después, una rotonda.
Delante, un coche fúnebre;
a la izquierda, el largo seto
que divide la avenida.
Dentro de mí, el deseo
golpea las arterias.
Estoy vivo y te quiero.
te lo diré con un gesto
al llegar a casa y entregarme
al camino de tus brazos.
Solo tú, la piel y las caricias.
Me duele
esta avenida interminable del día.
Consuela desearte donde la gravedad
de nuestro amor
resuelve la geometría del anhelo.
( De Un concierto de sonidos diminutos. Herákleion, 2013 )
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