Llegó con el susurro de la luz
acodando su aliento en la pared.
Su abrir los ojos fue un gesto creador
capaz de dibujar rostros en el semblante
del aire. No había otro entendimiento
sino el signo cifrado de las miradas.
Después, tú y la rebeldía de tus labios
persiguieron la herida
del camino.
( De Las siete vidas del gato, Editorial Imcrea. pág. 39 )
Estos versos, de la segunda parte del pomario, describen la llegada de la muerte. Esta es difícil de aceptarla aunque sea la otra cara de la vida. Nunca pensamos que está relativizando el dolor de pensarla. Una forma de relativizar la vida.
En el primer verso se confunde la muerte con el susurro lento de la luz. Esta expresión es en sí una metáfora que describe el
alba. Es la misma luz que, como el aliento, se hace sentir sobre los muros.
alba. Es la misma luz que, como el aliento, se hace sentir sobre los muros.
El tercer verso, con ese gesto creador de abrir los ojos, es una forma de recibir a la guardiana del ultra-mundo. A este verso le siguen otros versos que parecen hablar de la recuperación espontánea de quien se muere con ese "dibujar rostros en el semblante del aire".
El quinto y el sexto verso dan la clave del despertar repentino de quien, moribundo, parece volver a la vida: un entender más allá del propio entendimiento. Este es el código cifrado que permanece en quien se sabe morir.
En los cuatro últimos versos, se rompe con el sentido de la narración poética al pasar de la tercera a la segunda persona. Un tú literario con el que se dialoga significando, de esta forma, a la propia alma. El alma toma conciencia del tránsito vital, anotado en el último verso con la expresión "la herida del camino".
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