domingo, 12 de abril de 2009

YANTAR UN DOMINGO DE PASCUA.


Domingo de Pascua, para el orbe católico, día de asueto y divertimento para el resto. Significativamente el esplendor de la primavera se hace notar con esta invasión de la claridad y por este exceso de luz. Así, en este estado de euforia entrar en la dinámica de los ritos no es dificil, especialmente en el de la comida, en la del convivium, donde la tolerancia propia de lo humano se hace más patente renaciendo a las experiencias más sugerentes. Es cierto, una buena comida establece los mejores pactos, lo arregla todo y remedia las guerras. De hecho, éstas se dan además de por el egoismo humano por la hambruna.

Pues bien, este día, tan especial nos hemos dispuesto a celebrarlo un poco lejos de casa, concretamente a una hora y media de distancia. Un poco lejos pero merece la pena. El lugar se llama “ALGO ASÍ”. Un nombre curioso.






El restaureante no está incluido en la guía Michelin, y a sus dueños no les importa. Este sito se le conoce por el “bis a bis” de quienes pasaron y degustaron el menú, no siempre el mismo, de Frank y Susana Sinzing. Este matrimonio suizo dedicados a la restauración, desde hace doce años encontraron en ese cruce de Cañamero, Logrosan, Villanueva de la Serena, el rincón ideal para hacer experimentos gastronómicos y dar de comer a todo aquel que lo solicite. Es importante avisar porque sólo abre de viernes a domingo.






Frank y Susana acogen a todos no como clientes hambrientos, o con ganas de comer al uso, sino como a personas con ganas de degustar el arte del buen “yantar”. Nadie puede decir lo contrario de que comer bien no sea un arte. Un acto humano que pasa de lo vulgar a lo sublime cuando todo se hace con el esmero y el cuidado propio de no dejar nada a la improvisación. Aunque el azar esté presente en toda obra creadora.

Es cierto que al final no notas la comida en el bolsillo, estamos en tiempo de crisis, ni en la "panza" sino y sobre todo en el sentimiento que dejan los sabores. La carta es todo un recorrido, un viaje, por los lugares más insospechados. Desde las salsas del sur de Francia hasta los quesos artesanales de Ávila, desde las carnes crugientes de Argentina hasta los sabores caribeños del jugo que los acompaña. Aquí se come soñando.




El sitio es muy agradable, decorado por Antonio Martín, un ceramista que tiene su taller frente al restaurante y que merece y mucho, visitar después de la comida.



La sala-comedor tiene espacio para cincuenta y cinco personas. Hoy fue de esos días que estaba lleno y todas ellas tratadas con esmero. Frank explica a los comensales lo que les va trayendo. Todo es artesanal y preparado de forma ecológica…Nada se improvisa y como un buen reloj suizo todo se marca en su punto.


La fraternidad de aquellos que “yantamos” se expresa en un mismo y único menú para todos…Dentro de quince días Frank y Susanna habrán experimentado un nuevo menú y hará la delicia de quienes le visiten. Si se vista la zona, cerca del Monasterio de Guadalupe, este sito no se puede obviar. Nos puede uno perder el magnetismo de las Villuercas que están limitando esta zona.

Por si a alguien le interesa hacer excursiones gastronómicas donde el arte esté por encima del comer y el buen comer tomado como uno de los grandes placeres que nos hacen más humanos, os pongo el teléfono de Frank y Susanna:
927 36 93 22 / 608 70 36 73

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