En medio de un calor
sofocante y con los ecos de la ruindad humana en forma de
corrupciones en el seno de los dos grandes partidos del país, se
impone la certeza de una ley, como la LOMCE que, aunque no aprobada,
será una de los hitos del PP. Y digo hito porque esta tendrá
consecuencias muy “negativas” en la sociedad española.
Porque,
qué se puede esperar de una Ley de educación que suprime la
asignatura Educación para la Ciudadanía donde los Derechos
Humanos son su parte fundamental.Por qué la torpeza de suprimir
algo que sensibiliza a los alumnos en aspectos como la igualdad de
género, la xenofobia, y donde los instrumentos de tolerancia son un
hecho. No vale decir que los valores tienen que aparecer de forma
trasversal en todas las asignaturas porque, aunque es cierto, ningún
profesor de matemáticas ni de lengua se detiene a profundizar con
sus alumnos sobre los aspectos críticos y en crisis de nuestra
sociedad.
Y lo peor no es esto, sino que, junto a esta asignatura, se
suprime también la Ética de 4º de la ESO. Si esto es así,
quién le dirá a los alumnos dónde están las claves para evitar
errores morales y saber distinguir lo autónomo de lo que no lo es;
quién capacitará a los chicos y chicas de este país dónde están
los límites del comportamiento humano; quién enseñará a los que
están creciendo, de forma concreta y por contraste, las reglas
universales de la moral más allá de cualquier particularismos
político o religioso. La ley, al suprimir la asignatura de Ética
de las aulas, deja el campo abierto a lo peor, porque si ahora
“ladramos” después “ morderemos” y esto es algo difícil de
superar.
El colmo de la Ley “que viene” es el de reducir la
enseñanza de la filosofía a un puro trámite dejando como una
optativa, entre quince más, a la Historia de la Filosofía.¿
Por qué poner a un lado esta asignatura que nos situá en el centro
de nuestras raíces culturales, en el epicentro de lo que somos? Si
la ley se pone en práctica, desmantelando las aulas de la enseñanza
de la filosofía, los alumnos perderán la base de su marco crítico,
referencial e identitativo con el peligro de que muchas cuestiones,
sin lógica, se confundan o se difuminen. Podemos superar una
crisis económica pero difícil será superar una crisis de
pensamiento.
La ley al obviar la Ciudadanía, la Ética y la
Historia de la Filosofía, da paso al “borreguismo” y al miedo.
Los ciudadanos así, son fáciles de controlar. Una ley que reduce
los ámbitos de la filosofía al vacío habla, desde un cierto
“talibanismo educativo”, de sus perspectivas ideológicas y
políticas.
¿Por qué este temor a la filosofía? ¿Por qué tener
miedo a que a los chicos y chicas de este país se les enseñe a ser
críticos y a saber distinguir lo bueno, bello y útil de lo que no
lo es? Un sistema educativo que no tiene en cuenta la base del
pensamiento, como es el hecho de saber preguntar o responder sin
cerrar puertas, que es lo que fomenta la filosofía, es un sistema
que conduce al error.
Porque, de por sí, esta ley es un error del
sistema al mirar la educación con una visión economicista y miope.
Y si este ministro quiere reformar la educación que pregunte a
quienes “olemos a niños” y sabemos de las dificultades de la
enseñanza “in situ”; que se deje de hacer, desde los despachos,
engendros como esta ley. La educación merece un respeto, es la base
del buen funcionamiento de un país. Un pueblo educado y crítico
tiene futuro lo contrario será reducirlo a producir como mero
“pollo de granja”.
Espero que que quienes nos gobiernan sepan
dar marcha atrás en este despropósito legal y dejen la enseñanza
ética y filosófica en el lugar que siempre han ocupado.
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