En mis últimas creaciones, desde hace ocho años, comencé a hacer guiños al ars poética. Aquí una prueba de ello.
En LAS SIETE VIDAS DEL GATO (2010)
La
carne del poema
Grita la
mañana, la lluvia.
La
inocencia pasa
con
arreglos de nostalgia
soportando
la limosna del saber.
En este
pasar
de los
monstruos del miedo
el llanto
se acomoda
en los bolsillos.
Empieza a
clarear.
Tiempo
incierto. Llueve ilusiones
en las
manos
siempre atentas al vuelo.
Los ojos
se acostumbran al invierno.
Una
oración graba el momento,
la muerte llega
de puntillas.
La carne del poema se revela
en el centro animal
que lucha
con el verbo
de las horas vigilantes.
Pág. 99
Impulso
No me detengo ante el verso
sino ante la herida
del poema.
Mañana ya
es tarde
para dejar
un regalo
entre las
páginas
de sus sueños.
Pág. 101
En UN CONCIERTO DE SONIDOS DIMINUTOS (2013)
La piel de un poema
He
perdido la cuenta de las horas,
mientras
los sueños sellan
el
recuerdo de otros versos.
La piel de un poema reclama
el canto de los gritos
agolpados en las manos.
La
forma de tu voz se pierde
en
el barullo de la calle,
dejándome
la huella del sonido
con
ese olor a soledad
que
dibuja desiertos.
Después,
por los rincones,
llega
el delirio de las musas.
Me
seducen y detienen el tiempo
con
la sorpresa del poema.
Pág. 61
En EL NOMBRE SECRETO DEL AGUA (2016)
Y en este
lenguaje de los gestos
se modelan
los sueños y la boca se desnuda
ante el
consuelo del verbo. Todo perfecto, todo
ante la caricia del agua que marca
el misterio de la danza en la sangre del poema.
No hay
clave capaz de descifrar el vértigo del sexo
cuando el
mundo se detiene en el alma de las horas
y se frena
el amargo sabor de la vida que arranca
trozos de cielo al atravesar los
límites del agua.
Pág. 36
Sigo mudo
en esta fragilidad
del
misterio que me circunda. Los verbos
resisten
entre aguas interiores. Ruedan
ebrios de
limo.
Quiero
regresar al lugar del sueño,
sin alas.
Impulso que busca,
en el
espejo del agua,
versos
prohibidos.
Se oculta el poema en el aliento de las palabras.
Y las estrofas, cantos rodados, se pegan
al ser del verbo, con el anhelo
de darle nombre al agua.
Pág. 62
En LA SORPRESA DE LO HUMANO (2018)
PRIMERO, el
silencio, /esa nada que marca/ el ruido de los versos.
Después, la
palabra /inundando el cosmos de lo frágil /hasta sorprender /
con un extraño
ritual de paso.
Y al final, el
poema / invadiendo de formas invisibles / y emoción /el hastío de los días, /
el punto cero, / en un continuo comenzar/el puzle de la vida.
Pág. 43
El tiempo se
disfraza de imagen sin hogar,
en transeúnte
perdido; es como una letra en la pared,
la espera del
autobús, un beso improvisado;
el arreglo del
ascensor, la nota del cartero.
El tiempo, un juego de versos
en un poema por terminar.
El tiempo,
el bendito
tiempo,
huye,
se desbarata,
se oculta
y juega a ser.
Somos paréntesis…
Sueños.
Pág. 58
EL POEMA se vuelve impulso generoso/ del
misterio que circunda. /
Un paisaje donde
los espacios / se revelan como la conquista / de un Tabor/
que escapa de las
horas.
El poema, / la
angustia de no saber expresar / el secreto inabarcable /que nos habita. / El
ser del verbo/ que somete los deseos.
Pág. 62
Mientras preguntas, cuelgas tu rostro de los
días del calendario. Un ingenuo rito
que me permite inmolar el presente en el altar de
un poema.
Pg. 66
En REHACER EL ALBA. MEMORIAS DE UN NAUFRAGIO
(2018)
EN ESTE
TRAJINAR
sin
ganancias,
el verso
no consigue
lo que el
oído entiende.
Por qué
abandonar el poema
en el desierto de las palabras.
Pág. 26