Ayer bajé de Talarrubias a Badajoz para luego irme a Vila Viçosa, Portugal. El "Agrupamento de Escolas de Vila Viçosa,algo así como un CPR, me invitó a dar una charla,que los portugues llaman workshop, sobre poesía en el marco de la Feria del libro.
Fausto Abalroado, amigo y secretario de este Agrupamiento, vino a recogerme y después me trajo. En realidad ha sido él quien me invitó.
Disfruté de estos ratos en Portugal, primero, porque se trataba de hablar de algo que me entusiasma y no lo tengo como "oficio", sino como beneficio terapéutico: la poesía; segundo, porque estaba en Portugal y "falando em português" que esto ya es una riqueza. Una vez más compruebo que hablar la lengua de Camoes, es abrir una ventana a otro mundo "ouvrir uma janela a um outro mondo".
Setenta personas me escucharon atentas a lo que, un swervidor, como aprendiz de escritor iba diciendo. Analicé algunos poemas del último libro: Las siete vidas del gato. Insistí en el proceso de la escritura como el resultado de un proceso, de un viaje interior donde soledad y silencio son componentes necesarios.Por supuesto, leer, y mucho, además de guardar los impulsos en el congelador los consideré como otros elementos imprescindibles.
Volví tarde a casa, lo cual supuso llegar más tarde a Talarrubias. Cuando me fui a la cama estaba cansado pero contento. Había sido de esos días en los que me sentía, especialmente bien.
En Badajoz tuve dos cosas importates:Primero, el hecho de ver a mi mujer y segundo, comprobar que la gata estaba mejor. Esta, según dice Gema, nota mi ausencia...Qué le vamos a hacer...la vida es así de dura.
Cosas del diario
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