sábado, 18 de enero de 2014

Una máquina de dar pena.



Un médico amigo mío, Jose Enrique Campillo, al hablarle de las molestias nocturnas y llanto de Rodrigo me comentó que los niños, desde la prehistoria, son maquinas de dar pena. Chillan de forma similar a los crías de pájaros, me dijo, oyéndose el quejido  a larga distancia. Un sonido lastimero que mueve las entrañas a la compasión, aunque, a esas horas intempestivas de la madrugada, a lo que uno se motiva es a querer dormir sine tempo. Y dando gracias que sea invierno y tener las ventanas cerradas para ahorrarle molestias al vecindario. Pero cómo hacer cuando los gases o las encías doblegan a la criatura rompiéndole el placer del sueño. Se lo rompen a él y al resto de la familia. Los que tienen experiencia de ello saben que al primer gemido del bebé pareces estar soñando; al segundo grito  el sonido te hace tomar contacto con la realidad y al tercero, la casa empieza a ser como una feria con luces que se encienden y apagan;  un mercadillo, con  trasiego de biberones y calefactor.  Y cuando el ritual de dar de comer y colocar pañales acaba, a lo que hay que sumar la toma de temperatura y administración de gel para las encías,  y el llanto no cesa, uno se pregunta qué hacer. Parece ser que que la respuesta a las preguntas desconcertadas de padres primerizos, como yo, la tiene un aparato de tonos recién inventado que traduce el sonido del bebé al román paladino. Todo un alarde de la informática que hace aparecer en una pantalla  la demanda de la criatura. En fin, sin maquina y asumiendo el crecimiento de este ser que nos hace aprender a su ritmo, seguiremos  interpretando su llanto aun a riesgo de equivocarnos.


De El efecto Rodrigo.

2 comentarios:

Francisca Quintana Vega dijo...

¡Hay...un nuevo padrazo comienza su andadura!...seguro que ya has aprendido un montón...pronto, cada llanto, sonido o mueca de ese pequeño ser maravilloso que es tu hijo, no tendrán secretos para tí. Rodrigo...le pusisteis un hermoso nombre, rotundo y muy español, que no se escuchaba mucho ya, dada la moda esta de poner a los niños nombres raros. Espero que "el efecto Rodrigo" sea de los más placentero siempre.Y felicidades. Mi cordial saludo.

faustino lobato dijo...

Paqui, gracias por tu comentario. Gracias por tus buenos deseos. Siempre es alentador recibir unas palabras de quien tiene sobrada experiencia de estos asuntos.
Un abrazote.

MIS VISITAS AL MUNDO

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Tiene Lisboa sonidos de agosto