domingo, 3 de febrero de 2019

METAPOESIA en mis últimas criaturas


En mis últimas creaciones, desde hace ocho años, comencé a hacer guiños al ars poética. Aquí una prueba de ello. 

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En LAS SIETE VIDAS DEL GATO (2010)

La carne del poema

Grita la mañana, la lluvia.
La inocencia pasa
con arreglos de nostalgia
soportando la limosna del saber.
En este pasar
de los monstruos del miedo
el llanto se acomoda
                             en los bolsillos.

Empieza a clarear.

Tiempo incierto. Llueve ilusiones
en las manos
             siempre atentas al vuelo.
Los ojos se acostumbran al invierno.
Una oración graba el momento,
 la muerte llega
                         de puntillas.

La carne del poema se revela
en el centro animal
                                 que lucha
con el verbo
              de las horas vigilantes.
Pág. 99


Impulso

No me detengo ante el verso
sino ante la herida
del poema.

Mañana ya es tarde
para dejar un regalo
entre las páginas
de sus sueños.
Pág. 101


 En UN CONCIERTO DE SONIDOS DIMINUTOS (2013)

La piel de un poema

He perdido la cuenta de las horas,
mientras los sueños sellan
el recuerdo de otros versos.

La piel de un poema reclama
el canto de los gritos
agolpados en las manos.

La forma de tu voz se pierde
en el barullo de la calle,
dejándome la huella del sonido
con ese olor a soledad
que dibuja desiertos.

Después, por los rincones,
llega el delirio de las musas.
Me seducen y detienen el tiempo
con la sorpresa del poema.
Pág. 61


 En EL NOMBRE SECRETO DEL AGUA (2016)

Y en este lenguaje de los gestos
se modelan los sueños y la boca se desnuda
ante el consuelo del verbo. Todo perfecto, todo
ante la caricia del agua que marca
el misterio de la danza en la sangre del poema.

No hay clave capaz de descifrar el vértigo del sexo
cuando el mundo se detiene en el alma de las horas
y se frena el amargo sabor de la vida que arranca
trozos de cielo al atravesar los límites del agua.
Pág. 36



Sigo mudo en esta fragilidad
del misterio que me circunda. Los verbos
resisten entre aguas interiores. Ruedan
ebrios de limo.

Quiero regresar al lugar del sueño,
sin alas. Impulso que busca,
en el espejo del agua,
versos prohibidos.

Se oculta el poema en el aliento de las palabras.
Y las estrofas, cantos rodados, se pegan
al ser del verbo, con el anhelo
de darle nombre al agua.
Pág. 62



 En LA SORPRESA DE LO HUMANO (2018)

PRIMERO, el silencio, /esa nada que marca/ el ruido de los versos.
Después, la palabra /inundando el cosmos de lo frágil /hasta sorprender /
con un extraño ritual de paso.

Y al final, el poema / invadiendo de formas invisibles / y emoción /el hastío de los días, / el punto cero, / en un continuo comenzar/el puzle de la vida.
Pág. 43


El tiempo se disfraza de imagen sin hogar,
en transeúnte perdido; es como una letra en la pared,
la espera del autobús, un beso improvisado;
el arreglo del ascensor, la nota del cartero.

El tiempo, un juego de versos
en un poema por terminar.

El tiempo,
el bendito tiempo,
huye,
se desbarata,
se oculta
y juega a ser.
Somos paréntesis…
Sueños.
Pág. 58


EL POEMA se vuelve impulso generoso/ del misterio que circunda. /
Un paisaje donde los espacios / se revelan como la conquista / de un Tabor/
que escapa de las horas.

El poema, / la angustia de no saber expresar / el secreto inabarcable /que nos habita. / El ser del verbo/ que somete los deseos.
Pág. 62

Mientras preguntas, cuelgas tu rostro de los días del calendario. Un ingenuo rito
 que me permite inmolar el presente en el altar de un poema.
Pg. 66

En  REHACER EL ALBA. MEMORIAS DE UN NAUFRAGIO (2018)

EN ESTE TRAJINAR
sin ganancias,
el verso no consigue
lo que el oído entiende.
Por qué abandonar el poema
en el desierto de las palabras.
Pág. 26





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