Ayer se presentó mi
libro de poemas, Un concierto de sonidos diminutos, en
el Palacio Consistorial “La Jabonera” de Villanueva de la
Serena. Magnífico edificio modernista que fue fábrica de jabones de ahí su nombre. Ahora palacio de exposiciones y de encuentros culturales.
Era un mal día, este del
22 de abril. Los villanovenses acababan de tener su romería y la
TV emitía un partido de la Champion Ligue. Con estos
elementos estaba asegurada la no asistencia de público. Sin embargo
el “síndrome futbolero” no restó la asistencia de
“fieles” a lo literario y la especial presencia de los amigos. A
todos les agradecí la elección que había hecho.
La presentación la hizo
mi amiga y compañera de docencia Maribel Tena. Era la segunda
vez que lo hacía. La primera fue en Badajoz. Como siempre, Maribel
estuvo esplendida. Sus palabras me emocionaron. Ella es una poeta que
analiza la obra de otro escritor y, en este caso, supo llegar a la
entretela del poemario. Supo exponer a la vista de todos ese diálogo,
que en el libro se establece, entre el tiempo y el silencio en el
marco de lo cotidiano. Y lo mejor de todo es que Maribel Tena
entrelazó su discurso con el recitado. Esto me pareció genial
porque hizo que todo fuera más sencillo y ameno. Al final la gente
estaba pegada a la silla como a un imán y manifestó que “si no
había más”. Suele pasar cuando el tiempo pasa volando y la
compañía es agradable.
Manuel Romero Higes,
el editor de Herákleion, y yo salimos muy satisfechos de esta
presentación, de este encuentro que tuvo mucho de emoción solemne.
Vaya en estas líneas
también mi agradecimiento a Nieves Moreno, mi amiga de
siempre, por ser la culpable de este encuentro en la Serena. Nieves
sabe de mi trayectoria social y literaria y no podía menos que
invitarme cuando se enteró que Un concierto de sonidos diminutos
estaba en la calle.
Gracias a Joaquin
Pineda, el concejal de Cultura del Ayuntamiento que estuvo
presente hasta el final, y sin la prisa que los políticos tienen
generalmente. Joaquín ocupó un segundo plano saludable que
manifiesta su saber hacer las cosas. Nos regaló, a los ponentes de
la mesa, las últimas novelas del XXXII premios Felipe Trigo de
Novela y Novela corta. Gracias por estos detalles.
Era una hora mala, las
22.30, como para volver con el estómago vacío a casa. La
distancia es de casi hora y media desde allí a Badajoz. Así que nos
despedimos de Villanueva tomando una hamburguesa en el Burguer
King de la salida para Badajoz. Un “hasta luego” muy
americano pero apetitoso.
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