay rincón por descubrir
ni palabra por ocultar. Se rompe el silencio
en la emoción del encuentro. La noche perdona
el tiempo, a la deriva en un mar de luces.
En este momento, no hay miradas solo piel
y besos, la noche desatada y el vacío.
En este instante que huye todo se vuelve claridad
en el cielo de la piel que traduce la caricia.
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