martes, 28 de octubre de 2008

HAY TANTO VIENTO


A mi padre
de quien aprendí a mirar la vida




Me desvelas la inocencia de tu carne
en el hálito de los días. Dejas que el viento
de la tarde acune el rostro de este árbol
dolorido de tu cuerpo.

Hay tanto viento
en tu mirada que la luz de tus ojos
llena el espacio
de mariposas blancas.


Cuanta ternura contenida en el gesto
de tus manos, cuánto dolor en esa fuerza
implacable de las horas, cuánta libertad
en la huella de agua que resbala por la sangre
de todas las primaveras.

Hay tanto viento
en tu mirada que la brisa es
un juego endemoniado
de niños en la plaza.


Tu memoria se quema a la sombra
del silencio, arde en el fuego original
de tu sonrisa. Cuánto aprendí
en ese no decir nada y en los gestos
diciéndolo todo, cuánto.

3 comentarios:

VICTOR VERGARA dijo...

Querido Tino, dicen que la vida es una escuela inmensa que dura hasta que se nos apaga la llamita. Qué te voy yo a decir sobre ESCUELAS.

Dicen que a cada uno se nos van presentando experiencias según nuestro nivel de capacitación.
Y que mientras más fuertes sean, más probabilidades hay de que el diamante que dejen sea más bello. Y ya se te está viendo.

No por causa de la mísma enfermedad, pero recuerdo cuando también acompañé la decadencia de mi padre.
Le deseo a tu padre un felíz camino de regreso al HOGAR.

Gracias por este poema, Tino. Un abrazo.

Desconcierto dijo...

Ya lo leí en el foro de Libertad 8

Tremendos los últimos versos.

Cuánto aprendí
en ese no decir nada y en los gestos
diciéndolo todo, cuánto.


emotivo y precioso poema en memoria de un padre

un abrazo,

Antonio

La Habitacion invisible dijo...

Tino
que mirada inmensa para reflejar a un hombre inmenso
que sabiduria tan bien heredada de estacion en estacion ...
un abrazo amigo
Esteban

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