Rota la carne sobre la carne, reclama
el perdón. Después hizo silencio para sobrevivir
vislumbrando trozos de cielo, escapar
de monocordes manías.
El dolor se le hizo viento, noche,
a punto de abortar el deseo.
Hay vientos que llevan palabras
y palabras que navegan en la tarde.
No hay vuelta atrás al recomponer
el sonido de la carne con la piedad
de la luz, sin impedir que la voz
se volviera brisa en la calma
del barro.
2 comentarios:
Como siempre, Tino, haces gala de una gran sensibilidad.
Un abrazo.
Ana Mª Castillo
qué envidia...cómo escribes Tino...
un abrazo
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