Anoche me encontré con un libro que creí tenía perdido y que se llama: El cantar más bello. Cantar de los cantares de Salomón. Una traducción y comentario magníficos de Emilia Fernández Tejero de la Editorial Trotta. Fue una alegría descubrir este texto que en otro momento me sirvió como guía inspiradora para mis poemas amatorios.
Y es que El Cantar de los cantares, sí, el libro bíblico que durante mucho tiempo estuvo en el Índice de los Libros prohibidos de la Iglesia católica, es un libro místico, inspirador de grandes poemas de amor. Que se lo pregunten a Juan de la Cruz en ese escrito maravilloso de la Subida al monte Carmelo.
La mística y lo amatorio son realidades no muy lejanas una de la otra.
Bueno recomiendo este libro a quienes están embarcados en este trajín de escribir versos y no quedaran decepcionados de lo que ahí se encuentren.
Como dice la autora: el amor tiene su lenguaje propio. Su parte irracional no establece relación de pareja con la morfología o la sintaxis: salta sus barreras, destruye las conexiones de pensamientos, arrastra la semántica, trastoca las metáforas, distorsiona los símiles...pero crea, imagina, inventa, improvisa, siente, vive.
No hace falta ser creyente, en el sentido lato de la palabra, para acercarse a estos pasajes salomónicos. Hay que tener buen gusto y sensibilidad para dejarse invadir por la metáfora del Oriente Medio. Bueno, si alguien se atreve a aventurarse en este océano de sensaciones que disfrute.
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