Por qué será que esta noche de Reyes tiene esa particular magia que, aunque pasen los años, emociona. Siempre se espera la sorpresa y, aunque suene a tópico, el niño que llevas salta cuando esta aparece. Hoy, además de todo eso, me hace ilusión esperar a ver el rostro de mi hijo cuando, al despertar en la mañana, descubra que los Magos de Oriente también pasaron por casa. Esto no tiene precio...El niño interior se prolongará en Rodrigo y en sus reacciones sentiré, una vez más, el valor de la vida, esa solemnidad de lo simple que, en el transcurso del tiempo, siento perder. Mañana, mi hijo será el espejo perfecto para mirarme y comprobar que no hace daño seguir sorprendiéndome. Porque es en esta capacidad de sorpresa donde puedo mantener el rasgo de lo humano que me empuja a seguir creciendo. Y esto sí que es un regalo.
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