con la abundancia de bodys y pañales,
suprime la visión de los geranios
y otras macetas de la terraza;
cuando el balbuceo de un ba-ba-ba
se confunde con las voces de la radio,
y el cotidiano toma el nombre de Rodrigo
y no existe otra realidad más que la suya,
entonces, solo entonces tomas conciencia
que todo ha sido absorbido, como por un agujero negro,
dejando el rastro de unos paisajes menudos,
otro día impensables. Y en ellos, todos creciendo.
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