Cuando pasas varias noches en el hospital, pendiente del suero del enfermo a quien estas velando, la vida parece encogerse. Y todo, todo, cobra un color tirando a "relativo-parduzco". Menos mal que este estado es transitorio porque sino acabaría uno con un sentimiento "miope-existencial " ante la vida y no tendría ganas más que de meterse en la cama y no levantarse.
Y mientras todo esto me sucede el "personal" y medio mundo pacense de carnavales. Hacen lo propio. Aunque bien mirado, este evento tiene el mismo final que aquel suceso doliente: el "malestar resacoso".
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