De tanto mirar los días me he acostumbrado a sentir su peso, esa especie de calma, a veces sombra, que cada día toma cuerpo en un alma a la deriva. Hay momentos que siento esa presencia incierta que funde el pasado y el presente. En este momento,cuando los años se vuelven cero e infinito, en este presente solo resta besar el rumor de lo que está por venir.
Destinado a comunicar todos esos momentos que son espacios donde la palabra se convierte en el refugio cierto, en luz capaz de abrir caminos.
jueves, 24 de enero de 2013
sábado, 19 de enero de 2013
¿Cambiar el sistema? Primum vivere deinde philosophari
Este día tan ciclónico, tan de viento y lluvia, tan desagradable, me parece una metáfora de la situación política que vivimos los españoles. Menuda ventolera la de un gobierno que no acepta los hechos consumados de corrupción, con los Barcenas o en otro momento con los Gürtell. Que grandes ciclones tiene que soportar la Casa Real, cada vez más decrépita y descafeinada, con esta historia de los Urdangarines, es tan fuerte que dejan lo de los "elefantes" en una anécdota de mal gusto. Y en esto de tener aires revueltos no quiero nombrar todos los que sufre el poder judicial con un Ministro de Justicia respondón y atravesado. basta con apuntar la ley "chapuceras", que se refiere a la atención de los inmigrantes, esta que por acoger a un o de ellos puedes ir a la cárcel. Vamos que ser solidario está penado en España. Así que mires por donde mires el síndrome ciclónico de los poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, están como para remoldearlos de nuevo porque por ahora, con tanto aire parece que no dan la talla.
Es posible que estos vientos hayan removido la "mierda real" que existe en todas estas instituciones y a la vista de sus fracasos están pidiendo cambios. No es descabellado plantearse que si esto no funciona habrá que cambiar de sistemas. Tal y como estamos, no progresamos, retrocedemos. ¿Dónde ha quedado lo que supuestamente se ha conseguido en un Estado de Social y de Derechos, como el nuestro? ¿Por qué se ha perdido en el poco tiempo que estos del PP están llevando "sus políticas" económicas, esas que acentúan el vasallaje a los mercados? ¿Por qué estos crean una amnistía fiscal para "ocultar" a los corruptos? Y he nombrado a unos que actúan igual que los otros. Vaya con las corruptelas oligárquicas de los del PSOE . Y si seguimos tirando de la cuerda vemos que hay tanta ventolera que se constipa hasta el gato.
Miremos donde miremos el aire arrecia y esperemos que una de estas ventoleras no se nos vuele lo poco de decencia que nos queda. ¿Hacia dónde vamos? De momento el 15 M dio una lección a los políticos demostrándoles que las cosas no . pueden funcionar de esta manera tan atropellada e injusta. ¿Qué nos queda? Mínimo, la dignidad. Esta cuenta aunque cuando la vapulean ¿ qué haremos? Hacer, lo que se dice hacer, será poco o nada y esperemos que a cualquier loco "mandón" no se le infle las narices y entonces la acción se vuelva una timocracia, una dictadura...Aunque al paso que vamos dictadura es lo que tenemos. En fin, espero que las actuaciones no sean violentas porque estás tienen siempre malos resultados.
No perdamos "el norte" mientras nos quede decencia y la razón nos funcione aunque es verdad que cuando el estomago aprienta siempre esta eso de "primum vivere deinde philosophari" o lo que es lo mismo "Primum manducare, deinde philosophari". Esto no lo tendría que decir yo que me dedico a dar clases de filosofía y menos, empleando esta frase del mismísimo Hobbes, pero es lo más real ante las ventoleras que nos atenazan.
sábado, 5 de enero de 2013
Periferias
10.30 a.m. Me he dispuesto a
cortar los geranios de la terraza mientras, sin remedio, el ruido del tráfico
asciende maldiciendo los balcones. 10 grados marca el plasma de la avenida. Qué
hacer cuando todo sigue este proceso irremisible. En la radio del vecino se dan las
noticias. Vísperas de Reyes. Algunos funcionarios salen a dar los últimos
toques a las compras después de tener asegurada la paga extra en su cuenta corriente. Todo tiene ese tinte
de paradoja, de situación absurda propia de una ficción de Kubrick.
12.42 p.m. Salgo para hacer un poco
de deporte. Hace frío. Los gatos se han quedado mirándome con cara de tristeza.
Los animales sienten a priori las pequeñas ausencias de sus dueños. La vida es así, como un
entrar y salir o un dejar y tomar o como un estoy y ahora vuelvo. El ascensor
va lento. La voz metálica impresa en el interfono me indica el sitio de llegada con un timbre anodino y con el sonido carrasposo de las puertas. Es una mañana soleada y hace frío. Nadie mira a nadie. La calle tiene ese punto de invierno que ralentiza la vida. La realidad se impone a la ficción aunque nos duela estar despiertos.
23.02 p.m. Estoy en casa. No hay ruido que distraiga este contemplar como pasan las horas.
23.02 p.m. Estoy en casa. No hay ruido que distraiga este contemplar como pasan las horas.
jueves, 3 de enero de 2013
Las tardes me saben a cenizas sin remover.
Me duele tu
huella.
Y me entrego al
dolor
de las palabras rotas.
Las tardes me saben
a cenizas sin remover.
Tú me acusas por
las esquinas
de infiernos ocultos y te vuelves
para borrar ese resto de luz
que te delata. Y te entregas.
A ti no te nacen arroyos
en el silencio de las manos.
Ese silencio que sabe
guardar
medias verdades, días fingidos,
que expone el mundo al revés
al final de cada día.
miércoles, 2 de enero de 2013
A propósito de unos versos...
Tiemblan los que comprenden
que hay un desván en las
felicidades.
Una puerta en la casa del
ahorcado.
Luis García Montero
No sé si lo mejor es temblar
o que el miedo termine por hacer de las suyas en este ir y venir de la mañana
del primer día del año dos mil trece. Y si el miedo termina por anidar
en nuestras casas al final no habrá manera de llegar a comprender nada. Porque con temor uno
termina casi inmovilizado, “arrugado”. Y así, comprender, lo que se dice comprender, no se comprende nada, porque este hecho no es
el fuerte de los que se arrugan, y menos en este primer día del año, en este escalón de lo porvenir, en este
inicio del vacío que prologa los días con cifras herméticas, sin alma y con
penas fiscales para quien es solidario. Por esto, no tiemblo, ni quiero tener miedo,
simplemente guardo silencio mientras la pesadez de este día se abate sobre los
edificios tiñéndolos de gris.
Un día como este parece un paréntesis, la antesala de un parto de algo que no acaba por definirse. ¿Qué esperar cuando soterradas dictaduras cercenan lo justo? ¿Qué decir ante tanta incoherencia política? ¿ cómo decir “feliz año ” obviando lo que sucede o dejando de intuir lo peor? Si las felicidades vienen será de otra forma a la acostumbrada, sin previo aviso; sin hacer ruido, así como un chirimiri de verano; con una estrategia particular que no admite discusiones. ¿Quién buscará respuesta a la tormenta del vecino? ¿Quién medirá la altura del dolor anónimo?
Comienza este año con sonido de violines en la boca, con el cansancio de un trasnoche de miradas, con la acidez del sin-cuidado de no querer pensar. Sí, la puerta del año se abrió a trescientos sesenta y cinco días después de asistir a la ejecución de la esperanza. En este comienzo del año quedan pocas palabras con sentido de ánimo. Todo se vuelve a repetir en un círculo cansino que aburre. No, no quiero dejar que este primer día del año trece, contagie el resto, incluyendo las manías inconfesables
Aunque todavía me restan unos gramos de lucidez para poner sobre la mesa la seguridad del razonar, que me defiende del absurdo, no puedo dejar de preguntarme si hay motivos para seguir confiando. Y lo paradójico es que quiero responder afirmativamente, aunque la radio me siga anunciando nuevos recortes y denunciando las mentiras de políticos que gestionan la sin razón y la presunta xenofobia de leyes chapuceras que castigan a quienes ayudan a los sin-papeles. Con sentido roussoniano me resisto a negar la cordura, propia de la bondad humana, porque existe. Por eso quiero decir sí evitando los argumentos escépticos que se revuelven en mi interior a la vista de la realidad social. Quiero decir sí y dejar sin argumentos a quienes viven en el lado opuesto de esta geografía singular de la vida. Por todo esto, lo mejor no es temblar sino mantener el sentido común y vivir cada momento presente. Carpe diem, siempre, carpe diem a pesar de todo y de algunos.
Un día como este parece un paréntesis, la antesala de un parto de algo que no acaba por definirse. ¿Qué esperar cuando soterradas dictaduras cercenan lo justo? ¿Qué decir ante tanta incoherencia política? ¿ cómo decir “feliz año ” obviando lo que sucede o dejando de intuir lo peor? Si las felicidades vienen será de otra forma a la acostumbrada, sin previo aviso; sin hacer ruido, así como un chirimiri de verano; con una estrategia particular que no admite discusiones. ¿Quién buscará respuesta a la tormenta del vecino? ¿Quién medirá la altura del dolor anónimo?
Comienza este año con sonido de violines en la boca, con el cansancio de un trasnoche de miradas, con la acidez del sin-cuidado de no querer pensar. Sí, la puerta del año se abrió a trescientos sesenta y cinco días después de asistir a la ejecución de la esperanza. En este comienzo del año quedan pocas palabras con sentido de ánimo. Todo se vuelve a repetir en un círculo cansino que aburre. No, no quiero dejar que este primer día del año trece, contagie el resto, incluyendo las manías inconfesables
Aunque todavía me restan unos gramos de lucidez para poner sobre la mesa la seguridad del razonar, que me defiende del absurdo, no puedo dejar de preguntarme si hay motivos para seguir confiando. Y lo paradójico es que quiero responder afirmativamente, aunque la radio me siga anunciando nuevos recortes y denunciando las mentiras de políticos que gestionan la sin razón y la presunta xenofobia de leyes chapuceras que castigan a quienes ayudan a los sin-papeles. Con sentido roussoniano me resisto a negar la cordura, propia de la bondad humana, porque existe. Por eso quiero decir sí evitando los argumentos escépticos que se revuelven en mi interior a la vista de la realidad social. Quiero decir sí y dejar sin argumentos a quienes viven en el lado opuesto de esta geografía singular de la vida. Por todo esto, lo mejor no es temblar sino mantener el sentido común y vivir cada momento presente. Carpe diem, siempre, carpe diem a pesar de todo y de algunos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)